"No está en casa". El 11 de julio, a las diez de la mañana, sonó el teléfono de Javier. Era su tía, quien pasaba, como él, largas horas con su madre: "no, tu madre no está", le dijo. Se llama Patricia Martín Lorenzo, tiene 49 años, y lleva dos meses desaparecida. Salió de casa, en el barrio Vegueta (Las Palmas de Gran Canaria) aquel lunes por la mañana. Desde entonces la buscan, desde entonces, la esperan.

Sonriente, sociable, solidaria, cariñosa, activa; amante de la natación, de caminar, de correr, atravesaba un momento complicado, "tenía depresión y entre mi tía y yo la cuidábamos". Desde aquel día no está. Han batido tierra y mar. La alerta es alta, el riesgo extremo. "Necesitamos la ayuda de todos y todas para poder localizarla, porque no sabemos en qué estado puede estar ni en qué sitio. Cualquier ayuda es bien recibida, por favor", ruega Javier.

Patricia, en la pista donde entrenaba. CASO ABIERTO

Javier, uno de sus hijos -tiene dos- recuerda cada minuto de aquel 11 de julio. "Yo estaba dando un servicio nocturno. Mi relevo no llegó y, al no llegar, yo regresé más tarde a casa. Debería haber estado más o menos sobre las siete de la mañana y llegué a las once y media". Cuando llegó, su madre no estaba. "Mi tía me llamó sobre las diez diciéndome que no había nadie en casa, me quedé con las dudas, qué raro, pero bueno, pensé, habrá salido a dar una vuelta…". Pasaron las horas, Patricia no regresaba.

"Empezamos a preguntarnos dónde puede estar, qué puede haber hecho... Y, al ver que no llegaba, por la tarde fuimos a Policía Nacional a presentar la denuncia", recuerda Javier. "Mujer, 49 años, 1,65 m de altura, 80 kilos de peso. Lleva documentación y llaves. No lleva teléfono", los agentes apuntaron. "Tiene depresión, altibajos, desde hace años, toma medicación, que no lleva consigo". Arrancan las batidas, "esa tarde recorrimos prácticamente la mitad de la isla. Después, cogimos hasta una embarcación y nos recorrimos toda la costa por el mar". Se activa, de inmediato, la alerta por desaparición, que no ha cesado desde entonces.

Una foto de Patricia compartida por su familia; cartel con la alerta por desaparición. CASO ABIERTO

Fue a Telde, no hay más

"En las primeras horas se busco con carácter urgente", recuerda su hijo, "después todo empezó a decaer". Las primeras pesquisas permitieron reconstruir los pasos que Patricia dio horas después. Una cámara de una tienda la registró en el barrio de la Garita, en Telde (Gran Canaria). "No sabemos qué compró, pero allí se la ve por última vez, a mediodía, de ese mismo 11 de julio". Lo siguiente es silencio. Todo se fundió en negro, no hay más.

Llegó la depresión

Aventurera, feliz, madre de dos hijos, separada, aunque con una relación amistosa con su expareja. Sin motivo aparente, la depresión se instaló en su vida. "No sabemos el detonante, pero sí que llevábamos años pidiendo ayuda". No llegó. "Hay mucho por hacer en salud mental. Tanto, que una persona en la situación de mi madre no pudo ser ingresada porque el psiquiatra decía que ella no estaba para eso. Realmente sí lo estaba, bueno, ya vemos cómo ha acabado. Si hubiera estado en el hospital, quizá...", lamenta su hijo.

Fotos del álbum de Patricia: natación, deportes, aventura siempre han sido su motor. CASO ABIERTO

Patricia luchaba contra los elementos para convertir su día a día en normal. Natación, caminatas, carreras en pista, mucho mar. Años atrás, había trabajado en banca, aunque su profesión, a la que le dedicó muchos años y horas, era la abogacía. Enfocada en recuperarse en este momento, dedicaba su día a escribir, resurgir, luchar. "Quererse", "salir adelante", "saber pedir perdón" y "no rendirse", son los mensajes que abanderaba. Muy activa en redes sociales, Patt, como firmaba, no dudaba en contar y cantar al mundo que siempre, aunque vengan mal dadas, "hay que caminar".

"El médico le dijo a mi madre: no tienes ninguna enfermedad, simplemente tienes un problema y hay que afrontarlo. ¿Cómo? Según ellos, en casa", denuncia Javier.

Tenía picos, altos y bajos. "Mi madre hizo peticiones de ingreso durante años y repetidas veces", lamenta Javier. "Lo pedía porque se veía más segura allí", afirma. "Fue en ambulancia varias veces al hospital. Y, en el mismo hospital, la derivaban otra vez a casa. Siempre era igual: llegaba por ansiedad, ya que la depresión le llevaba a tener crisis y, una vez que estaba allí, se lavaban las manos, como quien dice", se duele Javier. "El médico le dijo a mi madre meses antes de desaparecer: 'no tienes ninguna enfermedad, simplemente tienes un problema y hay que afrontarlo. ¿Cómo? Según ellos en casa", denuncia. "Nunca intentó quitarse la vida, pero sí huir. Lo intentó, de hecho, hace poquito, la localizamos gracias al teléfono y a raíz de eso ella averiguó que por el teléfono se la podía encontrar y por eso el 11 de julio no se lo llevó".

"Ha decidido desaparecer"

Sin pistas, sin rastro, la familia de Patricia pidió ayuda por redes sociales. "Llegaron avistamientos durante las primeras tres semanas". Ninguno efectivo. Policialmente, denuncia su hijo, todo se paró. "Según lo que dicen, es una persona adulta, en sus plenos cabales, que ha decidido marcharse de su casa. Desaparece, por tanto, el alto riesgo, según su versión".

El protocolo de búsqueda de personas desaparecidas del Ministerio del Interior establece que las desapariciones involuntarias incluyen aquellas personas que, aunque se vayan por voluntad propia, sufren problemas de salud mental. Problemas con deterioro cognitivo, trastornos mentales, brote psicótico, enfermedades neurodegenerativas o personas con discapacidad. La presencia de algunos trastornos de ansiedad u otras enfermedades como la depresión, son considerados como un factor esencial a considerar en tanto que pueden influir en el desarrollo del proceso de toma de decisiones del individuo

Los avistamientos cesaron. No hubo más noticias, más datos. "¿Dónde estás?", es la pregunta que no cesa. "Llevamos dos meses buscando y no hay nada. Toda la familia estamos orientados prácticamente a un solo sentir, el de que mi madre ya no está con vida", se duele Javier. "Todos los indicios que tenemos nos apuntan a eso… pero claro, no descartamos, por otra parte, que ella haya decidido ingresar en algún tipo de centro, que no tengamos comunicación… Que esté desorientada...", afirma roto.

Patt, como la llamaban los que la quieren, siempre estaba dispuesta a sonreír por todos.

Salió de casa hace 78 días. "Camiseta blanca, pantalón suelto en tonos naranjas, playeras rosa-naranja teja, chaqueta blanca atada en la cintura y bolsito Nike en verde", describe, ya de memoria, Javier.

Han gritado su nombre, publicado sus fotos, mirado sus redes, su móvil. "Analicé todas sus fotos desde 2014 hasta 2022. Estuve una semana haciéndolo, para revisar sitios, personas… algo que nos llevara a ella". No llevó. "Revisamos también las llamadas desde los cuatro meses previos". No funcionó. "Llevamos dos meses sin cese. No dejamos de buscar, no vamos a parar, pero no tenemos nada". Han batido montañas, mar, ciudad, "hasta barrancos". No está.

Vital, enérgica. Solidaria. "Es una mujer muy buena, ayuda a todo el mundo. En casa y fuera. Se apuntó a Cáritas y a organizaciones solo para poder ayudar. Es un persona muy volcada con los demás". Agradable, feliz, sonriente, "incluso en sus momentos duros. Salía a la calle y no se lo notabas, siempre estaba risueña, jovial". Todos la buscan, la esperan. Necesitan ayudan. Patricia no está.