Cuando Pablo, residente en la quinta planta del número 8 de la calle Rafael Cabrera de Las Palmas de Gran Canaria, intentó abandonar su vivienda se tropezó con una pared invisible negra. Una gran cantidad de humo inundaba el pasillo después de que en una planta más abajo se originara un incendio que arrasaba con un apartamento en el que reside un hombre solo. Lo único que pensó fue en abandonar el inmueble junto a su perro y su novia. Y no dudó en saltar a un balcón del edificio adyacente para poder escapar. "Lo hice por inercia", decía en la calle mientras veía a los bomberos aún actuando en el apartamento afectado. Un total de doce personas fueron atendidas y el inquilino del piso trasladado a un hospital con quemaduras de carácter moderado. El fuego afectó a los más de 130 domicilios del inmueble, cuyos vecinos fueron desalojados en su gran mayoría aunque parte de ellos decidieron quedarse confinados en el interior.

El suceso se produjo a las cinco y veinte de la mañana. Las decenas de residente del Edificio Brasil de ocho plantas de altura comenzaron a oler a quemado. Cuando se asomaron a las ventanas que dan al callejón privado situado entre Rafael Cabrera y la Avenida Marítima vieron cómo grandes llamaradas y una gran cantidad de humo salía del apartamento situado en el 4º G. Se repetían la misma escena que habían vivido hacía apenas mes y medio, cuando en esta vivienda se inició otro fuego aunque de menor envergadura.

En esta ocasión, el fuego fue mucho más virulento. "Cuando lo vimos decidimos salir de nuestra casa", explicaba Pablo aún con el shock de lo que había vivido minutos antes. "Apenas pudimos dar dos pasos, estaba todo lleno de humo, no se veía nada y no podíamos respirar", añadía. "Pensé que me moría". Este joven decidió entonces regresar a su casa. La "inercia" le hizo tomar la decisión de saltar al balcón contiguo al ver que no podía salir del edificio. Él, su novia y su perro consiguieron salvar el medio metro que hay entre las dos viviendas con un saltó. Lo hicieron pese a los aproximadamente 30 metros de caída libre que había a sus pies y a los gritos de sus vecinos. "No saltes, no saltes", decía que escuchó instantes antes, pero él veía el fuego muy cerca.

Ya en el otro edificio, Pablo y su pareja se toparon con la terraza del vecino abierta, aunque sin personas dentro. Encontraron una llave y pudieron salir hasta la calle, donde trataban de recuperarse del susto que se habían llevado. Ella aún tenía la cara manchada de hollín. "Gracias a que no me bloqueé", comentaba Pablo al tiempo que explicaba a otros vecinos cómo el perro fue el que más sufrió al agarrar sus uñas a la fachada. Esos vecinos son la pareja formada por Marcos y Noemí, quienes bajaron con lo puesto y con sus chihuahuas Willo y Coco en brazos. Residentes en la segunda planta, relataban que escucharon gritos por el patio. "¡Fuego, fuego!". Primero se alongaron a la zona común, pero no vieron nada. Cuando lo hicieron en la ventana que da al exterior escucharon cómo los cristales explotaban y una gran columna de humo salía de una vivienda situada dos pisos más arriba.

Aseguraban que la Policía Local, la Policía Nacional y los bomberos llegaron muy rápido. "Cuando salimos a la calle ya estaban aquí", declaraba Marcos, quien agregaba que antes de abandonar la casa en la que lleva viviendo 12 años cerró todas las ventanas para evitar que el humo entrara. Después echaron a correr para llegar a la calle Rafael Cabrera, donde esperaban junto a decenas de personas que los equipos de emergencia extinguieran el fuego.

La voracidad de las llamas arrasó con el piso. "Afectó sobre todo al salón y al baño", declaraba el cabo de bomberos Fran Pérez, quién añadía que se desconocían las causas del fuego. Los vecinos recordaban a su vez que hace apenas un mes y medio se había producido otro incidente idéntico en el mismo piso, aunque de menor virulencia. Los agentes para la extinción del fuego tuvieron que utilizar unos 1.500 litros de agua para apagar las llamas. Mientras tanto, cuatro ambulancias del Servicio de Urgencias Canario (SUC) se desplazaron a la céntrica calle y atendieron a un total de 12 personas, de las que ocho fueron asistidas en el lugar de los hechos mientras que otras cuatro fueron derivadas a centros sanitarios. El inquilino, un pintor de unos 56 años de edad, fue evacuado al Hospital Insular con quemaduras e intoxicación por inhalación de humo de carácter moderado. Una mujer también fue trasladada al mismo complejo hospitalario con inhalación de humo leve. Otras dos residentes fueron llevadas al Centro de Salud de San Cristóbal con sendas crisis de ansiedad que no revestían gravedad, según informó el Centro Coordinador de Emergencias y Seguridad (Cecoes) 112.

Los vecinos de los cerca 136 apartamentos del edificio tardaron más de tres horas en recuperar la normalidad hasta que los bomberos abandonaron el lugar tras ventilar las viviendas más afectadas, entre ellas las de plantas superiores cuyas fachadas quedaron ennegrecidas por la acción del humo. Otras viviendas sufrieron daños debido a la filtración del agua utilizada para la extinción. Además, la caída de los cristales y los marcos de las ventanas provocaron daños en al menos tres vehículos aparcados en la calle privada.