Policía Nacional y Vigilancia Aduanera realizaron a finales de la pasada semana y principio de esta el abordaje de cuatro veleros, tres de ellos cerca de las costas canarias, en lo que ha supuesto la mayor operación antidroga en alta mar de España y en la que varios agentes se jugaron la vida entre grandes olas en alta mar. 

Al finalizar la descarga de la droga en el Arsenal de Las Palmas de Gran Canaria, los agentes de Policía Nacional y Vigilancia Aduanera aplaudieron para reconocer dos cosas: por un lado, que habían dado el mayor golpe de la historia de España contra el narcotráfico de hachís en alta mar; y, por el otro, conseguir liberar así la tensión de una semana dura, donde incluso la vida de algunos compañeros peligró durante el hundimiento de uno de los cuatro veleros interceptados a lo largo de la operación. Todo salió bien. La investigación se ha saldado, por el momento, con 35.000 kilos de la sustancia intervenida –de las que 21.200 se incautaron cerca de las costas canarias- y 11 personas detenidas, nueve de ellas búlgaras y otras dos de origen ruso.

El germen de toda la operación estuvo en un velero alemán, de nombre Amaalta y con 17,2 metros de eslora, que levantó las sospechas en octubre del año pasado. Policía Nacional y el Área Regional de Vigilancia Aduanera de la Agencia Tributaria en Andalucía dieron comienzo entonces a unas pesquisas dirigidas por el Juzgado Mixto número 5 de El Puerto de Santa María (Cádiz), que se iban a ir explotando en pequeñas intervenciones silenciosas que pasaban desapercibidas. Primero con el abordaje el pasado 26 de marzo, cuando toda España estaba metida en sus viviendas por el coronavirus, del Phase One, una embarcación holandesa de 17,2 metros de la que se cogieron 4.244 kilos de hachís cuando navegaba a 80 millas al sur de Mallorca. Los agentes tuvieron que lidiar primero con las malas condiciones meteorológicas que había aquel día en el Mediterráneo y después con un intento de sabotaje por parte de los dos tripulantes que incendiaron la embarcación sin éxito .

El siguiente golpe se hizo esperar. Ocurrió el 14 de julio en el golfo de Cádiz. Los agentes interceptado el Hanna, un pequeño velero de 14,5 metros de eslora y de bandera del Reino Unido que llevaba 360 kilos de la misma droga a bordo, una cantidad ínfima en comparación a lo que la organización preparaba para finales de septiembre con cuatro veleros repletos de hachís con un destino aún por determinar. Entre tanto, la red movió la base de sus barcos de Baleares a Canarias, adonde se desplazaron el Carla y el Amaalta, navío este último que hizo que se iniciara la operación. Estos barcos estuvieron durante meses entrando y saliendo a puertos canarios bajo la atenta mirada de los investigadores que les seguían la pista. Uno de ellos incluso llegó a quedarse durante este tiempo a la deriva y tuvo que ser remolcado por Salvamento Marítimo.

Desvío de las rutas

El director general de Policía Judicial de la Policía Nacional, Rafael Pérez, apuntó el pasado miércoles durante la descarga que este movimiento de la organización se debía a la presión policial que se estaba ejerciendo en el Campo de Gibraltar durante los últimos meses, en los que se han desarticulado varias mafias que introducían la droga por el sur de Andalucía a través de narcolanchas. Los narcotraficantes buscaban una nueva ruta donde hubiera menos vigilancia y ahí salió la opción de las Islas. “Ellos pensaban que [modificar las vías por el Archipiélago canario] les aportaba un plus de seguridad, y como vemos no ha sido así; por otro lado, la proximidad a las costas marroquíes les aportaba ese plus de agilidad y rapidez”, aseguró Pérez. Sobre el posible aumento de los costes en el transporte que ello suponía, fuentes policiales indicaron que en este tipo de negocios este gasto es ínfimo en comparación con las ganancias que obtienen después.

Ese plus de seguridad se comenzó a desvanecer a mediados de la pasada semana. Los investigadores estaban haciendo un seguimiento a los cuatro veleros que por esas fechas seguían prácticamente el mismo camino. Supuestamente habían cargado miles de kilos de hachís a la altura de la ciudad marroquí de Kenitra, situada cerca de Rabat a 890 kilómetros al norte de Lanzarote, y habían puesto rumbo sur. Lo hacían uno detrás de otro, con una distancia aproximada de unas 12 horas entre ellos. Pérez destacó el poder de esta organización, que “en menos de una semana ha podido cargar y alijar en sus barcos más de 30.000 kilos de hachís”. No obstante, los investigadores tienen claro que cuentan con decenas de colaboradores para poder cargar tal cantidad de sustancias estupefacientes. Fuentes consultadas destacaron que el alijo de un barco de este tipo en tierra puede alargarse cuatro horas si se tienen ocho personas. En el mar este tiempo se puede duplicar.

El jueves, 24 de septiembre, Policía Nacional y Vigilancia Aduanera pusieron en marcha la explotación de la investigación. El patrullero Sacre de Aduanas zarpó de su base en el puerto de La Luz en dirección al sureste de Fuerteventura. Por allí navegaba el Sweet Breeze -Dulce Brisa en español-, un velero de lujo con bandera británica y de 21,99 metros de eslora. El abordaje fue limpio. A bordo iban dos ciudadanos de origen búlgaro, que en muchos casos ni siquiera pertenecen a la mafia sino que simplemente se encargan de realizar el transporte a cambio de grandes cantidades de dinero. Estos no pusieron oposición alguna. Los agentes se toparon con cientos de paquetes que contenían hachís. Había sido el primero golpe a la organización y a la vez se había convertido en el más duro. En la bodega y en los diferentes compartimentos había 10.700 kilos de la droga. Pero la operación no había hecho más que empezar.

El Sacre regresó a Las Palmas de Gran Canaria. Mientras tanto, ese mismo día y más al norte, sus compañeros del patrullero Águila II, con base en Algeciras, interceptaba en aguas próximas a Gibraltar el Eagle Ray, otro velero de bandera británica y 18,6 metros de eslora, con 9.300 kilos de hachís. La operación ya acumulaba en sólo un día 20.000 kilos de la droga, que la convertían en todo un éxito. Y aún quedaban otros dos barcos más.

Prácticamente al mismo tiempo que el Sacre atracaba en el Arsenal partía el Buque de Acción Marítima (BAM) Meteoro de la Armada Española con varios componentes de Vigilancia Aduanera embarcados. El objetivo: el famoso Amaalta que navegaba a unas 400 millas al sur de las Islas, a la altura de Nuadibú en Mauritania. Los agentes no sabían por entonces lo que se iban a encontrar. El asalto se volvió a producir sin mayores incidencias el sábado, 26 de septiembre. Los dos tripulantes, también de nacionalidad búlgara, fueron detenidos. El problema llegó al comprobar que el velero tenía una vía de agua, que los sistemas eléctricos estaban achicando. Así, los agentes procedieron a transbordar varias decenas de fardos hasta la cubierta del Meteoro para después regresar al Archipiélago. Cuando pusieron rumbo norte se produjo el segundo contratiempo.

Las condiciones meteorológicas se complicaron. En el interior del barco de recreo iban tres agentes de Vigilancia Aduanera que veían cómo la vía de agua aumentaba. Los sistemas eléctricos e hidráulicos dejaron de funcionar. Ocurrió al atardecer y el velero estaba prácticamente a la deriva y batido por olas de varios metros que hacían que desde el Meteoro apenas se vieran sus dos palos. Se hizo de noche, pero el estado de la mar impedía un rescate seguro mediante la zodiac del buque de guerra ya que la maniobra ponía en riesgo a las cuatro o cinco personas que viajarían en él. La situación se complicó. Ya de madrugada, la decisión fue intervenir cuando saltaron las balizas de emergencias que avisaron de que el Amaalta ya estaba prácticamente hundido. Los militares consiguieron rescatar a los tres agentes, que regresaron al BAM sanos y salvos, mientras el velero se iba a pique con parte de los 4.500 kilos de hachís que transportaba.

Operación abierta

Tras el susto, aún quedaba un cuarto barco. El Carla, de pabellón holandés y 16,2 metros de eslora, que había estado merodeando por los puertos canarios durante los últimos meses. El Sacre volvió a salir por la bocana del puerto de La Luz para salir a su paso. Se repitió prácticamente la misma escena que con el Sweet Breeze. Lo interceptaron el pasado lunes, 28 de septiembre, al sureste de Fuerteventura, con dos jóvenes búlgaros a bordo y con centenares de fardos de hachís en su interior ocupando la práctica totalidad de las estancias. Su peso se estimaba el pasado miércoles en unos 6.000 kilos, a la espera de que se llevara a cabo su pesaje oficial. Era el punto y aparte de una investigación larga, ardua, que se había iniciado un año antes y que había dado sus frutos. Aunque ya lo advertía Pérez, aún se pueden producir más intervenciones ya que las diligencias, en las que además del juzgado de Cádiz han participado por ahora el de Instrucción número 2 de Telde y el número 3 de Manacor e Inca, en Mallorca, continúan abiertas y secretas.

Aún queda por saber cuál era el destino de la droga. Los jefes policiales creen que podrían bajar al golfo de Guinea para desde ahí distribuirla a diferentes puntos de Europa por el corredor de Portugal y Galicia. Aunque también se dan las opciones de que tal cantidad sea para abastecer de esta droga al sur de África, donde hay una mayor demanda del hachís, o que incluso sea utilizada como intercambio con cocaína en alguno de los africanos que se están convirtiendo en centro logísticos de los narcos para introducir esta droga procedente de Sudamérica en el mercado europeo.

“Es la mayor operación de la historia de España contra el narcotráfico en alta mar”, apostilló en el muelle del Arsenal el subdirector general de operaciones del Servicio de Vigilancia Aduanera, Manuel Montesinos, quien la puso por encima de otras como la intervención el pasado mes de diciembre de un narcosubmarino semisumergible con 3.000 kilos de cocaína a bordo en Galicia. Y todo ello gracias al trabajo de la Sección IV del BCE-Udyco Central, BCE-Grupo 50, BCE-Greco Cádix, Sección OCT BCCO-Udyco Central, Udyco Mallorca y Las Palmas y Greco Málaga por parte de la Policía Nacional, y la Subdirección General de Operaciones de Vigilancia Aduanera, la red de Oficinas de Inteligencia Marítima y las áreas regionales de Andalucía, Canarias y Baleares por parte de Agencia Tributaria. Todos ellos entraban dentro de aquel aplauso en el muelle del Arsenal que reconocía una investigación ya histórica. El Arsenal de Las Palmas de Gran Canaria se ha convertido durante esta mañana en el epicentro de la droga en España. No obstante, en poco más de cinco días se descargaron en uno de los muelles más de 20.000 kilos de hachís. Arriba, uno de los agentes de Vigilancia Aduanera revisa los paquetes con caracteres árabes en sus lados. A la izquierda, los veleros ‘Sweet Breeze’ (derecha) y ‘Carla’ atracados en el Arsenal.. Junto a estas líneas, los dos búlgaros detenidos sobre el velero ‘Carla’ son testigos de cómo se desestiban los paquetes de los 6.000 kilos de sustancia que transportaban. |

VELEROS VALORADOS EN 5 MILLONES

Los seis veleros que la organización compuesta por narcotraficantes de Europa del Este utilizó para transportar 35.000 kilos de hachís tenían un valor aproximado de más de 5 millones de euros. Uno de ellos, por sus característica, es considerado de lujo. Se trata del Sweet Breeze, de 21,99 metros de eslora, que permanece atracado en el Arsenal de Las Palmas de Gran Canaria. Según indicaron fuentes cercanas a la investigación, se trata de un barco de alta gama, algo poco común entre los narcotraficante. Esta embarcación, un Navitalia Star tasado en unos dos millones de euros, está fabricada en fibra de vidrio, cuenta con dos motores Yamaha de 110 cv cada uno y está compuesto por cuatro o cinco cabinas, según la configuración. Los otros cuatro veleros tenían tamaños algo más pequeños, como el Eagle Ray, que fue interceptado cerca del Estrecho y que cuenta con 18,6 metros; o el Amaalta, que fue el que levantó las sospechas de los investigadores y que con 17,2 metros descansa en el fondo del Atlántico después de que una vía de agua, agravada por las condiciones meteorológicas adversas, hiciera que se hundiera con parte de los 6.000 kilos de hachís que transportaba. | A. C. D.