El ambiente es prácticamente irrespirable. Intimidad, nula. Y no existe opción alguna de asearse después de pasar cuatro, cinco o seis días sentados en una misma posición dentro de una pequeña embarcación con la que cruzan parte del Atlántico. La nave del puerto de La Luz, que desde hace dos meses sirve como alojamiento de bienvenida a los migrantes que llegan a Gran Canaria, sigue funcionando sin que se haya encontrado solución alguna para que estas personas pasen las 72 primeras horas con un mínimo de dignidad. Viven durante ese tiempo una situación "inhumana" que no parece tener visos de que se vaya a solucionar.

Un sanitario que se encarga de atender a quienes llegan en patera asegura que lo primero que piden es una ducha, "poder asearse", después de un trayecto donde han puesto en riesgo sus vidas para tratar de conseguir un futuro mejor. Apenas se pueden limpiar. No cuentan con ningún tipo de duchas, solo un lavamanos para varias decenas de personas que, en algunos casos puntuales, llegan a rozar la centena. Para hacer sus necesidades, los cuatro baños químicos que se instalaron al principio siguen siendo la única opción, con el consiguiente hedor que generan entre las cuatro paredes. Ese mal olor se alimenta, además, con los contenedores de basura situados dentro de la instalación y no fuera, como denuncia.

En la nave diáfana no hay distinción de edad ni de sexo, como cuenta esta persona que prefiere mantener el anonimato. Están hombres y mujeres, sin ningún tipo de intimidad, y en ocasiones niños de corta edad que acompañan a sus madres que corretean entre desconocidos, desperdicios y suciedad. Se da la circunstancia de que el Gobierno de Canarias está obligado a trasladar a un centro a aquellos menores que llegan solos, pero si lo hacen acompañados por un adulto duermen entre una marabunta en un ambiente insalubre, como asegura el sanitario.

Lo hacen sobre camas después de que una fotografía publicada en varios medios delatara que estaban durmiendo sobre colchonetas tiradas en el suelo. Aquella imagen hizo que se instalaran camas. "Era inhumano", vuelve a repetir esta misma persona, quien recalca que las condiciones no son aptas para que ninguna persona pase allí tres días enteros a la espera de ser realojados en cualquier centro. "Un pabellón polideportivo es mejor que esa nave, al menos tienen duchas donde bañarse", apostilla esta persona. "Nunca creí que iba a decir esto, pero hasta el CIE (Centro de Internamiento de Extranjeros) de Barranco Seco cuenta con instalaciones más dignas", añade.

Es en esa nave donde también se les hace la prueba PCR para SARS-CoV-2 (coronavirus). Dichas pruebas se practican a la vista de todos y, si alguien requiere de ser explorado, solo cuentan con un pequeño almacén repleto de escombros donde los sanitarios ubican una camilla para intentar salvaguardar un mínimo de intimidad. Quienes dan positivo -los últimos, seis que llegaron en una patera el lunes de la pasada semana- son apartados en un rincón hasta que se trasladan a un lugar donde poder hacer el aislamiento con garantías. En el caso de las personas que dan inicialmente negativo, se les mantiene en cuarentena con un seguimiento cercano por parte de los sanitarios durante los siguientes 14 días hasta que, definitivamente, tras una segunda prueba de PCR negativa son declarados libres de Covid-19.

Esta situación ya fue denunciada en mayo por el jefe superior de la Policía Nacional en Canarias, José María Moreno, quien en una carta enviada a Delegación del Gobierno recalcó el estado en que se encontraba esta nave, con más de 80 palets en el interior, polvo, cartón y madera apilada, que tuvieron que ser retirados y limpiados por los propios agentes del cuerpo de seguridad, quienes además dispusieron de 100 colchonetas para los migrantes. Aquel 24 de mayo, cuando se uso por primera vez, fueron alojadas 72 personas, de las cuales dos dieron positivo. A las 72 horas, después del tiempo establecido como máximo en la retención de una persona de sus libertades, la Policía Nacional decidió retirarse del lugar al entender que ya se había pasado el límite legal. Eso hizo que se buscara de urgencia un alojamiento para que pasaran la cuarentena.

Sin edificios de Defensa

El uso de estas instalaciones industriales se decidió después de que varios migrantes dieran positivo en los calabozos de las comisarías donde pasaban esos tres primeros días. Delegación del Gobierno decidió llevarlos entonces a la nave como medida provisional ante la más que saturada red de acogida de Gran Canaria debido a dos factores: la creciente llegada de pateras a la Isla y la pandemia del coronavirus, que con el confinamiento hizo que tuvieran que permanecer aislados en los centros durante el Estado de Alarma. Ahora, varios actores sociales han solicitado que con la mejora de la situación sean trasladados a otras partes del país para así aliviar la presión en los centros de las Islas

Pero por ahora solo se han dado promesas incumplidas, como la de la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, quien a finales de mayo anunció que se iban a habilitar instalaciones de los ministerios de Defensa e Interior. Dos meses después, en cambio, aún no se ha utilizado ninguna dependencia propiedad del Estado. Eso pese a que sanitarios y oenegés han solicitado inmuebles como la Base General Alemán Ramírez de La Isleta, donde aseguran que existe un edificio para albergar a cerca de un millar de personas y que solventaría gran parte del problema. "No será tan difícil buscar un sitio, una residencia de estudiante, polideportivos, un colegio, un cuartel, cualquier sitio que haya duchas", sentencia este trabajador. Cualquier sitio mejor que la nave que ya se le ha denominado de la vergüenza.