Caso Abierto - La Provincia - Diario de Las Palmas

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Los policías ratifican la estrecha relación entre Déborah y el autor de su muerte

La hermana (2º izq.) y prima (1º der.) de Déborah junto a sus representantes legales, ayer. / MARTA G. BREA

Poco a poco la investigación judicial del caso Déborah va cogiendo forma. Y lo hace apuntando directamente en una –única– dirección. Tras los recientes informes del Instituto Toxicológico de Madrid que certifican que las fibras halladas bajo las uñas de la joven viguesa tras la exhumación de su cuerpo son “compatibles” con las de dos mantas que pertenecieron en su momento al principal sospechoso, con el que había mantenido una relación sentimental; las últimas declaraciones de testigos ante el Juzgado nº 2 de Tui cercan todavía más la autoría del crimen a un conocido de la víctima.

Así lo evidenciaron dos agentes de policía que prestaron declaración ayer. Uno fue el investigador que incoó el procedimiento en 2002, cuando se halló el cadáver de Déborah en una cuneta tras diez días desaparecida, y otro el policía que dirigió la exhaustiva investigación de 2009 y 2010 –conocida como Operación Arcano–, que apuntaló la teoría de las pistas falsas en el escenario del crimen así como la hipótesis de que el culpable era alguien “estrechamente relacionado” con la joven.

“La declaración pone voz a la última persona que estuvo con Déborah”

Ramón Pérez Amoedo - Abogado de la familia de Déborah

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Ambos testigos ratificaron sus pesquisas, especialmente este último por su relevancia para el devenir del caso. Y es que la investigación daba palos de ciego hasta que los agentes de la UDEV de Madrid cogieron las riendas del caso en 2009 y decidieron no fiarse de las apariencias: lo “aparente” era que quien había matado a Déborah tendría que ser “necesariamente” el varón al que pertenece el ADN del semen que fue hallado en el cuerpo de la joven pero, ¿y si aquello era una realidad una “maquinación” para despistar? Así, en este transcendental informe se desgranan hasta cuatro hipótesis.

La que apunta como más probable es que el autor de la muerte era alguien “estrechamente relacionado” con ella, con el que la joven va a su domicilio. La muerte se produce con ella todavía vestida si bien le quita la ropa al temer que quedasen vestigios biológicos que lo incriminasen.

Posteriormente oculta el cadáver durante días en un lugar cerrado a baja temperatura, quizá un arcón congelador. Y finalmente, quien la mató, acabó depositando el cuerpo en O Rosal, un lugar lejano a Vigo pero con la intención de que fuese descubierto. Del cuerpo y pelo de la joven se extrajeron hasta 21 fibras de varios colores, pertenecientes a una manta o alfombra con la que la trasladaron y un cordón verde de seda. El resto de elementos que fueron recogidos –el semen, el preservativo y un pañuelo– no eran más que pistas falsas para despistar las pesquisas.

Junto a estas dos testificales sobresale una tercera también de vital importancia y que a diferencia de lo que ocurre en estos casos, declaró ayer en sede judicial por primera vez: la última persona conocida que habló y vio con vida a Déborah, su prima. Con ella estuvo paseando la tarde del 30 de abril de 2002, día de su desaparición, hasta que se despidieron, en torno a las 20.30 horas. Los abogados de la familia resaltaron la importancia de esta testifical principalmente por ser también la primera persona que llama al principal sospechoso al día siguiente pensando que Déborah se encontraría con él. “Tiene guasa que la última persona que la vio con vida sea citada a declarar 19 años después. Ella ha estado en contacto directo con la Policía y con esto queremos que en la causa judicial consten muchas cosas que no constan policialmente”, recalca Rosa Fernández-Cervera, hermana de Déborah.

Diligencia clave

A mayores, este pasado día 30 de septiembre tuvo lugar por parte de peritos especializados de la Policía Nacional una segunda inspección al vehículo que por aquel entonces empleaba el exnovio de la joven. Esta diligencia tuvo lugar en un aparcamiento ya que no fue posible retirarlo del mismo para su traslado a un laboratorio. De la primera revisión no se obtuvo nada, literalmente, ya que, tal y como explica la Fernández-Cervera, estaba “completamente limpio”. La práctica de esta diligencia busca conocer si el cuerpo de Déborah pudo ser transportado en el vehículo del que un testigo destacó en su día su mal olor. El dueño lo justificó diciendo que llevaba una caja de langostinos dentro, pero la duda ya estaba sembrada.

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