Corrían los años sesenta del mil novecientos cuando cuatro jóvenes de 17 años fundaron el conjunto Los Estays (en el argot marítimo, cuerda de un barco). Por ese tiempo comenzaron a organizarse en Guía los muy nombrados festivales de conjuntos musicales donde compartieron alguna vez escenario con Los Tipos y Los Leones, grupos estos venidos de Las Palmas de Gran Canaria, además de Los Stu and drake de Moya, Los Rouling y Los Ranger de Arucas. En este contexto entró en el grupo Los Estays nuestro 'Pabloski', como le llamaba cariñosamente, que sustituyó al bajista Santiago Molina. Los demás componentes fueron Cristino Arencibia, Antonio Sosa y un servidor.

El conjunto era nuestra vida. Los ensayos, las actuaciones, las parrandas y las bromas le añadieron a nuestra amistad unos lazos imborrables de afecto y simpatía. Y ahí es cuando conocimos al verdadero 'Pabloski'. Tu nobleza y el cariño que nos regalabas son el mejor legado que llevaremos en nuestro interior para siempre en el tiempo. Ejerciste la profesión de Maestro en la Especialidad de Inglés. Te valió mucho el viaje que hiciste a Inglaterra desde muy joven y por ello impartías un buen nivel de inglés a tus alumnos de Morro Jable, Fuerteventura, isla que te acogió y donde dejaste muchos lazos de amistad y de aprecio.

Recordamos tu frase favorita cuando nos recomendabas un poco de paciencia: "Tranquilidad y buenos alimentos". O emulando a nuestro locutor deportivo Segundo Almeida que cuando le marcaban un gol a Manolo, portero de La UD Las Palmas, decía: "Manolo no está en el Estadio, Manolo está en Arucas", porque también fuiste un aficionado al equipillo amarillo. A veces un poco transgresor y otras sembrando cariños, como a su viejo Boxer al que le hablabas con una voz de quejido cargada de afecto. Sabíamos de la ilusión con la que reformaste la cueva en Barranco Hondo, frente a Risco Caído. Y cuántos encuentros con guitarras, boleros y un pequeño bongó hicimos los amigos del conjunto Los Estays. Gracias por estos ratos tan divertidos que compartiste con nosotros. Nos quedarán para siempre en nuestro recuerdo. Allí, en tu improvisada terraza, cuántas veces te quedabas mirando a aquella reliquia ancestral porque ya se sabía que algo encerraban aquellas cuevas en lo bajo del risco. Tu fallecimiento ha sido un duro golpe para tus amigos de siempre y en especial para tu esposa Mary, para tus hijos Farés y Dácil, y para tus hermanas Mercedes y Dolores, y para tu nieto, Garoé.

Ahora comprendemos la impotencia que han sentido los familiares y amigos de los fallecidos por el virus al no poder desahogar su tristeza con los abrazos y los besos con los que reconfortar su alma en este fatídico trance. Las circunstancias hacen que tu fallecimiento termine en un desangelado adiós sin despedida.

Hasta siempre, Pabloski.