El juicio por prostitución coactiva y otros delitos seguido en la Audiencia de Zaragoza a diez personas acusadas de explotar sexualmente a mujeres colombianas en pisos de Zaragoza ha girado hoy en torno a la declaración de varias testigos protegidas y otras que lo han hecho presencialmente. De las primeras, algunas no han podido ser localizadas y el secretario judicial ha leído sus manifestaciones en sede policial y otras han intervenido en videoconferencia.

Mientras que las testigos protegidas hacían hincapié en que vinieron a España “engañadas” con la promesa de un trabajo en la hostelería o la limpieza y que se vieron obligadas a prostituirse para pagar una “deuda” contraída con la presunta organización por el precio del billete desde Colombia, las que han intervenido directamente en la sala de vistas han asegurado que sabían a lo que venían a España y que en ningún momento se coartó su libertad de movimientos. 

Una de ellas ha declarado que se realizaban ceremonias de santería, con la realización de “baños” para atraer más clientes. "Vine engañada a España", ha señalado una de las comparecientes. Una testigo ha señalado que M. S. A., también acusado de tráfico de drogas, fue la persona que la fue a recoger al aeropuerto de Barcelona y que, una vez en Zaragoza, le presentó a su hermana Tatiana, otra acusada, en un piso de Zaragoza. “Debía devolverles el precio del billete y un poco más”, ha asegurado.

Otra de ellas ha manifestado que, tras retirarle el pasaporte “hasta la devolución de la deuda”, mostró su extrañeza por el tipo de trabajo que debía realizar. A lo que le respondieron, según su versión: “Esto es lo que hay”. “El piso estaba abierto las 24 horas para atender a los clientes”, ha narrado, por lo que decidió escapar tras recibir amenazas de uno de los acusados.

"Me dijeron que aquí ganaría dinero fácilmente"

Otra testigo protegida, la número 11, ha declarado que fue a Zaragoza porque le dijeron que en España “ganaría dinero fácilmente”. “Ellos se quedaban la mitad de mis ingresos”, ha precisado, y ha añadió que su “deuda” con la organización ascendía a 5.000 euros. En otros casos, el importe cobrado por las mujeres era del 25% del total.

Una declarante ha señalado que el billete de avión que debía devolver costó 3.500 euros y que cobraba 60 euros por servicio de media hora, con la obligación de realizar felaciones sin protección. “También ofrecíamos drogas”, ha dicho, “a 70 euros el gramo de cocaína”. “La madre de Milton llegó al piso y nos dijo el precio de los servicios”, ha añadido.

"Había total libertad para entrar, salir y trabajar"

El marido de esta última, en videoconferencia desde Canarias, ha recalcado que fue él quien, con sus ingresos, derivado del cultivo agrícola, adquirió un chalet en La Muela que, según el fiscal, se compró con los beneficios que generaba la prostitución.

Tres jóvenes que han declarado en la sala de vistas han ofrecido un panorama totalmente opuesto. “Había total libertad para entrar, salir y trabajar”, ha dicho una de ellas. “Cada una de nosotras teníamos nuestra llave y podíamos salir en cualquier momento”, ha agregado.

“No nos pedían que vendiéramos droga”, ha continuado, y ha precisado que pagaban 150 euros semanales por el alquiler de sus habitaciones.