Policías locales de Guía de Isora elaboran un expediente informativo para exponer lo ocurrido el pasado lunes en el "concurrido" entierro del motero Marcos Gutiérrez Rosillo, natural de Guía de Isora y fallecido el viernes en Candelaria. Una fuente municipal explicó que, "si se llega a intentar prohibir la concentración, tal vez hubiera sido peor, ante la exaltación de los presentes". El acto tuvo una gran repercusión, después de la convocatoria y la difusión realizada por redes sociales.

Esa tarde había tres policías locales de servicio en Guía de Isora, que se vieron desbordados para frenar la asistencia de familiares, amigos y conocidos de Gutiérrez Rosillo. El Ayuntamiento recibió una solicitud del club de Marcos, Moteros 2.0, para celebrar un homenaje que coincidiera con el sepelio de este, que residió en el barrio de Las Higueritas y que ahora vivía en Candelaria. El objetivo del colectivo era realizar un acompañamiento al féretro, tanto en su llegada a la iglesia como en su traslado al cementerio. El máximo número de personas que pueden asistir a un entierro en un recinto cerrado es de 15 y 25 en un espacio abierto. Según las fuentes consultadas ayer, el club motero de Marcos afirmó que cuenta con 32 socios y que serían estos los que acudirían a la despedida de Gutiérrez Rosillo, además de los familiares del mismo.

Es decir, en el cuerpo de seguridad municipal contemplaban que en el templo religioso estuvieran 15 familiares de la víctima del accidente, así como otras 32 personas más que esperarían en la plaza a la salida del féretro. Sin embargo, en las imágenes de vídeo que han trascendido de la concentración se aprecia que en la plaza de Guía de Isora había más de 32 motos. Y durante el recorrido fúnebre hasta el cementerio no se respetó la distancia de seguridad entre personas que iban a pie, además de que muchas de ellas carecían de mascarillas o de guantes. Pero, según las fuentes consultadas, el problema se agravó en las inmediaciones del cementerio, donde le esperaban unas 80 personas más, la mayoría miembros de otros clubes moteros del Sur de la Isla. Y ya entonces los agentes municipales estaban más que saturados para controlar a los asistentes, que se emocionaron mucho más ante la puerta del cementerio, al sonar la música grabada por el propio Marcos Gutiérrez Rosillo. No obstante, los policías locales sí impidieron que hubiera "quema de ruedas" y otras demostraciones de afecto en las cercanías del cementerio, como pretendían algunos de los motoristas.

12:45-13:00 horas. Llegada del féretro a la sala velatorio, acompañado por familiares e integrantes del club motero al que estuvo vinculado Gutiérrez Rosillo. En los exteriores de ese recinto llegaron a concentrarse medio centenar de amigos y conocidos de la víctima. La madre de Marcos salió y agradeció, de forma directa, la presencia allí de tantas personas para honrar la memoria de su hijo en unos momentos tan duros.

14:30-15:30 horas. Fue el momento que muchos asistentes aprovecharon para almorzar, por lo que el entorno de la sala velatorio se quedó despejado.

16:00 horas. Una comitiva formada por familiares, amigos y conocidos moteros acompañó al coche fúnebre hasta la iglesia de Nuestra Señora de La Luz o de Guía. En el ritual fijado por el referido club, la mitad de los integrantes iba delante del féretro con sus motos y el resto, detrás.

16:45 horas. Un pasillo formado por las motocicletas de los citados acompañantes esperó la salida del ataúd del templo. Y, entonces, sus dueños realizaron acelerones mientras los restos eran llevados hasta el vehículo fúnebre de nuevo.

17:00 horas. Casi un centenar de personas esperaban junto al cementerio la llegada de la comitiva. El sonido de la música grabada por el propio Marcos convirtió los instantes previos a la entrada en el cementerio en un momento muy emotivo para los asistentes, algunos de los cuales saltaron o aplaudieron. Varios familiares besaron y tocaron el ataúd. En el camposanto todas las personas que quisieron se despidieron de Marcos, besando o tocando de nuevo la caja. Y un empleado de la funeraria permitió que la madre pudiera darle un último beso a su hijo. Él mismo reconoció que no estaba permitido por las autoridades, pero aclaró que no podía negárselo a la progenitora.