En casa, con la ayuda de un médico, un enfermero y un técnico del Servicio de Urgencias Canario (SUC) y en cuestión de minutos. El facultativo Alberto Aitor Martell Herrera asistió en la tarde de ayer el nacimiento de una niña en la vivienda de sus padres en el barrio teldense de El Calero. El sanitario, dado el estado avanzado del parto, decidió junto con los padres que la pequeña llegara al mundo entre las paredes de su hogar. Todo salió de diez.

El médico del Servicio de Urgencias Canario (SUC) Alberto Aitor Martell Herrera cuenta que el nacimiento salió a pedir de boca. La pequeña quiso venir al mundo en su casa del barrio teldense de El Calor. Lo hizo en un parto corto, de apenas unos minutos. Y llegó a este mundo con un fuerte grito que demostraba su buen estado de salud. Un equipo de una ambulancia medicalizada asistió ayer a una mujer y a su pareja durante el alumbramiento de su primera hija en la vivienda familiar ante la inminente llegada de la bebé que impedía su traslado al hospital.

A las 13.45 horas el Centro Coordinador de Emergencias y Seguridad (Cecoes) 112 recibió el aviso de que una parturienta había roto aguas en su casa del citado barrio teldense y que necesitaba de traslado inmediato a un hospital dado que el nacimiento de la hija que esperaba era cuestión de algunos cientos de segundos. En sólo cinco minutos, el médico Alberto Martell, el enfermero Carlos Quintana Calero y el técnico Andrés Jiménez Medina aparecieron por la puerta.

Recuerda el galeno: “Cuando llegamos se veía perfectamente que estaba en proceso de coronación, el nacimiento iba a ser inminente y no nos daba tiempo” a trasladarla a un hospital. La decisión, tomada junto con los padres, fue asistirlo allí mismo.

Era el primer alumbramiento para Martell, quien lleva desde hace tres años como médico en una ambulancia del SUC. “Fue una parto muy fácil, sin ninguna complicación. Desde que empezó el proceso expulsivo, desde que ves la cabecita hasta el cuerpo completo hubo dos contracciones. Fue bastante rápido”. La niña al ver la luz soltó un llanto fuerte, su padre se encargó de cortarle el cordón umbilical y la progenitora de darle calor, el piel con piel, entre sus brazos. La pareja se mostró “muy contenta” por un parto que se salió de la común.

La pequeña y la madre fueron trasladadas hasta el Hospital Universitario Materno Infantil, donde ambas quedaron ingresadas en buen estado de salud, según informó ayer el 112. Martell, Quintana y Jiménez, el equipo sanitario, siguió con su jornada laboral después de un servicio que recordarán para toda la vida. “En nuestro trabajo siempre estamos alrededor un poco de las desgracias, de lo que ocurre en la calle; cuando vienen cosas bonitas como esta, con una nueva vida, uno siempre lo recuerda”.