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Cataluña

Mujeres policía para investigar la violación de Igualada

22 de los 36 agentes que integran la Unidad de Agresiones Sexuales son mujeres, como lo es también su responsable | Trabajan sin dar por hecho que se trata de un ataque grupal y mantienen todas las hipótesis abiertas

Una agente de los Mossos d'Esquadra.

Los agentes de los Mossos d’Esquadra que tienen estos días más presión sobre su espalda son los 36 que forman parte de la UCAS (Unidad Central de Agresiones Sexuales). Son quienes buscan al violador -o violadores- que atacaron a la menor de Igualada el pasado 1 de noviembre, un caso que, debido al grado de crueldad infligido a una adolescente de 16 años, ha conmocionado a la sociedad catalana. “Están haciendo todo lo que pueden, y más”, subrayan fuentes policiales consultadas por este diario, que añaden que estos investigadores -investigadoras, en realidad- tienen a su disposición los recursos del resto de unidades que reclamen. Resolver este asunto es algo “prioritario”.

La responsable de la UCAS es una mujer, como lo son también 22 de los 36 policías que la integran. Diariamente se denuncian una media de algo más de dos agresiones sexuales en Cataluña, según los datos del cuerpo autonómico. La inmensa mayoría de estos delitos los sufren mujeres y los cometen siempre hombres. Debido a que los organismos policiales han sido históricamente lugares de hombres y que los puestos de investigador son plazas deseadas a las que se accede tras algunos años de experiencia, lo que acababa pasando casi siempre es que mujeres atacadas por hombres tenían que ponerse en manos de hombres para recibir justicia. Los responsables de los Mossos creyeron que tal vez sería menos complicado para las víctimas abrirse y declarar ante un policía que también fuera mujer.

A finales del invierno de 2020, en el último acto público que los Mossos pudieron celebrar antes de que el temporal del coronavirus arreciara, se anunció el nacimiento de la UCAS. Se presentó durante unas jornadas policiales en las que se afirmó que la lucha contra la violencia sexual sería un objetivo primordial para el cuerpo. Se dijo solo que su jefe sería una mujer.

La unidad, que lleva un año en activo, ha surgido tras un proceso de selección que ha priorizado contar con buenas investigadoras más que hacerlo con buenos investigadores. El resultado ha sido una proporción de género que es una anomalía dentro de un cuerpo policial que, como cualquier otra fuerza de seguridad, todavía anda lejos de alcanzar la paridad: en la UCAS la cifra de mujeres dobla la de los hombres.

Una de sus responsables directas, en una entrevista reciente con este diario, subrayaba que para este grupo era tan importante resolver los crímenes como hacerlo sin revictimizar a las denunciantes con un proceso de búsqueda que echara sal a las heridas. Para demostrarlo explicaba el caso de una mujer que requirió tres sesiones distintas para terminar su declaración. Al recordar la agresión padecida, se rompía y las investigadoras tenían que detener las preguntas, recoger y regresar otro día. Regresar otro día porque otra de las normas de la UCAS es que sus integrantes tratan de ahorrar el trámite a las víctimas de desplazarse a la comisaría y redactan la denuncia donde les resulte más cómodo. Así ha ocurrido también con el caso de la víctima de Igualada, que tiene por delante muchos días de hospitalización, que va recordando poco a poco qué le sucedió y que ha ido hablando a cuentagotas con las policías que se han acercado esta semana a Sant Joan de Déu.

Agresores en serie, múltiples o desconocidos

La UCAS investiga todas las agresiones sexuales que cometen autores desconocidos, o que actúan en serie, o que han violado en grupo. En el caso de Igualada concurre el primer supuesto, se desconoce si lo hace el segundo y se cree que es probable que también lo haga el tercero. Los Mossos mantienen abiertas todas las hipótesis, explican fuentes policiales, y no dan por hecho que se trate de una violación grupal pero tampoco lo descartan. Es decir, podría existir un agresor o varios, tratarse de alguien que conocía a la víctima o que la escogió como podría haber escogida a cualquier otra que anduviera por la calle a esa hora.

La víctima salió de la discoteca EPIC –para menores– de Igualada sobre las seis de la madrugada del pasado lunes. Según sus amigas, se marchó en compañía de un chico. Por teléfono, ella había escrito un whatsapp a su padrastro para informarle de que cogería el tren de las seis y lo más probable es que saliera del local de ocio nocturno con la intención de coger ese transporte. Sin embargo, apareció una hora más tarde en un descampado del polígono de Igualada cercano a la estación. Estaba inconsciente, desnuda, tenía una fractura craneal y graves lesiones compatibles con una violación abominable. Durante esta semana, mientras se multiplicaban las muestras públicas de condena, las policías han interrogado al entorno de la chica, han rastreado sus redes sociales, han recogido imágenes de las cámaras de seguridad y han ido conociendo datos del examen forense que se le practicó en busca de restos biológicos de quien le hizo tanto daño. Una semana después, poco más ha trascendido de unas pesquisas que avanzan herméticas.

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