La violencia con la que los agresores de Samuel le atacaron evitó que algunos de los jóvenes que estaban en la zona del andén de Riazor la noche del 3 de julio, no se metiesen en el tumulto para protegerlo. Así se recoge en el sumario —del que este diario está informando desde el martes— y así lo hace constar en su declaración ante la magistrada del Juzgado de Instrucción número 8 de A Coruña, uno de los testigos, que aseguró que él estaba relativamente cerca del lugar en el que se originó el conflicto, que se acercó a mirar y que pensaba intervenir, aunque no conocía a ni a la víctima ni a los dos primeros agresores.

En su declaración relata que, a los pocos segundos, de que Samuel y su agresor se cayesen al suelo, “empezó a pasar gente corriendo” por detrás de él y que agredieron al joven. Pensó en meterse en la pelea, pero vio que “empezaban a caer botellas” y, entonces, “pasó”. Y es que, según declaró ante la magistrada, eran como unas “diez personas” las que estaban agrediendo a Samuel y él iba solo con un amigo, por lo que evitaron verse involucrados en la trifulca y solo se acercaron a la víctima cuando la turba se había disuelto, ya en el número 2 de la avenida de Buenos Aires. Según su relato, en la agresión se rompieron botellas, pero no vio navajas, tal y como refirieron otros testigos.

En su declaración destaca que eran los mismos los que pegaban a Samuel que los que lo perseguían, y que fue su amigo el que llamó a la Policía para que se acercase a Riazor para poder intervenir. Describió que lo que vio fue “un tumulto de gente pegando a alguien”.

De las declaraciones de los testigos directos se desprende que solo Ibrahima y Magatte, los dos hombres senegaleses que pasaron por el andén de Riazor cuando ya se había iniciado la agresión, se atrevieron a intentar auxiliar a Samuel. Ibrahima, protegiéndolo con su cuerpo y Magatte, poniéndose delante de la turba, con los brazos extendidos, para frenarla y que los golpes no les llegasen a su amigo y al ya malherido Samuel, al que intentaban salvar la vida.

Por estos hechos hay seis detenidos, tres varones mayores de edad y dos menores, que están privados de libertad desde el 9 de julio, y una joven, pareja de uno de los adultos, que está libre, pero con la obligación de comparecer en el Juzgado. A todos ellos se les investiga por un delito de homicidio o de asesinato, a concretar durante la instrucción. Al cuarto detenido, que defiende que él estuvo presente en la pelea, pero para intentar separar a sus amigos con el fin de que no agrediesen a Samuel, se le imputa además un delito de apropiación indebida, al haberse llevado el móvil de la víctima. En sede judicial declaró que se lo había encontrado y que se lo había quedado aunque, al darse cuenta días después de que pertenecía al fallecido, lo había tirado a un contenedor.

El auto en el que la magistrada transforma el procedimiento para que se rija por la Ley Orgánica del Tribunal del Jurado, para que sea un tribunal popular quien enjuicie a los acusados, incluye un relato de los hechos basándose en las pruebas recogidas hasta el momento. La Policía Nacional no ha dado por terminada la investigación ni descarta que se produzcan más detenciones relacionadas con este caso, ya que quedan todavía pruebas por analizar, como el volcado de los teléfonos de los detenidos y también un objeto metálico incautado en casa de uno de los menores, que podría coincidir con una de las heridas que tiene Samuel.

En este relato de los hechos, la magistrada recoge que el primer detenido, D.M.M., que iba acompañado por su novia, C.S.B., increpó a Samuel y a su amiga Lina al creer que los estaban grabando. Entonces, “tras insultarlo”, lo agarró por el cuello y lo empujó en varias ocasiones “llegando a tirarlo al suelo, donde le propinó puñetazos en la cara”. En esta parte del auto no consta específicamente que se dirigiese a la víctima como “maricón”, tal y como refirieron sus amigas. El relato de los hechos incluye que a la agresión se sumaron, “entre otros”, el segundo detenido (A.M.M.) y el cuarto (K.A.S.C.), que golpearon a Samuel hasta que llegaron Ibrahima y Magatte. El primero, lo levantó del suelo y trató de llevárselo del lugar y caminaron hacia Rubine, mientras Magatte intentaba contener a los agresores “sin conseguirlo dada su superioridad numérica, de modo que, al eludirle, golpeaban nuevamente a Samuel, con patadas y golpes en la cabeza”, hasta que, a unos 150 metros del lugar donde se inició la agresión, tras cruzar todos los carriles y debido a todos los golpes, la víctima se desploma en la calzada. Ibrahima lo recoge y lo traslada a la acera, donde le auxilia también otra persona. El relato de los hechos sitúa a la chica en el lugar en todo momento —ella había declarado que se había ido— y como incitadora de la agresión. Samuel falleció a las 6. 50 horas por traumatismo craneoencefálico y hemorragia subaracnoidea —un sangrado entre el cerebro y la membrana que lo rodea—.