Aunque en ocasiones se utilice el término patriarca para referirse a ellos, es más correcto, y así lo prefieren, que se les llame, 'hombres de respeto'. Personas que por su experiencia y sabiduría actúan como mediadores en los conflictos de la comunidad gitana. Y la situación de "calma tensa" que se vive en Torrent, en el primer aniversario del tiroteo con dos muertos en el cementerio municipal, requería de su presencia. Así, tanto este lunes como este martes, dos de estos mediadores entre clanes de l’Horta estarán presentes en el operativo especial de seguridad con el que la Policía Nacional, en colaboración con la Policía Local de Torrent, trata de evitar cualquier posible conato de enfrentamiento o venganza un año después de la tragedia.  

Hasta ahora, y todo indica que va a seguir así, el operativo que comenzó el pasado sábado con motivo de la festividad de Todos los Santos, ha transcurrido sin incidentes. Los cacheos están siendo muy puntuales y al cierre de esta edición la policía no había tenido que intervenir ningún tipo de arma.

Como adelantó este periódico la semana pasada, desde el pasado sábado hasta hoy 1 de noviembre, día en el que se prevé mayor afluencia de visitantes al camposanto, el cementerio de Torrent permanece blindado por la Policía Nacional, en colaboración con la Policía Local de Torrent y Protección Civil. Agentes con armas largas, patrullas mixtas para poder cachear a las mujeres y detector de metales de mano para no dejar pasar ni una sola arma o instrumento peligroso al recinto, son algunas de las medidas de este dispositivo especial para prevenir que un año después del tiroteo la sangre vuelva a llegar al río.

Antón G., de 45 años, y José Luis P., de 79, ambos completamente ajenos a las disputas entre dos clanes enfrentados, perdieron la vida esa mañana del 1 de noviembre de 2021 cuando se habían acercado simplemente a llevar flores a las tumbas de sus seres queridos. En el caso de Antón, un pastor de ovejas, que jamás había querido inmiscuirse en las rencillas que sus primos, del clan de los ‘Marco’, tenían con los ‘Bocanegra’, iba acompañado de sus hijos, uno de los cuales también resultó herido de bala en la pierna, y de su padre. Su único error, cruzarse ese día en el camino de miembros del otro clan que, incumpliendo el pacto aceptado por todos, acudieron por la mañana al cementerio. Los tres presuntos implicados en el tiroteo se encuentran en prisión provisional a la espera de juicio.

"Más vale una vida que llevar una triste flor"

Fuentes próximas a la familia de Antón G. aseguran que ninguno de sus familiares más directos tiene pensado acudir hoy al cementerio. Su viuda e hijos tienen todavía muy reciente el recuerdo del crimen, de cómo fue tiroteado a traición su esposo y padre mientras trataba de huir y proteger a los suyos. Así, afirman que no irán al cementerio este año. «Más vale una vida que llevar una triste flor», confiesan con dolor estas mismas fuentes.

Durante años estos dos clanes enemistados -Antón no pertenecía a ninguno pero era primo de los 'Marco' - habían establecido turnos para no encontrarse durante estas fechas señaladas a la hora de llevar flores a las tumbas de sus respectivos difuntos, a raíz de otro tiroteo con dos heridos ocurrido en febrero de 2016 en el barrio del Xenillet de Torrent. Así, los ‘Marco’, que no llegaron a ser condenados por los disparos tras alegar que la trifulca comenzó por un asunto tan banal como una flatulencia de un menor, y la posterior agresión a éste, solo podían acudir por la mañana, hasta las 12.00 horas, mientras que los ‘Mone’, también conocidos como 'Bocanegra', tenían restringida la visita al camposanto por la tarde para evitar que coincidieran y que unos u otros cumplieran sus amenazas.