"Por favor, déjame vivir", le suplicó su víctima y compañero de habitación, según reconoció ayer el propio acusado ante un jurado popular, mientras subido encima de él apretaba su cuello con fuerza hasta asfixiarlo. "Me costó matarlo, pero no fue queriendo, no lo asfixié como en las películas", matiza el presunto autor de este crimen cometido en un centro sociosanitario de Barx (Valencia) en noviembre de 2019. "No sabía como parar de estrangularlo, no me controlo a mí mismo", argumenta el presunto asesino, cuyos problemas de impulsividad y rasgos disfuncionales de la personalidad, agravados por el consumo de sustancias estupefacientes desde que tenía doce años, habrían llevado a su familia a tener que internarlo en dicha residencia mixta –para mayores y para enfermos mentales– donde acabó con la vida de otro interno, de 58 años, siete meses después de su ingreso.

Pero, ¿hasta qué punto le afectaba este trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) a la hora de cometer los hechos? Esa es la cuestión clave en el juicio que comenzó ayer contra Rabah M. G. M., de 23 años y origen francés. Para la Fiscalía y la acusación particular, estos problemas de tipo caracterial –personalidad antisocial, límite e histriónica– alteraban ligeramente sus facultades cognitivas y volitivas, de ahí que contemple solo una atenuante analógica de alteración psíquica. Mientras que la defensa solicita una eximente completa al entender que no era consciente de sus actos.

El Ministerio Fiscal solicita para el acusado una pena de 17 años de prisión por un delito de asesinato, como adelantó Levante-EMV, diario que pertenece al mismo grupo que este medio, al apreciar alevosía en el ataque, ya que la víctima no tuvo posibilidad alguna de defenderse debido a la diferencia de edad (el agresor era 37 años más joven) y a la corpulencia con el acusado. Esa es la segunda cuestión que deberán dilucidar los miembros del jurado popular.

La Fiscalía solicita una pena de 17 años de prisión por asesinato con la atenuante de alteración psíquica

El acusado alegó en su declaración que ambos discutieron la noche del 9 de noviembre de 2019 después de que le recriminara a su compañero por unos excrementos. "Me daba asco cómo dejaba el baño", insistió, criticando que no era la primera vez y que nadie de la residencia le hacía caso al respecto. Así, según su versión, se produjo una pelea en la que su víctima sí trató de defenderse arañándole en las manos.

Durante más de un minuto y medio estuvo apretándole el cuello con sus manos, confiesa, aunque al mismo tiempo trata de argumentar que la fractura de la tráquea se la causó la víctima al caer al suelo en el forcejeo entre ambos. Después de matarlo, reconoce que lo puso de nuevo en la cama, que limpió la sangre del suelo y que llevó la camiseta y las sábanas manchadas a la lavandería, todo ello acciones para ocultar su crimen impropias de alguien que está en pleno brote. 

Además, cuando fue a pedir ayuda, "no respira", mintió diciendo que su compañero se había muerto solo. Posteriormente manifestó que se había caído de la cama. No fue hasta nueve días después, ya bajo la lupa de la Guardia Civil, cuando le confesó su crimen a una trabajadora y que si no lo encerraban mataría a otra persona.

Rabah sostiene que "se echó tierra encima" porque prefería ir a prisión a seguir en el centro, porque creía que allí tendría mayor libertad para conseguir droga. "Ahora me he dado cuenta de que no se está mejor en prisión". 

¿Se podía haber evitado el crimen?

La tercera cuestión en litigio es la posible responsabilidad civil de la residencia de Barx donde se produjo el crimen por no haber puesto supuestamente medios para evitar que un interno conflictivo, que ya había agredido a otros compañeros e incluso a personal de psiquiatría, acabara con la vida de su compañero de habitación. La acusación particular, que al igual que el fiscal considera al centro responsable civil subsidiario, sostiene que debían de haber establecido un protocolo de aislamiento para protegerlo tanto a él como a terceros, y pese a los incidentes protagonizados no contaba con ningún tipo de vigilancia.