Cumple condena de 18 años en la cárcel de Brians (Barcelona) por uno de los asesinatos más perversos, conocido en Catalunya como el 'crimen perfecto'. Con una peluca y un DNI, Mari Ángeles Molina, alias Angie, se hizo pasar por su amiga Ana Páez para firmar en su nombre préstamos y seguros de vida por casi un millón de euros en Barcelona. Luego, el 19 de febrero de 2008, la asfixió con una bolsa de plástico en un piso alquilado por horas en el barrio de Gràcia y simuló un crimen sexual: pagó a dos gigolós para que eyacularan en un recipiente y luego introdujo ese semen en el cuerpo sin vida de su amiga. Estos días, según ha sabido 'El Periódico' de fuentes del caso, la Audiencia de Las Palmas investiga a Angie por otra muerte extraña, la de su marido, Juan Antonio Álvarez Litben, ocurrida en 1996 en Canarias.

El hombre, un hostelero argentino de 41 años, falleció en su casa de Maspalomas (Gran Canaria) el 22 de noviembre de 1996 tras jugar un partido de pádel. Fue Angie, su entonces esposa, quien descubrió el cadáver al día siguiente, tras regresar con la única hija del matrimonio de uno de sus viajes a Barcelona. El cadáver del empresario fue encontrado desnudo, junto a una toalla húmeda, como recién salido de la ducha. La autopsia reveló que murió envenenado con ion fosfato, un tóxico presente en productos de limpieza y fertilizantes. La muerte se cerró entonces como un suicidio.

"Indicios incriminatorios"

La Audiencia de Las Palmas estudia ahora el caso después de que el juzgado número 3 de San Bartolomé de Tirajana (Gran Canaria) lo archivara provisionalmente en septiembre de 2018. Un año antes ese se mismo juzgado había abierto una investigación por la aparición de nuevas pruebas que apuntan a que la muerte del empresario pudo ser en realidad un asesinato. Entonces, la policía y la justicia sí vieron múltiples "indicios incriminatorios" contra Angie. De hecho, el juez imputó a la mujer, que tuvo que declarar como investigada desde la prisión de Brians 1 (Barcelona) en octubre de 2017. Poco después, como adelantó 'El Periódico', el procedimiento se sobreseyó, pero la acusación recurrió esa decisión criticando que "ni siquiera se practicaron todas las pruebas previstas".

El pasado 10 de febrero, el presidente de la Sección Primera de la Audiencia de Las Palmas, Miguel Ángel Parramon, dictó una providencia, a la que ha accedido 'El Periódico', para pedir que remitan al tribunal "las actuaciones originales conectadas con la muerte de origen violento" del marido de Angie. El magistrado advierte de que "el testimonio remitido es incompleto" y "se precisa de un conocimiento exhaustivo de todo lo actuado para poder resolver el recurso de apelación planteado por la acusación".

Un robo o un accidente

Tras el extraño fallecimiento del empresario, su familia y sus amigos ya dudaron de que se hubiera quitado la vida y apuntaron a su viuda, quien especuló ante la policía con la posibilidad de que su pareja hubiera sufrido un robo en casa o incluso un rocambolesco accidente: "Cuando se tomaba un medicamento, lo hacía de golpe y porrazo. En mi casa había calgón (un producto que elimina la cal de las lavadoras). Si quedaba poco, se traspasaba a un bote de cristal. Él no lo sabía y puede que, al estar al lado de la tostadora, se confundiera (y lo tomara) pensando que era sal de frutas", explicó Angie.

Veinte años después del suceso, con Angie ya condenada por el asesinato de su amiga en Barcelona, el informe forense presentado por el criminólogo Félix Ríos, presidente de la asociación Laxshmi, que ejerce la acusación particular, hizo que el juzgado se replanteara la investigación. Su trabajo apuntaba a que la Angie "pudo rellenar al menos una de las cápsulas vitamínicas que tomaba su marido para hacer deporte".

Quería separarse

La policía tomó declaración de nuevo al que entonces era el entorno de la pareja y descubrió que, dos meses antes de la muerte de su marido, Angie ya había matriculado a su hija en un colegio de la capital catalana. Ambas se trasladaron allí poco después de que el hombre falleciera. También, que el empresario había decidido separarse, según la declaración de una amiga del matrimonio: "Juan me comentó que ella era una compradora compulsiva y se gastaba el dinero en el casino. Discutían cada día. Poco antes de morir, él contrató a un detective para que investigara a Angie y descubrió que tenía encuentros con otros hombres y que se prostituía. Me dijo que tenía pensado ir a ver a un abogado y que iba a arruinarla por haberle sido infiel".

Con la muerte del empresario, Angie se embolsó más de 40 millones de pesetas por la herencia y la venta de propiedades y acciones. Lo que no pudo cobrar, según los investigadores, fue el seguro de vida que el argentino tenía a su nombre y que excluía el pago en casos de suicidio. Pero lo intentó. Tras el suceso, Angie atribuyó lo ocurrido a que su marido pudo sufrir un robo y aseguró que la cartera negra del hombre, un reloj Rolex y una mascota de la familia, habían desaparecido de su casa. La cartera del hombre apareció, doce años después, en el piso de Angie en Barcelona cuando fue detenida por el otro crimen.