María de los Ángeles Ibarluzea Etxabe, de 66 años, se convirtió ayer de forma oficial en la víctima número 44 de la violencia machistas en España de las 45 que se registraron en 2020 y la 3 de Canarias. El Ministerio de Igualdad señaló que la muerte violenta de esta ciudadana de origen vasco, aunque residente desde hace más de una década en Gáldar, engrosó la lista de mujeres asesinadas a manos de su parejas o exparejas hasta 1.078 desde 2013. Su verdugo fue Manuel Ramón C. G., un sevillano de 44 años con el que mantenía una relación sentimental desde hacía unos pocos meses y que después de una discusión la mató para después calcinarla con el objetivo de borrar todas las huellas. Ahora yace en la cárcel tras admitir la autoría.

La vida de María de los Ángeles, más conocida en el noroeste de la Isla como Mariam o ‘la vasca’, en el Archipiélago se inició hará en torno a 15 años. Casada, su matrimonio no funcionó. Ya separada, vivió en varios puntos entre Gáldar y Agaete hasta que se asentó en la infravivienda de Rojas, el barrio residencial situado entre Becerril y el casco urbano. Allí fue donde comenzó su relación con Manuel Ramón. Ambos se habían encontrado en un punto de recogida de alimentos para personas sin recursos. Ella le había acogido en su particular vivienda. De eso no hacía ni medio año. Se conocieron y hace tres meses iniciaron una relación, como apuntó el amigo de la pareja Johnson Ruiz.

Las desavenencias, al menos públicas, se iniciaron el pasado 24 de diciembre cuando Ruiz le preguntó si iba a pasar la cena de Navidad con un grupo de conocidos. “Este está echando cosas en cara”, en referencia a su pareja, le contestó ella. Y cuando le deseó una feliz Navidad Mariam le respondió: “Para algunos”, según la conversación que recogió la Agencia Efe. Volvieron a intercambiar mensajes al día siguiente. Otro vecino señaló dubitativo que la vio ese día de Navidad. El asesinato ocurriría unas horas después, el 26 de diciembre.

Solo existe el testimonio del asesino confeso. No hay más testigos. Según este, la muerte se produjo durante una discusión. En un momento, empujó a Mariam y esta se golpeó la parte trasera de la cabeza contra el filo de un somier metálico. Murió prácticamente en el acto. Manuel Ramón decidió deshacerse del cadáver. Quería borrar cualquier indicio de lo que había ocurrido. Según indicaron fuentes cercanas a la investigación, utilizó la abundante basura que se acumulaba en el terreno donde ambos vivían para aportar la mayor cantidad de combustible posible a un fuego. Puso el cadáver entre tablas de maderas, colchones y otros materiales y prendió la mecha.

El incendio no pasó desapercibido. Vecinos de la zona lo vieron. Agentes de la Policía Local de Gáldar, que acudieron al punto para preguntar qué era lo que pasaba, lo grabaron ante la posibilidad de imponer una sanción administrativa por prender fuego a basura sin tener el correspondiente permiso. No hubo sospechas del crimen. Las llamas duraron horas. Manuel Ramón consiguió lo que pretendía: deshacerse casi por completo del cadáver de María de los Ángeles. El calor había consumido prácticamente todos los restos.

La desaparición de ‘la vasca’ no quedó en el olvido. Pese a no tener familia en la Isla, sus amigos la echaron en falta. El que más ahínco puso por conocer su paradero fue Ruiz. Ya ese domingo, 27 de diciembre, le escribió para preguntarle por unos huevos que le había encargado. No hubo respuestas al otro lado. La llamó en varias ocasiones. Mismo resultado. Johnson Ruiz decidió ponerse en contacto con Manuel Ramón. La contestación: “Se marchó ayer enfadada”. El amigo sospechó que algo grave había ocurrido. Sospecha que se convirtió casi en certeza al ver que en las inmediaciones de la chabola había unas zanjas hechas en la tierra, que además estaba removida. Al día siguiente -lunes, 26 de diciembre- volvió a preguntar por ella. “Buen día, no he podido comunicarme, lo he llamado y no contesta. Mariam no aparece, dígame algo por favor”. Ese mismo día, Manuel Ramón C. G. había decidido dar el siguiente paso a su plan: huir de la Isla. Cogió un avión con destino Lanzarote.

El martes, 28 de diciembre, al no obtener respuestas del ahora preso, Johnson Ruiz decidió advertirle: “Hola Manuel, me disculpa pero voy a dar parte a la Policía de la desaparición de Mariam porque, como tú no contestas, no tengo otra opción”. A los diez minutos recibió una llamada de él: “Me pidió que no fuese a la Policía porque decía que él en cuatro horas se entregaba”. Ahí fue cuando decidió llamar al 112, después de que hubiera personas que hicieran casos omiso a sus avisos de la desaparición de la mujer, y al lugar se trasladaron agentes de la Guardia Civil y la Policía Local.

A primera hora de la tarde más de una decena de agentes se concentraba frente a la chabola situada entre la autovía GC-2 y el paseo de los Guanartemes. Todos los indicios apuntaban a que allí se había producido un crimen machista y que el autor había huido del lugar. La búsqueda ese primer día dio con unos trozos pequeños de huesos quemados que podrían pertenecer a la víctima. Sin embargo, hacía falta cotejarlos con el ADN de Mariam. Asimismo, los miembros de la Policía Judicial del Instituto Armado hallaron restos de sangre que presuntamente pertenecían a esta en un somier.

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El miércoles, 30 de diciembre por la mañana, Manuel Ramón C. G. se entregó en la Comisaría de la Policía Nacional de Arrecife. Reconoció los hechos. Había acabado con la vida de su novia. El día de fin de año acudió ya detenido con la Guardia Civil a reconstruir los hechos. Permaneció cuatro horas sentado en una silla observando cómo los agentes seguían buscando restos de Mariam. Al final sólo pudieron obtener algunos huesos que sobrevivieron a un incendio del que aún quedaban señales.

El juez ordenó su ingresó en prisión incondicional e incomunicada esa misma tarde por un delito de asesinato. El día 1 de enero, Manuel Ramón cumplió 44 años ya en la cárcel. Ayer el Ministerio de Igualdad reconoció a Mariam como la víctima número 44 de violencia de género en 2020.