En uno de los cumpleaños de nuestros nietos, casi todos los celebramos en casa como a ti te gustaba.

Todos en la azotea colocan banderitas y escriben frases, y preparan el trono del que hoy va a ser Rey. Sentado donde siempre lo hacÍamos, al lado del tocadiscos, mientras tomo algo y suena The Beatles, uno a uno los voy observando, y mi mente vuela, y se va posando en cada uno de sus nacimientos, y como si ahora fuera, te vuelvo a ver con cada uno de ellos en tus brazos, siempre fuiste la primera en darles la bienvenida a nuestra historia.

Mientras al que le toca apaga sus velas y los demás le cantan "cumpleaños feliz", no me fijo en el número que tiene la tarta, miro lo que han crecido, y pienso en el tiempo que ha pasado desde que tú no estás. Diez años que he pasado entre la tristeza de haberte perdido y la alegrÍa de haberte conocido. Y en este pulso que mantengo con el tiempo, siempre gana la alegría. Las lágrimas derramadas, que aún humedecen mis ojos, no empañan ni borran tu imagen, ausente en la realidad, presente en las decisiones y por delante de cada paso que doy.

Antes de escribir la página más triste de nuestra vida, con la valentía con la que afrontaste tu salud, me dijiste que tenía que seguir llenando hojas a nuestra historia, que lo tuyo no serÍa más que unos renglones más. Con la amabilidad de este medio que cada año me permite decir en voz alta, digo que vivir contigo fue una bendición, y que siempre serás más que unas líneas.

Ya de chiquillos jugábamos a lo que haríamos cuando fuéramos mayores; nunca fuimos más lejos de lo que veÍamos, aunque a veces soñábamos con regalarnos lo que no teníamos, pero nuestra felicidad era la que despiertos vivÍamos, llenando hojas a nuestra historia.

Siempre decías que había que escribir el guion según la vida nos iba dando, ¡y nos premió con mucho! A parte de darnos todo lo que agradeció Violeta Parra, nos dio tres hebras, y luego ellas, los hilos con los que tejimos nuestro telar, el que ahora, yo sólo, contemplo recordando y agradeciendo de por vida a la costurera que lo hizo posible.

Siempre me despido mencionándote alguna canción o poema de los muchos que compartimos. Hoy lo hago con el recuerdo de cuando a través de los auriculares escuchábamos diferentes músicas, y lo rápido que nos sintonizábamos cuando el primero se enteraba de que Silvio andaba buscando su unicornio o John Lennon imaginaba.

Hasta siempre Antonia Flores.