Pese a la retirada de la alerta sanitaria, vecinos de Ermua, Eibar y Zaldibar, las localidades más afectadas por el derrumbe del vertedero, viven aún con miedo y desconfianza sus efectos, que han motivado cancelaciones en la hostelería y el descenso en la actividad comercial en la zona.

Así lo han comentado a Efe vecinos de las localidades, quienes afirman que seguirán limitando sus rutinas por miedo a las emanaciones de este vertedero, entre cuyos desechos dos trabajadores permanecen desaparecidos desde que el 6 de junio se produjo un desprendimiento.

Desde que hace ocho días el Gobierno vasco recomendó a los casi 50.000 vecinos de estas localidades vascas que no airearan sus viviendas ni hicieran ejercicio al aire libre por la alta concentración de toxinas y furanos en la atmósfera, la vida de muchos de estos residentes ha dado un vuelco.

"La gente tiene un poco de miedo. En estas fechas, los restaurantes en Ermua se suelen llenar y se han registrado cancelaciones", ha explicado Aitor Ruperez, presidente de la Asociación de Comerciantes y Hosteleros de esta localidad.

En el comercio de chucherías y regalos que regenta en Ermua, Aitor Ruperez ha revelado que, al quedar suspendidos el jueves y el viernes de los actos de carnaval por la alerta sanitaria, ha vendido menos complementos para disfraces.

Sin embargo, durante toda la semana ha despachado "más caramelos que nunca", demandados por los vecinos para aliviar el picor de garganta, una sensación compartida por gran parte de la población.

"Hay una especie de psicosis. A todo el mundo le pica la garganta y ves a la gente con máscara por la calle, pero también es una época de mucho polen", ha destacado.

Una mujer de Eibar con una niña de 25 días ha confesado que no ha salido de casa prácticamente en toda la semana, porque no quería exponer a su bebé a "este aire tan sucio".

Los vecinos del barrio de San Lorenzo de Ermua, el núcleo urbano de mayor población más próximo al vertedero, han vivido esta última semana con especial desasosiego.

Valentina, una vecina de San Lorenzo, ha explicado que "no se fía" y continuará por el momento sin permitir que su hijo de nueve años pueda quedarse a jugar en el patio del colegio San Lorenzo al acabar las clases.

En el barrio rural Eitzaga de Zaldibar, una zona verde y tranquila localizada a apenas 10 minutos a pie de Ermua y junto al vertedero, habitan en varios caseríos cerca de cuarenta vecinos.

Para estos residentes, las medidas preventivas incluían también no consumir las verduras de sus huertas y no vender los productos y, aunque estas recomendaciones ya no se mantienen, algunos productores no han encontrado ya clientes entre los comercios de siempre, según ha lamentado un vecino.

Los senderos de este barrio servían a muchos visitantes como zona de paseo, pero ya apenas se ven caminantes y, en un bar próximo a la presa de Aixola, la clientela se ha visto diezmada, ha relatado el mismo residente.

Al igual que otros vecinos de Eibar y Ermua, este hombre está convencido de que los incendios volverán a declararse en el vertedero, de la misma forma que el jueves surgió un nuevo foco.

"Dentro del vertedero se producen reacciones químicas que generan fuego que, ¡zas!, sale hacia arriba. Lo tapan, sí, pero de noche volverá a aparecer", ha vaticinado.

Este residente cree que, si las autoridades "pusieran el mismo interés" en hallar a los dos trabajadores que en apagar el fuego, los cuerpos de Alberto Sololuze y Joaquín Beltrán habrían sido encontrados ya hace tiempo, para descanso de sus familias.