Una patera con un joven fallecido embarrancó a mediodía de ayer en una playa de callaos del barrio sureño de Salinas del Matorral, muy próximo a Castillo del Romeral. En la embarcación iban además 3 bebés, 10 niños y 16 mujeres subsaharianas, que superaron en número al de varones (8), un hecho del que apenas hay antecedentes. Los vecinos auxiliaron a los migrantes, a los que tuvieron que ayudar a desembarcar debido al estado de deshidratación y entumecimiento que presentaban después de llevar cuatro días de trayecto desde el Sáhara.

Y es que las primeras informaciones que se tuvo de esta infraembarcación se produjeron el pasado martes cuando uno de los familiares alertó de un día antes había zarpado un bote de madera desde Dajla (antigua Villa Cisneros) con 35 personas a bordo. Dos aviones de Salvamento Marítimo y Guardia Civil los había estado buscando durante los dos últimos días en alta mar sin éxito.

El aviso de la llegada se produjo pocos minutos antes de las doce del mediodía. Francisco Peinado, uno de las residentes en Salinas del Matorral, un pequeño barrio de apenas un centenar de viviendas azocadas por la planta térmica de Juan Grande; aseguró que vio a lo lejos la patera y silbó para llamar la atención de sus ocupantes. Quería salvarles de que siguieran hacia Castillo del Romeral, donde existe una zona en la que podían tener problemas con la marea. "Vi 8 ó 9 cabezas", apuntó. También a pie de playa se encontraba Aythamy Medina, quien empezó a hacerles señas para que se acercaran a la costa.

Cuando encallaron sobre las piedras, los vecinos acudieron para ayudarles a bajar. "Estaban mal, había muchos que no podían ni caminar". Se encontraban entumecidos, sin comer ni beber agua potable desde hacía al menos un día, ingiriendo además agua del mar que provocaba que la deshidratación fuera aun mayor. Las 8 ó 9 cabezas que vio Peinado al final se convirtieron en 34, que fueron las personas que salieron de una barcaza de madera de unos diez metros de eslora.

Francisco Peinado indicó que uno de los subsaharianos saltó de la barca con un bebé de seis meses en brazos. Se lo quitó de las manos porque apenas se podía mantener en pie. "El niño estaba empapado" pese a que llevaba varias capas de ropa encima, que se la quitaron de inmediato. "El bebé estaba amoratado", agregó. "Llegaron hechos polvo, tiritando de la hipotermia que tenían", detalló Víctor del Rosario.

La noticia corrió como la pólvora por todo el barrio. Leticia, que tiene un hijo de 4 años, cogió parte de la ropa de éste y sabanas y acudió a socorrer a los más pequeños, a los que les cambiaron las prendas húmedas que llevaban encima. Mientras tanto, una embarazada aún permanecía cerca de la patera. Dentro aún quedaba su hermano. Del Rosario, quien practicaba pesca submarina cuando llegó la patera, acudió porque sabía que aún quedaba una persona y se topó con un cadáver entre numerosas prendas de ropa. "Me metí para ver si al hombre se le podía reaccionar, pero cuando lo toqué me dio la impresión de que estaba muerto ya hacía tiempo", señaló.

El barrio entero se movilizó para proporcionar todo tipo de alimentos y ropa a los más de treinta migrantes que permanecían tirados sobre los callaos, de donde apenas se podían mover. "De lo mal que estaban ni hablaban", indicó Antonia Rosa Oliva, quién agregó que los niños no paraban de llorar. "Fui a llevarles galletas, pero teníamos que esperar a lo que no decía el médico porque no sabía si podíamos darles de comer". Cuando el facultativo dio el visto bueno, Oliva apuntó que los pequeños llegaban con mucha hambre: "Entre cuatro se comieron un paquete entero". "Una de las madres", añadió, "me hizo señas con la mano, llevándosela a la boca, para que le diera a comer a su hijo", un menor de unos pocos años. "Cuando comieron se acabó el llanto", apostilló.

Todo el barrio

A ayudar también acudieron, entre otros, Melisa Noda, quien llevó bizcocho, agua, toallas y manta; Guacimara Castellano, que aportó la ropa que tenía de su hija; o la familia compuesta por Fermín Montesdeoca, Josefina Ojeda y Alexis Montesdeoca, quienes proporcionaron la comida que podían para que las 34 personas que estaban con vida comenzaran a recobrar las fuerzas que le fallaban después de al menos cuatro días en la patera. Hasta una caja de naranja llevó uno de los vecinos para que los rescatados pudieran beberse el jugo. Incluso uno de los residentes hizo de traductor de francés con los migrantes para saber qué necesitaban.

Cruz Roja se personó poco después y se encontró con un alto número de mujeres y niños. Como apuntó el coordinador de esta organización en el Sur, José Antonio Rodríguez Verona, es atípico que como en este caso el número de féminas (16) supere al de hombres (8). Los voluntarios, junto a sanitarios del Servicio de Urgencias Canario, atendieron a todos los ocupantes y derivaron cuatro de ellos a diferentes centros sanitarios, entre ellos un bebé que fue trasladado al Hospital Materno Infantil. El cadáver del joven, que pudo morir por causas naturales durante el trayecto, fue retirado horas después debido a la dificultad de sacarlo de la embarcación. En el servicio participaron, asimismo, Policía Local de San Bartolomé de Tirajana, Policía Nacional y Guardia Civil.

Con esta víctima ya son al menos 19 los muertos en la ruta de Canarias en los dos primeros meses de este año. Y aún se buscan tres pateras que, según una oenegé. zarparon en los últimos días con 83 personas a bordo. Salvamento Marítimo trata de confirmar si dos de ellas son las interceptadas el miércoles por la Marina Real marroquí en sus costas. "Las miserias que estarán pasando en sus países para venir de esta manera", reflexionó la vecina Guillermina Espino.