Hoy no hay palabras, ni puedo encontrar la forma para aliviar el dolor tan grande que todos sentimos por la pérdida de Tindaya y Joseba; dos jóvenes vidas que se han apagado de una manera tan trágica". Así se expresó el sacerdote Ismael Martín para tratar de reconfortar a los más de cien de personas que asistieron ayer por la mañana al funeral de los dos pequeños, de 11 y 5 años, que fueron presuntamente asesinados por su madre el pasado fin de semana en su vivienda de Vistabella, en Santa Cruz.

No. Durante la mañana de ayer no había palabras de consuelo para nadie. Allegados, amigos y vecinos abarrotaron la parroquia del tanatorio de Servisa para acompañar a las familias de los dos niños fallecidos en tan trágicas circunstancias.

La tarde anterior, la del jueves, el Juzgado de Instrucción número 1 de Santa Cruz comunicaba a la familia que las autopsias ya habían concluido en el Instituto de Medicina Legal y se autorizaba a las familias a hacerse cargo de los restos mortales de los dos niños, que fueron trasladados al tanatorio. Allí fueron velados hasta la hora del funeral, en la sala diez, por cientos de personas que se acercaron durante la noche y la madrugada al inmueble.

Los asistentes llevaban el dolor reflejado en sus caras y no eran pocos los que, con las lágrimas brotándoles de sus ojos, se preguntaban por qué ha ocurrido esta tragedia. "Qué puede pasarle por la cabeza a una madre para que termine con la vida de sus hijos tan pequeños", exclamaba uno de los asistentes al sepelio ante el abrazo reconfortante de una mujer que enjugaba sus lágrimas en un pañuelo.

"Por qué les han robado el derecho a vivir a mis niños; por qué les han tenido que robar su vida", exclamó el abuelo paterno de Tindaya. Como él, muchos se han hecho la misma pregunta desde que el pasado martes conocieron la tragedia.

Algunos de los comentarios, sin embargo, fueron muy duros y todos ellos tenían como protagonista a la madre de los dos pequeños, quien confesó a la policía desde el pasado martes haber sido la responsable de la muerte de sus dos hijos.