J. R. H., entrenador de baloncesto y monitor de este deporte en un colegio de Tenerife, ha sido condenado a 10 años de prisión, y otros cinco años de libertad vigilada, por un delito continuado de abusos sexuales a una menor de 13 años, según la sentencia de la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife a la que ha tenido este periódico. El condenado deberá también indemnizar a la menor en la cantidad de 6.000 euros en concepto de daños morales y tendrá la prohibición de acercarse a menos de 500 metros de cualquier lugar en el que se encuentre la víctima durante los 12 años posteriores al cumplimiento de la condena de privación de libertad. Igualmente se le prohíbe cualquier tipo de comunicación con ella por cualquier medio.

Según el fallo, el ahora condenado contactó a través de redes sociales con la menor que, en julio de 2018, no pertenecía al equipo de baloncesto que éste entrenaba. Sin ocultarle su identidad, J. H. R. le facilitó a la víctima su número de teléfono y, sin ocultar su identidad, convenció a la menor para encontrarse con ella a solas en dicho mes o principios de agosto en los exteriores del Parque Marítimo de la capital tinerfeña.

En dicho encuentro, tal y como figura en los hechos probados durante el juicio, el hoy condenado le preguntó si quería mantener relaciones sexuales con él, logrando abusar de ella con tocamientos, aunque "no se tiene constancia absoluta" de que hubiera penetración. Aproximadamente un mes después, ambos volvieron a encontrarse en un aparcamiento del barrio capitalino de Añaza, produciéndose la misma situación en los asientos traseros del vehículo de J. R. H.

En noviembre, se produjo un tercer encuentro entre el entrenador de baloncesto y la menor, a quien recogió en su coche a la salida del colegio para trasladarse ambos a la parte alta de dicho barrio santacrucero, donde existen unas naves industriales. Un encuentro en el que el monitor de baloncesto logró mantener dos relaciones sexuales completas con penetración con la menor, según la sentencia.

El procesado también le pidió a la menor que le enviara fotografías de ella desnuda, a lo que ella se negó.

Según el fallo, el condenado se sirvió de la corta edad y falta de madurez de la menor , sin que conste que hubiera empleado violencia física.

Dichos hechos fueron denunciados por el padre de la menor ante la Brigada Provincial de la Policía Judicial (Grupo de Menores) del Cuerpo Nacional de Policía en Santa Cruz de Tenerife.