Manchita, una perra bulldog francés, parece que fue el desencadenante de una discusión entre dos vecinos que acabó con la muerte de uno de ellos en plena calle. El policía local de Las Palmas de Gran Canaria José Juan Santana paseaba el pasado domingo, como cada tarde, a su perra por la parte alta de Marpequeña (Telde) cuando F., que vivía junto a su domicilio, le increpó por las molestias que su mascota le ocasionaba y supuestamente le golpeó reiteradamente con una piedra en la cara hasta desfigurársela y causándole la muerte, aunque la Policía Nacional también investiga si el óbito fuera ocasionado por un disparo, según fuentes cercanas al caso.

F., que fue detenido por la Policía Nacional el domingo por la noche después de los hechos, acompañó ayer a los agentes al registro que se realizó en su domicilio durante toda la mañana. Los policías fueron apoyados por los bomberos que les suministraron ayuda técnica, en concreto, iluminaron el domicilio del detenido con varios focos, ya que al parecer se encontraba sin luz eléctrica. Entre el material incautado por la policía se hallaba una escopeta, que pudo ser el arma del homicidio si la autopsia confirma que fue un tiro lo que sesgó la vida de José Juan. Después de registrar la vivienda, sobre las 14.00 horas, el presunto homicida fue conducido de nuevo a las dependencias policiales.

Discrepancias

Según los vecinos, ambos hombres habían tenido algunas discrepancias que les había llevado incluso a denunciarse ante los Tribunales, pero nadie pensó que sus diferencias llegarían a tal extremo. En el caso de F., de unos 40 años, los lugareños lo describen como "una persona con problemas mentales" que ya había protagonizado algún "incidente vecinal" con anterioridad, pero ninguno de carácter violento.

F., separado y con una hija, vivía solo en su casa desde hacía unos 14 años. Fue cerrajero, pero un accidente laboral le apartó de su profesión y empezó a ganarse la vida como vendedor de cupones de OID. Era usual verlo por el barrio. "Desde que se le cayó la viga encima cuando era cerrajero no está bien de la cabeza", reconocen sus propios familiares con los que no mantenía apenas contacto. "A veces se le cruzan los cables", añaden. El detenido era conocido también por frecuentar mucho los bares de la zona.

"Le gustaba mucho el ron", dicen los clientes de uno de los bares de Marpequeña. "Se ve que no estaba bien porque hacía y decía cosas muy extrañas, pero nunca fue violento", recuerda María del Carmen García, dueña de la cafetería San Antón.

Santana, que trabajaba como policía local en la capital grancanaria desde hacía 15 años, llevaba dos años viviendo con su pareja en un piso de Marpequeña separado por un solar de la casa terrera del presunto homicida. El fallecido, de 40 años, solía pasear a su perra por su calle medio asfaltada y rodeada de solares y establos. Sus familiares y amigos recuerdan cómo quería a su perra, "como si fuera una hija". Un animal que, según otros vecinos, no causaba ninguna molestia.