"Hace dos años no podía creerme lo que pasó y ahora no puedo creerme lo que la justicia ha hecho". Rocío Hijano es la madre de Antonio Hag, conocido como 'Peke'; y suegra de Jessica Márquez, 'Jessy' para sus amigos. Los asesinaron en El Álamo (Madrid) el 27 de julio de 2020. Tenían 28 y 27 años y cuatro hijas, menores de edad. "Fue una salvajada…", describe. "Cuatro personas matan a mi familia, solo uno entra en prisión y, ahora, el principal sospechoso está en libertad".

La titular del juzgado de Instrucción número 5 de Navalcarnero decretó el pasado 11 de julio la puesta en libertad bajo fianza de 6.000 euros del presunto autor de los hechos, en prisión provisional desde marzo de 2021, cuando fue detenido tras ocho meses escondido en un polígono de Borox (Toledo). "No entiendo como después de que consigan cazar a esta persona un juez determina darle la libertad", denuncia Rocío.

Los cuerpos de Peke y Jessy, atropellados de muerte, aparecieron al día siguiente en una cuneta. Junto a ellos, Lucía, cuñada de ambos, consiguió sobrevivir. El principal sospechoso fue arrestado ocho meses después. Ingresó en prisión provisional. Chantajes, contradicciones, mentiras. A la espera de juicio, lleva un mes en libertad.

Rocío comparte la custodia de sus nietas con la familia de Jessy. Mientras habla con CASO ABIERTO, portal de sucesos e investigación de Prensa Ibérica, atiende la llamada de su consuegro. Va a llevarle a las niñas antes de ir a trabajar. Marcada por el dolor, camina hacia adelante "como puedo", pero es inevitable mirar atrás.

La pedida: el horror

26 de Julio de 2020. Fiesta, música, flamenco. Dos jóvenes reúnen a sus allegados para celebrar "el pedimiento", una pedida de mano entre dos familias gitanas. Dos clanes se abrazan en el restaurante Layso de El Álamo (Madrid). De un lado, 'los feriantes', asentados en el municipio de Navalcarnero. Del otro, miembros de otra familia residente en los barrios de Vallecas y Moratalaz. Se cuentan 90 sillas. Los de Vallecas, en minoría, no llegaban a diez. El sarao arranca a las 19:30 horas, todo son risas, a las 23:30 horas llegaría el horror.

La música de la celebración inició la disputa. Unos querían empezar a cenar, otros querían una canción más. "No fue una pelea", cuenta Rocío a CASO ABIERTO, "fue un linchamiento".

Las imágenes coparon los informativos. La documentación del caso, a la que ha tenido acceso este medio, describe que se vivió una batalla campal. "Aún no me lo puedo creer", se rompe Rocío.

Imágenes de la reyerta en las inmediaciones del bar.

Batalla campal

"De mi familia iban nueve. Cuatro matrimonios y mi sobrino, por aquel entonces menor de edad. Este dato es importante, porque no tuvieron posibilidad de defenderse... eran nueve contra todos los demás", matiza Rocío. Al dolor por la muerte de su hijo y de su nuera, tiene que sumar el que le produce escuchar cómo describen el crimen con frases como "ajuste de cuentas", "pelea entre clanes".

"No lo fue. Dos personas se pelearon, sí, pero eran de la misma familia. Son dos primos del padre del novio", explica. "'Mi cuñado intentó mediar y fueron todos a por él". Insultos, maldiciones, vallas por los aires, piedras y palos.

Atropello mortal

"Mi cuñado acabó inconsciente en el suelo", lamenta. "Mi familia solo podía huir". Así lo hicieron. "Al restaurante los míos habían llegado en dos coches, pero a la hora de huir uno de los vehículos estaba aparcado lejos y estaban todos los gitanos alrededor", explica la madre de Peke, "así que corrieron hacia el otro y se metieron los 9 en la monovolumen de 7 plazas, unos encima de otros, para poder salir".

Un inmigrante iraní, en situación ilegal, acudió al cuartel y confesó el crimen. La Guardia Civil averiguó que el acusado había sobornado al hombre para que se culpara a cambio de tabaco y cobijo

Ya en el coche, mientras huyen, los de Vallecas atropellan a varias personas, uno de ellos menor de edad. "Es cierto, mi hijo no frenó. Pero es que los iban a matar, era imposible frenar. Las víctimas del arrollamiento sufrieron fractura de tobillo, heridas en la cara y uno de ellos tuvo un hombro dislocado".

Una manada calé los persiguió a la carrera, pero su furgoneta se quedó atascada en una alcantarilla y el coche no avanzaba, por lo que tuvieron que bajar. "Bajaron del coche y se lanzaron a por los míos que, incluso, pidieron ayuda a la Guardia Civil antes de salir corriendo, campo a través. "Los nueve se escondieron en el campo y de ese escondite ya salieron solo seis", lamenta Rocío. Peke y Jessy murieron allí.

"Estaban todos escondidos en unos matorrales y decidieron salir. Tenían que cruzar la carretera. Vieron que venía un coche y les dio tiempo a cruzar a seis", relata. "Peke, Jessy y Lucía, mi otra nuera, no llegan a salir del campo. El coche que los perseguía los ve, se mete en la tierra y los arrolla a los tres".

La Guardia Civil en el lugar dónde encontraron los cuerpos de Peke y Jessy.

"Si no están detenidos los han matado"

Desde el chalet que les da cobijo, los seis miembros del clan de Vallecas llaman al resto de familia. Rocío, en casa, llama a la Guardia Civil: "Nos faltan tres. Si no los tenéis detenidos, nos los han matado". Efectivos de la Guardia Civil de El Álamo y pueblos colindantes cercan el bar: "Me dijeron: 'su hijo ha atropellado a varias personas, estará escondido'".

Trató de localizarlos ella, el teléfono no daba señal. "Estuvimos toda la noche buscando a mi hijo, a Jessy y a Lucía". Aparecerían por la mañana, tirados en la cuneta. Unos obreros llamaron al 112 cuando vieron la mano de Lucía, de 18 años, moverse en el borde de la carretera, en el kilómetro 6 de la M-404 .

"Estuvo ocho horas agonizando junto al cuerpo de Jessy". Fue trasladada al Hospital 12 de octubre, "se salvó de milagro". Jessy, sin vida, apareció junto a ella. Peke lo haría horas después, su cuerpo estaba semioculto entre la maleza. Por ninguno de los dos pudo hacerse más.

Sobornos y fuga

Un coche BMW de color negro. Es la única pista que tenía la Guardia Civil. Los testigos guardaron silencio. Nadie tenía nada que aportar. Los de Vallecas aportaron algunas pinceladas de lo ocurrido: "dentro del coche iba Jesús C., iba el Billy...".

Cuatro días después, aparecería a 9 kilómetros de distancia, escondido dentro de un camión de cerveza, un BMW negro. El Servicio de Criminalística dio con la tecla: había ADN del principal sospechoso, Jesús G., dentro del coche. El titular del vehículo era un mendigo, con antecedentes -según descubrirían después- y 36 vehículos a su nombre.

Dinero y una atracción

No es la primera dificultad que los agentes han tenido que sortear durante la investigación. Según la documentación del caso, en estos dos años dos personas se han autoinculpado falsamente del doble crimen. Los investigadores descubrieron que ambos fueron sobornados por el presunto autor, que les ofreció hasta "4.000 euros y una buena vida en la cárcel" y les prometió que les daría trabajo en una atracción de feria cuando salieran de prisión.

A uno de ellos lo visitó la misma madrugada del crimen, de acuerdo con las pesquisas: "tienes que decir que has atropellado a tres", le pidió. "Pero si yo no sé conducir", le contestó el hombre. Finalmente, acabó cobrando por llevar a cabo el encargo, pero no llegó a hacerlo. Se marchó con el dinero, lo contaría después (ante los agentes, también ante el juez). Su testimonio es clave en el caso.

El segundo de los hombres que intentó culparse del crimen sí que llegó a pisar el cuartel asegurando que él era el autor del atropello. Lo hizo acompañado de un abogado y del hermano del principal sospechoso. Se trata de un iraní que estaba en situación irregular en España y que ayudaba a la familia de feriantes a cambio de cobijo y tabaco. Los investigadores, ante sus contradicciones, descartaron su implicación.

Los feriantes abandonaron Navalcarnero. Desaparecieron. También Jesús G. No hay movimientos en sus cuentas bancarias, no hay rastro de él. "Estuvo ocho meses escondido. Sin escolarizar a su hijos, sin ni siquiera cobrar la pensión que recibe porque tiene un hijo discapacitado", cuenta Rocío, que ha memorizado el sumario de la investigación. "Estaba escondido en Borox (Toledo), ayudado por un tío de su mujer". Fue detenido el 16 de marzo de 2021. Ante las evidencias y el alto riesgo de fuga, se ordenó su ingreso en prisión provisional.

Libertad

La investigación de los agentes del grupo de Homicidios de la Guardia civil consiguió ubicar en tiempo y hora a cuatro personas en el vehículo del atropello mortal. Jesús G., quien presumiblemente conducía, su hijo - por entonces menor de edad- y dos primos de él.

Con el principal sospechoso ya en prisión, el menor acude con su familia a la Guardia Civil y asegura que era él quien conducía. La Fiscalía de Menores de Madrid archivó las diligencias por falta de credibilidad, "era una maniobra en beneficio del padre", asegura Rocío. Un informe de la Guardia Civil confirma que el BMW tiene ADN del crío, "iba dentro, no tenemos duda, pero no conducía él".

Sin embargo, la jueza tiene dudas: "Es cierto que existen indicios sólidos y razonables respecto a la autoría de Jesús G., pero no es menos cierto que el resultado del informe permite situar en el interior del vehículo al menor", reza el auto que dejó en libertad provisional al presunto autor, fechado hace unas semanas, al que ha tenido acceso este medio.

"Que el menor iba en el coche ya se sabía, no hay nada nuevo en la investigación que reste culpabilidad a Jesús G. No creo que tenga derecho a esperar su juicio en libertad", denuncia la madre de Peke.

Busca justicia, no venganza. "Podríamos haber ido a buscarlos y enfrentarnos a ellos, pero no somos así, recurrimos a la Guardia Civil, al juez, a quien nos tiene que proteger. Solo queremos que paguen lo que tiene que pagar. Están con su feria para arriba y para abajo. Tranquilos y orgullosos de lo que han hecho... Peke y Jessy no están".