Queridos amigos, hoy tenemos la triste noticia del fallecimiento de la Madre Pino Vega, Dominica, quien durante muchos años ha sido un pilar fundamental no solo en su congregación y en el Colegio San José Dominicas, sino también en Escuelas Católicas de Las Palmas y de Canarias. Siempre estuvo presente, defendiendo con la intensidad y entrega que siempre le caracterizó la labor y el papel que nos corresponde desempeñar. Comprometida personalmente con la organización, y ocupando puestos de responsabilidad que no siempre eran agradables, y con un espíritu de servicio encomiable, contribuyó desinteresadamente y de forma imprescindible con el trabajo que llevamos a cabo, ayudando, apoyando, impulsando y tratando de corregir nuestros fallos, constructivamente, con cariño y proximidad, dispuesta a ser la primera en implicarse en todo lo que fuera necesario.

Una parte importante de lo que Escuelas Católicas de Canarias es hoy día se lo debemos a nuestra Pino, que junto con otros religiosos y religiosas de distintas congregaciones que compartieron con ella todos estos años de aventura educativa y “político-social”, han luchado y siguen haciéndolo para que se reconozca la labor que llevamos a cabo y el importante papel que nuestras instituciones han tenido, y están llamadas a seguir teniendo, en la sociedad canaria, tanto elementos evangelizadores como educativos.

Personalmente, es mucho lo bueno que tendría que decir sobre ella y agradecerle, aunque posiblemente no es el lugar ni el momento, cuando se mezclan los sentimientos de tristeza y agradecimiento con la seguridad de que ahora está merecidamente en la plenitud de Dios. Pino fue una de esas personas que desde mis inicios en Escuelas Católicas en el año 1989 confió plenamente en mí, no en lo que conocía de nuestro sector, que entonces era muy poco, sino en el potencial de lo que podría llegar a contribuir para defender lo que representamos. Para eso, fue una maestra destacada y permanente en el largo, en ocasiones duro, pero siempre gratificante, camino que compartimos todos los que formamos Escuelas Católicas, y cuyo valor principal es constituir una verdadera familia.

Ahora, le toca descansar junto al Padre, y, a nosotros, rezar por ella y dar las gracias a Dios por la bendición de haberla conocido y haber compartido juntos tantos años de vida y experiencias. Siempre estarás en nuestros corazones y en nuestros recuerdos.

Descanse en paz y en la Gloria del Señor.