«Mi hija me faltó el respeto, me dijo que yo estaba vieja, que ya no servía como mujer, y ella era joven y sí podía satisfacer a un hombre. Reaccioné mal y perdí el control total». Esas fueron las justificaciones que dio ayer una madre en el juicio por intentar asesinar con un cuchillo de cocina a su hija de 16 años en Aldaia, a quien responsabilizaba de tener sexo con su pareja y padre de su otra hija, obviando por completo que era el padrastro quien, aprovechándose de la diferencia de edad, estaba abusando sexualmente de ella. Finalmente la policía también acabó arrestando al hombre por un delito contra la libertad sexual de la menor, quien apenas tenía quince años cuando se iniciaron los primeros contactos sexuales.

La procesada, de 37 años y nacionalidad ecuatoriana, se enfrenta a una pena de trece años de prisión por un delito de asesinato en grado de tentativa, ya que le causó lesiones en zonas con grave riesgo vital —el cuello y la parte superior de la espalda— sin que tuviera posibilidad de defensa, según sostiene la Fiscalía, con la agravante de parentesco. Por su parte, su defensa solicita una pena de solo un año de cárcel al considerar que los hechos son constitutivos únicamente de un delito de lesiones y contemplar hasta cuatro circunstancias atenuantes; la confesión, la obcecación, la reparación del daño y las supuestas dilaciones indebidas.

Los hechos, juzgados ayer en la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Valencia, ocurrieron el 25 de junio de 2018 en el domicilio familiar, situado en la localidad de Aldaia. A principios de mes la acusada ya había acudido a la comisaría de Xirivella a denunciar un posible caso de abusos sexuales a su hija al sospechar que su pareja estaba manteniendo relaciones sexuales con la menor desde que tenía quince años.

El relato de los hechos

Mientras se aclaraban estos hechos, y después de que su hija se escapara de casa, la menor estuvo viviendo una semana en el domicilio de una tía, pero ésta, al ver que su padrastro seguía acosándola, le pidió a su madre que se la llevara. Fue ese día, nada más recogerla y llevarla de regreso a casa, cuando madre e hija comenzaron a discutir por la relación con el padre de su hermana pequeña.

Según declaró la acusada ayer en la vista oral, el padrastro se presentó en la vivienda y le dio un beso en los labios a la menor en su presencia, hecho que hasta ahora nunca había manifestado.

«Me sentí muy mal, me sentía traicionada por los dos», esgrimió la procesada. Cuando se marchó su pareja las recriminaciones hacia su propia hija subieron de tono. En el inmueble se encontraba también la hija pequeña, de doce años, que estaba escuchando música en una tableta y apenas entendía lo que se decían la una a la otra, según declaró ayer dicha testigo.

Cuando la pequeña salió y se dirigió a la cocina, se encontró a su hermana tendida sobre un charco de sangre y a su madre con un cuchillo en la mano, que soltó nada más verla. Según la versión de la acusada, nada más darse cuenta de lo que había hecho, al ver cómo brotaba la sangre de la cuchillada que tenía en la espalda, taponó la herida con un trapo y llamó a la policía. No obstante, los agentes de la Policía Nacional que acudieron al domicilio no encontraron ningún trapo manchado que indicara que alguien había estado tratando de ayudar a la menor.

Inicialmente por teléfono le dijo a la policía que «creía haber herido» a su hija con un cuchillo «accidentalmente». Aunque nada más abrir la puerta a los agentes admitió su responsabilidad, de ahí que su defensa argumente la atenuante de confesión y arrepentimiento espontáneo.

La hermana pequeña llevó a los agentes hasta el cuchillo que había empleado su madre, el cual estaba escondido en un barreño de ropa sucia. Según la argumentación que dio la niña, fue ella quien lo escondió allí para que su madre no se autolesionara, «porque estaba llorando y se quería matar», aunque no supo explicar por qué el arma estaba limpia, lo que llamó la atención de los policías.

La víctima presentaba una cuchillada en la espalda que le provocó un hemotórax y le afectó el pulmón, así como un corte en el cuello, heridas por la que requirió hospitalización y tratamiento quirúrgico. La joven, que ahora tiene 19 años, se acogió a su derecho a no declarar contra su madre y retiró en el juicio la acusación, que sí mantuvo el Ministerio Fiscal dada la gravedad de los hechos.