Carmelo Saavedra Oliva fue nombrado por este periódico en un reportaje publicado en 2005 como ‘el capitán’ de la calle La Pelota de Vegueta. Por aquella época vivía en solar de Mendizabal, tenía problemas con las drogas y se dedicaba a ayudar a vecinos y comerciantes de la zona en sus quehaceres diarios. Melo o Carmelito, como era conocido cariñosamente, falleció recientemente cuando tenía unos 60 años.

Nacido en La Isleta, era hijo de un señor que se dedicaba muchos años a vender bocadillos con un furgón por El Sebadal. Casado, tenía dos hijos -un varón y una hembra- “estupendos” y se consideraba “una persona normal”, como declaró a LA PROVINCIA / Diario de Las Palmas en aquel artículo. Las fotografías reflejaban cuál era su rutina desde 1996, cuando comenzó a vivir en la calle y a deambular por La Pelota, Mendizabal y el Mercado de Vegueta. Sobre el empedrado se encargaba de instalar y recoger las terrazas de los bares y restaurantes que por entonces emergían en el barrio histórico de la capital grancanaria.

Se sentía querido por los vecinos. “Incluso se ocupan de mi”, alegaba para explicar que si se sentía enfermo quienes lo conocían llamaban a una ambulancia, lo llevaban al médico o le acompañaban a una farmacia para comprarle medicamentos. Pilar, una de las residentes de La Pelota, le prestaba su azotea para que se duchara, a veces le cocinaba pescado e incluso llegaba a lavarle la ropa a cambio de que le ayudara con los recados.

Melo trabajó como cocinero y camarero en hoteles del Sur, jugó al fútbol en el Racing y el Victoria, y cuando cumplía el servicio militar fue delantero en un equipo de la localidad gaditana de San Fernando. Esa pasión por el balompié tuvo continuidad en su hijo, quien también lo practicó.

Probó las drogas cuando tenía 30 años. “La fumé sin conocerla, una tontería en la que cuando te das cuenta ya estás metido hasta el fondo”. Dormía sobre un colchón en un solar de la calle Mendizábal. Contaba que esa falta de hogar era la que le hacía que siguiera metido en las drogas. “Dejarla es fácil, te metes en un centro y ya está; lo difícil viene después cuando vuelves a la calle porque no tienes casa”, apuntaba.

Y en la calle se buscó la vida. Haciendo recados y recogiendo y poniendo terrazas, pero también limpiando coches o como aparcacoches en torno a la calle La Pelota, a la que en aquel artículo agradeció el apoyo que sus vecinos le mostraban, tanto que decía que se sentía “como si estuviera en familia, en casa”.

Los vecinos vieron durante los últimos meses que el estado de salud de Melo o Carmelito, que había estado ingresado en un hospital por una enfermedad, había empeorado. Recientemente recibieron la noticia de su fallecimiento. Murió ‘el capitán’ de La Pelota .