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Investigación

La víctima del crimen del hospital de Langreo "no pudo defenderse" y el agresor se atrincheró en la habitación

El atacante, vecino de Sama de 87 años, golpeó al fallecido, un lavianés de 92, con el agarre incorporador porque hacía ruido y no le dejaba dormir

Crimen en el hospital Valle del Nalón: un paciente mata a su compañero de habitación. JUAN PLAZA

"Estamos sobrecogidos; todo estaba lleno de sangre. Lo que ha pasado es horrible". Los trabajadores y los usuarios del hospital Valle del Nalón, en Langreo, tardarán mucho tiempo en olvidar el brutal crimen ocurrido en la madrugada de ayer miércoles en el centro sanitario comarcal. Un hombre de 87 años, vecino de Sama, mató a su compañero de habitación –un lavianés de 92 años– tras golpearle con el triángulo acoplado a las camas que los pacientes suelen utilizar para incorporarse. También utilizó una almohada para asfixiarlo. El detonante, según las primeras hipótesis, fue que la víctima de la agresión, debido a su deterioro pulmonar, emitía mucho ruido y no le "dejaba dormir".

Una enfermera dio la voz de alarma al no poder acceder a la habitación, ya que la puerta había sido bloqueada con un mueble desde dentro por el presunto agresor. El nonagenario –por precaución, ante la posibilidad de que pudiera desorientarse por la noche– se encontraba inmovilizado con sujeciones en su cama, por lo que no pudo defenderse ni tratar de repeler el ataque. El langreano fue detenido y permanece hospitalizado en el complejo de Riaño bajo custodia de la Policía Nacional.

El suceso causó una profunda conmoción tanto en el hospital comarcal como en todo el valle del Nalón, a medida que la noticia –adelantada por este diario en su edición digital– comenzó a propagarse a lo largo de la mañana. Ese estado de "shock" afectó especialmente a los trabajadores de la planta de hospitalización de medicina interna 3A, en la que están alojados pacientes con problemas de tipo respiratorio.

C. S. M, el presunto agresor, es vecino "de siempre" del distrito langreano Sama, aunque en los últimos tiempos ha vivido en diferentes residencias geriátricas de Langreo, la última de ellas ubicada también en Sama. Quienes le conocen aseguran que tiene un "temperamento brusco y fuerte", aunque "nunca nos imaginamos que podría ocurrir algo así". De hecho no consta que haya tenido episodios de violencia con otros residentes en el geriátrico en el que estaba viviendo en la actualidad. "Tiene un carácter fuerte, pero no para llegar a estos extremos", indicaron. Ya jubilado, fue trabajador de sector metalmecánico, concretamente de la compañía Duro Felguera.

En los últimos tiempos, C. S. M. viene sufriendo una afección cardíaca, que el pasado lunes le obligó a pasar por el servicio de Urgencias del hospital Valle del Nalón. Allí pasó varias horas en observación, hasta que en la tarde del martes fue subido a planta, para quedar ingresado en la unidad de hospitalización 3A, donde pasó a compartir habitación con el nonagenario lavianés. El agresor no estaba medicado ni a tratamiento por problemas de salud mental y su ingreso en el hospital comarcal se debió a su dolencia previa.

Los hechos se precipitaron tras pasar a la habitación de la planta de hospitalización. Al parecer, según las primeras hipótesis que maneja la investigación, el detonante de la agresión fue que su compañero de habitación –con problemas respiratorios que provocaran que hiciera ruido– le impedía dormir y descansar adecuadamente. Esa situación desencadenó de madrugada un brutal ataque que provocó que el nonagenario lavianés acabara perdiendo la vida. La Policía informó este miércoles de que se utilizó "un objeto contundente" que causó la "muerte violenta" del anciano. Ese objeto fue el soporte en forma de triángulo que las camas hospitalarias suelen incluir para que los pacientes puedan incorporarse. Las abundantes "salpicaduras de sangre" halladas en el lugar –según relataron posteriormente trabajadores del hospital– ilustran la brutalidad de la agresión. No fue el único medio que C. S. M. utilizó para tratar de acabar con la vida de su compañero de habitación. Según fuentes próximas a la investigación, también empleó una almohada con la que asfixió al paciente de la cama contigua.

Se da la circunstancia de que el anciano de Laviana –según apuntaron fuentes próximas a la investigación– "no pudo defenderse" ni tratar al menos de repeler el ataque, ya que se encontraba inmovilizado en su cama, con sujeciones de seguridad. Este tipo de protocolo suele utilizarse cuando los pacientes tiene peligro de desorientarse por las noches y su finalidad es evitar caídas o que puedan manipular de forma accidental el material sanitario.

Lo ocurrido dentro de la habitación se descubrió sobre las cinco de la madrugada. En ese momento, una enfermera de la planta acudió a controlar el estado de los pacientes. Sin embargo, no pudo entrar en la habitación ya que C. S. M. se había atrincherado en el interior, utilizando para ello uno de los muebles delante de la puerta. La habitaciones de hospitalización del complejo sanitario de Riaño cuenta, junto a las camas de hospitalización, con pequeños armarios para que los pacientes dejen su ropa y pertenencias, mesas auxiliares en las que toman la comida y grandes butacones para descansar.

Finalmente, el personal sanitario pudo entrar en la habitación y el panorama hallado fue impactante. Trabajadores del centro señalaron que "estaba todo lleno de sangre, nos quedamos sobrecogidos". Agentes de la Policía Nacional se hicieron cargo de la investigación del caso y se ocuparon de recabar pruebas y recoger testimonios en el lugar de los hechos. También procedieron a la detención de C. S. M., que en la tarde de ayer permanecía bajo arresto, custodiado por los agentes, en el propio complejo sanitario del Nalón.

En un primer momento, trascendió que el hombre podría ser trasladado a una habitación de seguridad del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), aunque finalmente se quedó en el hospital de Riaño, controlado por dos agentes.

Queda por determinar qué pasos se seguirán a partir de ahora, ya que la instrucción del caso continúa abierta. Según ha podido saber este periódico, en los despachos de los gestores sanitarios se respiraba ayer consternación por lo sucedido, pero no la sensación de tener que enfrentarse a acusaciones fundadas de negligencia.

Una de las opciones, según explicaron fuentes judiciales, es que el fiscal y el juez se desplacen al propio centro hospitalario a tomar declaración al presunto autor de los hechos, aunque también se podría dar la alternativa de que sea él mismo el que acuda a la sede judicial. Todo dependerá de la evolución de su estado de salud en las próximas horas.

La presencia policial era visible en la jornada de ayer en el complejo sanitario, ya que los agentes estuvieron recogiendo pruebas hasta bien entrada la mañana. También estuvieron durante buena parte de la jornada estuvieron en el centro hospitalario los responsables de la cúpula directiva del área sanitaria VIII –correspondiente a la comarca del Nalón– que al mediodía mostraron, por medio del gerente, Bernabé Fernández, la intención del Servicio de Salud del Principado de Asturias (Sespa) de ponerse disposición de las familias y de la autoridad judicial para "colaborar en todo lo necesario". Todo ello bajo un clima de conmoción que no se disipó en toda la jornada y que dejó "en shock" a los trabajadores.

La tragedia de este miércoles ha traído a muchas memorias otro suceso negro en la red sanitaria de la cuenca del Nalón: la muerte del psiquiatra Antonio Gimeno Tejedor, fallecido el 8 de noviembre del año 1999 tras ser apuñalado por un paciente. Fue un vecino de Riaño, Juan Valiente, de 71 años, quien segó la vida del doctor Gimeno en las escaleras del centro de Salud Mental de Langreo. La investigación posterior aclaró que el motivo de la agresión mortal fue que el médico se negó a elaborar un informe clínico que propiciara la incapacidad y la consiguiente pensión al hijo de Juan Valiente, enfermo de esquizofrenia.

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