Eres preciosa mamá. Tu cara angelical refleja quién eres en realidad, nobleza y pura lealtad. Tu sonrisa eterna derribaba todos los muros que pudieses encontrar. Eres especial. Sabías adaptarte a lo nuevo, a lo moderno y nada te resultaba difícil; nos allanabas el camino con una innata facilidad. A todos te parabas a saludar. Eres magia mamá. Si alguien no devolvía el saludo, a ti te daba igual. Tú dabas amor, y si se te recriminaba la forma de actuar, te limitabas a contestar: "cada uno tiene lo que da, al final eso recogerás". ¡Te echo tanto de menos mamá!

La facilidad con la que convertías los problemas en oportunidades. Tú única fragilidad era vernos llorar. Nos criaste para ser felices, para disfrutar de la vida a pesar de las adversidades y ése será nuestro legado, hasta que un día nos volvamos a encontrar y te sepa transmitir que ahora se lo que es amar de forma incondicional. Gracias a ti mamá. Y como los finales no existen mientras uno haya amado de verdad, espero estar a la altura y honrar a unos padres que serán mi referente hasta la eternidad. ¡Te quiero mamá! ¡Te quiero papá!