Sin luz, con el agua aún escurriendo por la caja de escaleras y con el ascensor fuera de servicio. Esa era la visión que ofrecía el esqueleto del edificio ubicado en el núcleo capitalino de Divina Pastora, en el barrio tinerfeño de Cuesta Piedra, que durante la madrugada de ayer se vio afectado por un aparatoso incendio. El parte de un suceso que se prolongó durante algo más de cuatro horas deja un centenar de evacuados, 19 heridos, una vivienda destruida y otra decena con daños de distinta consideración. "Pudo ser una gran tragedia", señalan los vecinos que miran las marcas de hollín que han ennegrecido uno de los costados de las últimas plantas de un inmueble trending topic en las redes sociales por la voracidad de unas lenguas de fuego que pusieron las cosas difíciles a los bomberos.

Pasadas las tres y media de la mañana algunos vecinos perciben un fuerte olor a quemado. Los primeros avisos llegan a la sala operativa del 1-1-2- y, en torno a las 03.45 horas, la emergencia ya está canalizada. Se movilizan bomberos de los parques de Santa Cruz de Tenerife y La Laguna. También se ordena el traslado de una unidad desde La Orotava hasta la base de San Lázaro (La Laguna) con el objetivo de realizar un retén, por si llega otra incidencia en el área metropolitana. Además, se activaron recursos del Servicio de Urgencias Canario, Policía Local de Santa Cruz, Protección Civil y Policía Nacional. La evacuación del edificio casi se había completado a las 04.00 horas.

Casi todos los vecinos ya habían abandonado el edificio cuando los recursos de extinción se desplegaron en la zona. Como medida de seguridad se optó por mantener a unos vecinos -algunos de los cuales tenían problemas de movilidad- en la novena planta mientras los bomberos se enfrentaban a las llamas en el piso de abajo. "Por uno solo no tuvimos que aplicar el protocolo que seguimos cuando hay un incendio en un rascacielos", señala Cayetano Silva Hernández, presidente del Consorcio de Bomberos de Tenerife, en relación a una emergencia que estuvo marcada por dos factores: "La altura a la que se produjo el incendio y las fuertes rachas de viento que estaban afectando al edificio", cuenta el portavoz de los equipos contraincendios. Una de esas corrientes de aire, precisamente, pudo ser la causa de una lengua de fuego que arrasó la "vivienda cero" de este suceso.

Las llamaradas se concentraron en la penúltima y última planta de uno de los dos bloques que se evacuaron. Los vecinos salieron a la calle con lo puesto -en pijama o con las prendas que consiguieron agarrar en el instante en el que comenzaron los gritos de alarma- y recibieron asistencia del personal Servicio de Urgencias Canario (SUC), que inicialmente desplazó a la zona un par de ambulancias medicalizadas y seis de soporte vital básico: los primeros diagnósticos se asociaron con los ataques de ansiedad que estaban sufriendo algunos testigos de un incendio aún por controlar. "Dieron varios golpes en la puerta para despertamos, bajamos a toda prisa por las escaleras y estuvimos unos minutos en el rellano esperando porque ya estaban cayendo cristales", recuerda una señora que conserva intacto el horror los primeros minutos del incendio. "Aquí pudo ocurrir una desgracia", repite sin apartar sus ojos de los movimientos de una cuadrilla de bomberos que permanece en la zona realizando labores de ventilación.

La vivienda en la que se originó el fuego la ocupaban dos adultos y tres menores en el instante en el que se desencadena la emergencia. Entre las diecinueve personas que fueron asistidas en la calle había siete miembros del SUC, tres bomberos y un funcionario del Cuerpo Nacional de Policía: la mayoría recibieron oxígeno en la vía pública. "Cuando se aplica este procedimiento los niveles de ansiedad aumentan y se dan situaciones de nerviosismo", relata Silva Hernández respecto a la tensión que se vivió en el vecindario. "Afortunadamente la emergencia se controló bien de entrada y la cosa no pasó a mayores, pero el escenario era muy complicado", puntualiza el presidente del Consorcio de Bomberos de Tenerife. Al menos tres integrantes de los recursos de emergencias -dos bomberos y un policía- sufrieron quemaduras clasificadas como de primer grado.

En un primer momento, en la carpa que instaló Protección Civil, se elaboró una relación de vecinos para ver cuántos de ellos se podían desplazar a una segunda vivienda -de un familiar o amigo- hasta que pudieran regresar a sus casas. Personal del Instituto Municipal de Asistencia Social (IMAS) se hizo cargo de estas gestiones y del traslado de los afectados hasta la residencia en la que permanecieron a la espera de noticias.

A pesar de que permanecieron en urgencias durante varias horas -afectados por la inhalación de humo-, la familia que ocupaba el piso incendiado (destruido en su totalidad) ya había podido ser realojada por los técnicos del IMAS. Horas después de extinguir el incendio, con el edificio ya ventilado, se autoriza la ocupación de los pisos comprendidos entre la primera y séptima planta. En un primer informe realizado a pie de suceso se indica que la ocupación de esas viviendas no supone un riesgo para sus inquilinos.