El padre del niño presuntamente asesinado por su madre Ana María B.L. el 10 de octubre de 2019 en Huércal de Almería (Almería), para la que la Fiscalía pide prisión permanente revisable, ha manifestado este miércoles durante la tercera sesión del juicio con jurado que el menor de siete años tenía "miedo" de la acusada, de modo que incluso "sufría cuando estaba con ella" durante los días que le correspondía su cuidado en el régimen de visitas establecido.

"La madre lo tenía cada vez más presionado", ha asegurado el padre del niño de siete años en un extenso y detallado relato, en el que ha reconocido que tanto él como su familia temían que la acusada pudiera fugarse con el menor especialmente durante los días previos al crimen, en los que se había celebrado un juicio de revisión de medidas de guarda y custodia del niño, ya que la mujer no lo llevaba con regularidad al colegio y lo tenía desatendido, incluso sin darle de comer.

Durante la vista, en la que también han declarado los abuelos paternos y el tío del menor, los familiares han trasladado sus continuas sospechas sobre la intención de Ana María B.L. de "fugarse" con el niño a partir de las manifestaciones que este les había hecho, como que su madre "le iba a pintar el pelo y se iban a ir" o que lo iba a "tirar a un pozo", según han referido. "Quería hacerme daño a mí y a mi familia", ha recalcado.

El padre y el resto de familiares han detallado todos los mecanismos que activaron para llamar la atención sobre el trato que recibía el niño por parte de la madre mediante denuncias a la Guardia Civil, llamadas a la Policía Nacional, reuniones con el centro escolar y solicitudes de apoyo a los servicios sociales de Berja, Laujar de Andarax, Alcolea y Huércal de Almería, sobre todo desde que el padre fue absuelto en un juicio por malos tratos en abril de 2019, tras lo que ella habría querido retomar la relación.

Los familiares paternos del menor han dicho que durante ese periodo la acusada mostraba tener "un diálogo muy correcto", sin que identificaran algún tipo de trastorno, aunque han reconocido un "acoso constante" en cuanto a las llamadas que realizaba y su permanente insistencia a estar con el menor. Todos han asegurado desconocer que estuviera hospitalizada por problemas mentales en 2017 mientras que tampoco sabían con exactitud el motivo por el que estuvo ingresada nueve días durante el verano de 2019, cuando quedaron a cargo del menor.

Tanto el padre como el resto de familiares, que han declarado en sala separados por una mampara de la acusada, han asegurado que estaban "volcados" con el menor, quien disfrutaba durante los periodos que pasaba en el pueblo y que mostraba reticencias cuando tenía que volver con la madre. "Por las noches me decía que sacara el calendario para ver los días que estaba conmigo, para hacerse él a la idea, y a veces que me preguntaba que por qué días tenía que estar más días mamá. Y yo le decía que cuando estábamos juntos hacíamos lo que queríamos y él se quedaba consolado", ha narrado el padre, quien ha tenido que sobreponerse en varias ocasiones.

Según los testigos, fue especialmente tras la resolución del juicio por malos tratos cuando la mujer comenzó a llamar insistentemente para retomar la relación y controlar al menor, si bien los familiares, por el contrario, solo podían contactar con el niño a determinadas hora cuando ella quedaba a su cargo. "Cuando pasaban tres o cuatro días que no cogía el teléfono, nos plantábamos en Almería", ha explicado el abuelo del niño.

"Creíamos que se lo iba a llevar"

Según el testimonio de los familiares paternos la situación se recrudeció al inicio del curso porque la mujer no llevaba al niño al colegio y acudía a casas de amigos, vecinos y familiares hasta altas horas, donde el niño era alimentado, según han explicado. Asimismo, han trasladado sus sospechas de que durante los primeros días de octubre la mujer habría intentado irse con el menor.

En concreto, han detallado que el día antes del juicio por la revisión de medidas de custodia, sobre el 3 de octubre, la mujer no llevó al menor al colegio y fue sorprendida por el tío paterno del niño cuando salía con el pequeño del garaje tras decirle que no estaba en casa. El hombre cortó con su coche el paso a la acusada, cuya maniobra llevó a Ana María B.L. a tomar un desvío hasta el centro escolar donde esperaban los abuelos, quienes estaban acompañados del director.

"El niño se vio protegido al verse con nosotros y le dijo 'mami, dile a los abuelos y al tite dónde querías llevarme'", han relatado los abuelos, quienes cinco días más tarde, en otra llamada, fueron alertados por el menor de que su madre "se lo quería llevar", con lo que se desplazaron a Huércal de Almería y dieron aviso a la Guardia Civil. Al llegar a su casa vieron que tenía "un tiznón en la pierna" de "querer meterlo en el coche".

En esos mismos días, en los que el padre se vio obligado a interponer una nueva denuncia tras recibir 185 mensajes de Whatsapp de la mujer en la que insistía en retomar la relación, el niño estaba "nervioso" pero también "esperanzado" de poder irse con él si obtenía su custodia, la cual se le notificó por medio de su abogada el día en que se cometió el crimen.

El padre y resto de familiares también han relatado algunas situaciones vividas durante el verano previo que el menor pasó en Alcolea, al cuidado de la familia paterna incluso cuando la acusada estuvo hospitalizada nueve días, tras lo que también se desplazó al municipio. "Su padre me dijo que estaba perfectamente para hacerse cargo del niño, pero a mí no me daba la impresión de que estuviera bien", ha dicho el padre del menor quien ha relatado un episodio en el que la mujer quiso llevarse "por narices" al pequeño con ella, lo que motivó la presencia de la Guardia Civil y una disputa que no se resolvió "hasta las dos menos cuarto de la mañana".

Asimismo, han dado cuenta de otro momento que tuvo lugar el 23 de septiembre en el que el menor mandó a su abuela dos notas de voz a través de Whatsapp en las que le decía que su madre el estaba "haciendo daño", lo que movilizó a toda la familia para desplazarse a la vivienda de la acusada, donde también se personó la Guardia Civil que encuadró los hechos en una "travesura", según el padre.

Sergio Fernández, quien ha negado que él llegara nunca a acompañar a la mujer al psicólogo, ha afirmado que su expareja comenzó a mostrarse distante el día que nació el niño, de modo que incluso tenía que "salir en todas las fotos" que se le hacían al pequeño, al cual quería tener apartado de sus abuelos paternos.

Así, la relación se fue deteriorando hasta que en abril de 2017 le denunció por violencia de género y él tuvo que abandonar la vivienda, si bien con ello se inició un régimen de custodia. "Ella tramaba algo porque recibía visitas de su padre y de su hermano y no me lo decía", ha explicado antes de detallar que las discusiones entre la pareja se habían acrecentado meses atrás por el continuo interés de la mujer de estar junto al niño sin que apenas tuviera momentos a solas con él.