Treinta puñaladas y tan tranquilo tomandose un café y fumando cigarrillos, y sin decir nada. Así se comportó el británico Paul C. S. tras asesinar a su padre sin piedad en Tenerife.

No fue una madrugada tranquila en el portal A del edificio Las Olas, en la calle La Sirena de Los Abrigos en Tenerife. A las 6.00 horas, dos pequeños perros empezaron a ladrar de forma muy alterada. Estaban muy cerca de un patio de luz y detectaron algo inusual. Su propietaria se despertó, pero no logró saber que ocurría. Después, hubo movimiento en las escaleras y pasada una hora, el despliegue de guardias civiles y policías locales de Granadilla de Abona era ya muy visible. El motivo era que un ciudadano británico había sido apuñalado decenas de veces por su hijo en un piso del inmueble.

La víctima tenía cerca de 70 años, mientras que el acusado del homicidio, Paul C. S., 36 años. El sospechoso de este asesinato con ensañamiento cometió su acción y después se fue a hablar y a tomar un café a la vivienda en la que reside la pareja sentimental de la víctima. No tuvo que caminar mucho para llegar hasta allí. Bajó hasta la acera de la calle La Sirena, recorrió unos 20 metros en dirección al mar y después giró a la izquierda en la avenida Agua Dulce. Anduvo unos 50 metros más y accedió a la terraza de un bajo, en la que podían verse sillas, césped artificial, diversas plantas y muchos cigarros. Tocó en la puerta de una vivienda en la que residen varias personas británicas, entre ellas la pareja actual de la persona fallecida. Allí estaban sentados cuando llegaron policías locales y guardias civiles, armas en mano, y le ordenaron que se tirara al suelo y le dijeron que estaba detenido. Un vecino que vive en el lugar relató que el acusado no opuso resistencia y le colocaron rápido los grilletes. Tenía vendada una mano y parte del antebrazo.

Según el testigo, cuando la mujer fue consciente del motivo por el que era arrestado el hijo de su pareja, sufrió una crisis de ansiedad. Ayer repitió varias veces que era el peor día de su vida y que, además, tenía que llamar a la madre de Paul para contarle lo ocurrido. Después de varias horas de tensión, la pareja del fallecido se cansó de la presencia periodistas en el lugar y se encaró para reprocharles su labor. De hecho, varias personas de su entorno también se molestaron de forma considerable con una vecina de origen cubano que explicaba a unos periodistas lo que había visto. Y le dijeron que no era nadie para hablar de la situación, porque no sabía nada ni conocía a las partes implicadas. Una británica le pidió que no volviera a hablarle más.

Paul sufre una enfermedad mental grave, supuestamente esquizofrenia, según una fuente, y ahora se trata de determinar si el brutal ataque estuvo relacionado con la misma o no. Su padre quedó tendido en un pasillo de la vivienda. Se estima que recibió más de 30 puñaladas, a simple vista, sobre todo en el abdomen, tórax, cuello y cabeza. Con ese panorama se encontraron los policías locales y guardias civiles que acudieron al inmueble, que recuperaron el cuchillo usado.

Integrantes del Laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil se emplearon a fondo en la inspección ocular, tanto antes del levantamiento del cadáver como por la tarde. El Equipo de Policía Judicial del Sur de Tenerife y la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Guardia Civil investigan el parricidio.