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Las últimas horas del taxista José Delgado

Los familiares reconstruyen cómo ocurrió la desaparición | El juez pone en libertad a los cuatro detenidos, aunque asegura que se “autoincriminan” con sus contradicciones

Las últimas horas del taxista José Delgado

¿Qué pasó entre la noche de aquel 8 de diciembre de 2019 y la tarde del día siguiente cuando José Delgado Naranjo fue visto por última vez con vida por terceras personas? El taxista de 57 años desaparecido en Teror regresó a su casa aquella noche en un taxi después de cuidar de su madre en el barrio capitalino de Casablanca I. Se estima que llegó poco antes de las once de la noche al chalé de La Guanchía y a las once y vente su móvil se conectó por última vez al Whatsapp. Su mujer afirma que al día siguiente estuvo en Teror y una joven declara que lo vio la tarde de ese mismo lunes caminando en pijama y descalzo. Los cuatro detenidos como presuntos autores de su homicidio –su esposa Rosa María Y. O., su hijastro Kilian R. S. N., su cuñado Eduardo J. S. N. y su suegra Expedita N. O. O.- fueron puesto en libertad en la madrugada de ayer aunque investigados como presuntos autores de un delito de homicidio. El juez afirma que ellos mismos se autoincriminan en sus declaraciones, que contienen una “plaga” de incoherencias. Esta es la crónica de la desaparición contada por los testimonios de los familiares.

Rastreo en un depósito de agua

José y su esposa Rosa María empezaron su relación hace nueve años. Comenta Elena, una prima de ella, que eran y siempre han sido una pareja feliz. Tanto que decidieron oficializar la relación con una boda hace cuatro años pese a las dudas que había entre la familia. Era el tercer matrimonio de Rosi, como la llaman, y no veían la necesidad, pero ella aseguraba que estaba enamorada. En aquel enlace participaron Kilian como padrino y Eduardo como fotógrafo. Todo iba a pedir de boca. Sobre todo durante los últimos meses. El marido había decidido comprarle a su mujer un Dacia Sandero, habían ido de viaje a Fuerteventura y ya planeaban convertir en realidad uno de sus sueños: visitar Nueva York después de las navidades. Antes, el conductor tenía previsto ganar algo de dinero con motivo de las fiestas. “Era un currante”, apunta Elena.

El único escollo que se había originado durante la relación era alguna diferencia que José mantenía con Kilian, según cuentan Alba, pareja del hijastro del desaparecido, y Elena. Uno de estos enfrentamientos acabó incluso en un juicio en el que el taxista lo acusaba de haberle robado un anillo de su madre. Aquello quedó en una anécdota más entre otras, como las veces que el joven cogía el dinero que había por la casa, siempre según el testimonio de estas familiares. Pese a todo eso, “Kilian lo quería como a un padre”, apostilla Alba, quién agrega que todo aquello ocurrió porque el joven, que ahora tiene 28 años y es padre de un niño de 2, estaba en la edad “de la tontería” y Rosa quería “darle un susto”.

Captura de un vídeo de Rosa María, la mujer de Delgado, el viernes en el juzgado.

Aquel domingo 8 de diciembre, el taxista había pasado todo el día cuidando a su madre en el barrio capitalino de Casablanca I. No se sabe por qué, pero decidió dejar su uniforme y su coche particular atrás para coger un taxi en dirección a su casa de Teror. Primero lo intentó con su compañero de licencia, pero éste estaba precisamente con un servicio hasta la villa mariana. Entonces se subió a otro taxi que le llevó hasta La Guanchía. El viaje fue normal. No hubo nada extraño. Tuvieron las típicas conversaciones de dos personas que comparten profesión. La hora estimada más o menos de llegada a su domicilio se situó sobre las once menos cuarto de la noche. Para la familia de José Delgado esta fue la última vez que una tercera persona vio por última vez al desaparecido. Poco más de media hora después, a las 23.20 horas, su teléfono móvil dejó de funcionar. Esa es la hora que indica su Whatsapp que se conectó por última vez. Sospechan que aquella noche pasó algo en el número 11 de la calle Lomo Los Silos.

La versión que cuenta Rosa María continúa al día siguiente, 9 de diciembre. Afirma Elena que su prima bajó aquel día a Arucas al supermercado y a dar de baja al teléfono. Después apareció por Teror, donde se encontró con su marido sin teléfono móvil. “Aquí no cabes”, dice Elena que le indicó Rosa María a su pareja. En el coche iban tres personas y la compra, que según la ahora investigada estaba completo por las bolsas. El siguiente paso fue regresar al chalé. Ella lo hizo en el turismo mientras que José Delgado pagó un taxi. Comieron juntos. La sobremesa también la pasaron acompañados. “Rosi se echó en el sofá y se quedó dormida” mientras veía Sálvame, momento en el que él aprovecha para poner los informativos. La tapó y le dio un beso. En ese momento es cuando, declara Elena, se le pierde la pista. Al parecer, abandonó el domicilio familiar y ya no se supo nada más de él.

José no volvió a su hogar. Tampoco hubo denuncia durante las 35 horas posteriores. No fue hasta el día siguiente, martes, 10 de diciembre, cuando Rosa María le comenta a uno de los hermanos que no sabe nada de José. Eran las dos menos cuarto de la tarde cuando le escribe a través de un mensaje por Whatsapp que había salido de la casa bebido, sin documentación ni móvil porque lo había perdido, que había llamado a los hospitales y a las comisarías, pero no estaba por ningún lado. Uno de los hermanos del conductor, policía de profesión, repitió la misma operación. En ningún lado sabían nada de José Delgado Naranjo. Al día siguiente por la mañana, este mismo hermano pasó por delante de la casa del matrimonio para comprobar si había noticias. Nada. Entonces la conminó a que fuera de inmediato al puesto de la Guardia Civil para que interpusiera una denuncia por desaparición.

Casa del matrimonio en La Guanchía

La búsqueda no se demoró. El Instituto Armado puso de inmediato todos sus medios para los rastreos por tierra, agua y aire. Aquella desaparición había sido catalogada de alto riesgo ya que todos coincidían en que no tenía motivos para perderse así como así, sin motivo alguno. Además, necesitaba de medicación diaria. Decenas de personas peinaron los barrancos de la zona, el helicóptero de la Guardia Civil lo hizo sobrevolando el municipio y los componentes del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) se sumergieron en los estanques por si pudiera haberse caído a uno de ellos.

Las horas pasaban. Los días también. Pero ni rastro. No se sabía nada de José Delgado. Su familia sospechaba desde un inicio de su mujer, como indica Sheila Rodríguez, sobrina del desaparecido. “Decía muchas contradicciones y no participaron en las labores de búsqueda” apunta. “Entré a la casa el primer día de la búsqueda y nadie me miró a la cara, no me dijeron ni los buenos días”, agrega. También la acusan de que nunca puso una foto de ellos dos en el Whatsapp, aunque Rosa María, que se dedica a la pastelería, sí que compartió durante las semanas siguientes varios estados en sus redes sociales en los que dejaba claro que lo echaba de menos y que estaba enamorada de él.

Al cuarto día, una joven de El Palmar se enteraba a través de los carteles de la desaparición del taxista y reconoció su cara. Lo había visto el lunes 9 de diciembre en la carretera que baja al barranco del Pino, a pocos metros de su vivienda, en pijama, con unas zapatillas de andar por casa en la mano y caminando descalzo por una carretera. Ella es la otra persona que está identificada como la última persona que vio a José Delgado con vida, aunque hay fuentes familiares que dudan del testimonio. Dudan de que aquella persona fuera él.

El caso se fue diluyendo con el tiempo. La Policía Judicial de la Guardia Civil, en cambio, tenía claro que aquella desaparición no había sido voluntaria. Abrió una investigación y el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 3 de Arucas decidió declara las diligencias secretas. Las pesquisas avanzaban sin muchas novedades. Hasta que durante el confinamiento por el coronavirus llegó uno de los momentos claves. El móvil de José, que según Rosa María había perdido poco antes de su desaparición, apareció. Cayó al suelo cuando movió unos muebles durante una limpieza. Llamó a los investigadores para ponerlo en conocimiento de estos y entregarlo. El siguiente avance en las pesquisas se produjo a principios de esta semana. Miembros de la Unidad de Análisis de Comportamiento de Conducta de la Guardia Civil, compuesta por psicólogos y criminólogos, llegaban desde Madrid para tomar declaración a los familiares. Varios de ellos fueron respondiendo el lunes y el martes a las preguntas. Al tercer día –miércoles- estalló la operación.

Rastreo en busca del taxista José Delgado

Primero actuaron en la casa de Kilian R. S. N. en el barrio de San José del Álamo. Después fueron a la de Rosa María Y. O. en La Guanchía. Y, por último, a la de su hermano Eduardo J. Y. O. en El Palmar. Todos estaban acusados de la autoría del homicidio de José Delgado y de obstrucción a la investigación. Ese mismo día se llevaron a cabo los registros de las viviendas. El jueves se organizó la búsqueda del taxista. Una retroexcavadora examinó un terreno situado junto a la casa del cuñado del desaparecido, donde sospechaban que podía estar enterrado el cadáver. También se peinó la ladera de enfrente de la casa del matrimonio. Por último, los componentes del Giors rastrearon el barranco de Teror, a la altura del puente nuevo. Nada. Ninguna pista. Ningún indicio de su paradero.

El viernes tuvo lugar una jornada maratoniana en los juzgados de Arucas. Los tres detenidos fueron puestos a disposición judicial a primera hora de la mañana, pero sus declaraciones no se produjeron hasta ya avanzada la noche. A las seis de la tarde llegó la suegra, Expedita N. O. O., quien fue llamada a declarar sin acto detención. Todos aseguraron que eran inocentes, que no tenían nada que ver con la desaparición. La vista se alargó hasta las dos de la madrugada, cuando el Ministerio Fiscal, única parte acusadora, no solicitó la prisión provisional. El juez decidió poner en libertad a los cuatro, aunque investigados por un presunto delito de homicidio, porque entiende que “tienen arraigo suficiente” en Teror para no acordar su restricción cautelar de libertad, medida que, subrayó, “tampoco resulta imprescindible para garantizar (…) que no realicen actos tendentes a la destrucción de las prueba del delito (el cadáver de José Delgado)” que no han sido halladas, informó ayer el Tribunal Superior de Justicia de Canarias en un comunicado.

Pese a esta decisión, la autoridad judicial destacó que la propia familia política del taxista es la que “se autoincrimina” como presunta responsable de su hipotético homicidio ante la “plaga de contradicciones” en la que incurren al ofrecer “sus diferentes versiones” de lo sucedido el día de los hechos aquel 9 de diciembre, cuando el conductor fue visto por última vez con vida. Asimismo, el juez apuntó que existen “indicios racionales” de la comisión de un delito de homicidio por parte de los cuatro investigados.

Rosa María, su hijo Kilian, su hermano Eduardo y su madre Expedita tendrán que comparecer ante el juzgado todos los lunes de cada mes. El caso permanece bajo secreto de sumario.

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