Leidy Vanesa tenía solo 17 años cuando desapareció de camino a casa de una amiga de la familia, donde tenía que ir a comer al salir del instituto, en València, el 2 de junio de 2008. Tres meses después, el 20 de septiembre de ese mismo año, su cadáver, ya esqueletizado, fue localizado enterrado en un paraje de Macastre. La autopsia determinó que la menor había sido asesinada a golpes, tras sufrir un "severo traumatismo en el cráneo"

Las pesquisas de la Policía Nacional llevaron a la detención del padrastro de la adolescente como presunto autor del crimen y el juzgado tomó declaración como investigadas a otras tres personas: dos hombres a quienes presuntamente pagó para ayudarle a deshacerse del cuerpo e incluso a la madre de la niña como supuesta encubridora. Sin embargo, la causa fue sobreseída provisionalmente a la espera de localizar a un cuarto sospechoso, el jefe de Omar P. M., con el que se encontraba trabajando en una reforma en la avenida del Puerto de València el día de la desaparición de su hijastra. 

Catorce años después de este asesinato sin resolver, el Juzgado de Instrucción número tres de Requena reabrió el pasado 22 de julio el caso, como informó en exclusiva Levante-EMV, del grupo Prensa Ibérica. Finalmente tuvo que ser la madre de la víctima quien, rastreando las redes sociales, localizara al investigado cuya ausencia llevó al archivo de la causa en su día. "Espero que la Justicia, por lo menos esta vez, sí me escuche y que todo salga a la luz. Y que el monstruo que hizo esto con mi hija no quede impune".

Yenni no alberga dudas sobre quién asesinó a su hija Leidy. "El padre de mis hijas, no tengo nada más que decir", responde tajante. Sobre las acusaciones iniciales que se vertieron sobre ella como supuesta encubridora afirma: "Yo no estaba encubriendo a nadie, me ha manejado a su manera. Viví con un psicópata durante muchos años y no me di cuenta".

"Me puse una careta, porque no pensé que una persona con la que he vivido tantos años, con la que he criado a una niña desde los ocho meses hubiera sido capaz de hacer una cosa así", confiesa dolida por no haberse dado cuenta mucho antes del peligro que corría su hija, y al mismo tiempo preocupada porque una de las tres hijas en común que tiene con el presunto asesino de Leidy vive con su padre en Bilbao.

"¿Si tu papá te llegara a pegar o se sobrepasara contigo me lo contarías?", le pregunta a la menor cuando puede conversar con ella. "Es lo primero que haría, llamarte". Esta respuesta y la creencia de que no se atrevería a hacerle algo a una hija biológica, es lo único que logra tranquilizarla.

Leidy Vanesa junto a su padrastro y principal sospechoso de su asesinato.

Pero Yenni vive atormentada ante los múltiples indicios que vinculan al padre de sus hijas con la muerte de Leidy. "Se obsesionó con mi hija, es eso lo que hizo", indica. Según reconoce, y refrendan las declaraciones de varios testigos, Omar P. controlaba de una forma obsesiva a todo aquel que se acercara a Leidy, llegando incluso a amenazar con un arma blanca a un novio de la joven. Además, colocó una microcámara escondida en una bota en la habitación de la adolescente.

Todos los indicios apuntan al padrastro de la niña como presunto autor del crimen: "Se obsesionó con ella"

Un año antes del crimen, Leidy le dijo que su padrastro le había realizado una proposición sexual cuando apenas tenía seis años. La respuesta de Yenni fue inmediata: lo echó de casa. Pero, como posteriormente la niña dijo que se lo había inventado, todo quedó olvidado y la relación entre ellos siguió como si nada. Echando la vista atrás es consciente de que cometió muchos errores, pero Yenni insiste en que delante de ella jamás vio una actitud excesivamente cariñosa de Omar con su hijastra -a la que había criado desde que era bebé-. "Leidy no dejaba que Omar se arrimara a ella". Ahora entiende los motivos.

La desesperación de una madre

Entre esos errores que Yenni reconoce haber cometido está haberse marchado a Colombia a los pocos meses de la desaparición de su hija, cuando todavía no había sido localizado su cadáver. Argumenta que se sintió sola, sin familia en un país extranjero, ni dinero para sacar adelante a sus hijas, cuando Omar la abandonó y huyó a Sudamérica sin decirle nada, dejándola con una bebé de apenas quince días de vida. Tiempo después, cuando la Interpol contactó con ella para tomarle muestras de ADN para cotejarlas con unos restos humanos hallados en Macastre, Yenni no pudo esperar a hacerse las pruebas en Bogotá y optó por regresar a España, pese a que el consulado le denegó el visado.

"No me arrepiento de haberme venido como me vine, no habría podido enterrar a mi hija", confiesa. "Omar me embaucó para llevarle un ordenador a un chico en Valencia, pero tonta no soy", admite sobre su detención por tráfico de drogas.

"En 14 años no han hecho nada, lo dejaron metido en un cajón. Espero que el monstruo no quede impune"

Sobre el carácter violento de Omar, Yenni asegura haber sufrido malos tratos durante su relación, pero añade que jamás denunció porque es el padre de sus hijas. Otro error, reconoce con pesar.

Pero lo que todavía no entiende es cómo el juzgado archivó en marzo de 2016 el caso sin llevar al presunto asesino de su hija y a sus cómplices ante la Justicia. "Para mí es muy impresionante que uno de los imputados diga que Omar le ha pagado 1.500 euros para que le abra un agujero para deshacerse de un marrón. Ese marrón me imagino que era mi hija".

Solicitan nuevas pruebas

La localización y toma de declaración del investigado que estaba en paradero desconocido ha reabierto la puerta a la práctica de nuevas pruebas. El letrado Jorge García-Gasco, en representación de la madre de Leidy Vanesa, ha solicitado que se le tome declaración como testigo a la hermana de la adolescente, menor en el momento de los hechos, para aportar luz sobre la relación con su padrastro.