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Aniversario

La mujer que perdió un ojo tras un disparo de los Mossos: "Me miro en el espejo y no me reconozco"

Este lunes se cumplen diez años del caso, que ocurrió durante las protestas de la huelga general

Ester Quintana. Ferran Sendra

El caso de Ester Quintana, la mujer que perdió un ojo por el impacto de un proyectil disparado por los Mossos d'Esquadra durante las protestas de la huelga general del 14 de noviembre de 2012, abrió un debate profundo sobre las herramientas que debían usar los agentes antidisturbios de la policía catalana y el Parlament terminó acordando prohibir las pelotas de goma. El episodio acabó con la carrera política del entonces conseller de Interior, Felip Puig. Mal informado por los Mossos, Puig negó que Quintana hubiera sido herida por un proyectil policial. Pero las sucesivas versiones fueron desmentidas por pruebas gráficas que probaron que había sido atacada por un escopetero de los Mossos. El juicio no halló al autor del disparo ni a quien le dio la orden de efectuarlo. El caso Quintana ahora cumple 10 años, los mismos que Ester lleva viviendo sin un ojo.

¿Cómo ha pasado estos diez años?

Los he vivido lo mejor posible. Tratando de buscar el bienestar tanto físico como psicológico. Al principio fue muy difícil. Tuve que someterme a seis operaciones quirúrgicas, afrontar la agresión, el hecho de que había sido causada por un policía y aceptar que me faltaba un ojo, que no puedo ver por mi lado izquierdo. También el daño estético que eso supone. Ha sido un cambio en mi vida. 

Demasiadas cosas…

Y la incertidumbre: de no saber cómo quedaría, si podría volver a trabajar, si lo superaría del todo. 

¿Lo ha superado del todo?

Creo que no. Es una carencia diaria, el otro ojo debe trabajar por los dos y mi cerebro trabaja igual. Es complicado. Tengo una discapacidad reconocida y una invalidez para seguir con mi anterior trabajo: tenía una cafetería detrás de la Audiencia de Barcelona.

¿Ha dicho seis operaciones?

Sí. El proyectil provocó un estallido del globo ocular, rompió el nervio óptico, provocó de entrada una parálisis facial, hizo añicos el pómulo, descabalgó la mandíbula, descompuso parte del párpado. Estuve casi cuatro años pendiente de las intervenciones y actualmente sigo yendo al oftalmólogo. 

Ha hablado de los daños estéticos también…

Me miro al espejo y no me reconozco. No tengo la misma cara que tenía. Me falta un ojo. Y en su lugar hay uno de plástico. Es como una caricatura. A veces me digo que parezco un pirata. Esta parte de aceptación ha sido muy dura. Al principio me daba vergüenza. La gente te mira. A esas miradas antes les daba mucha importancia y ahora mucha menos. 

¿Qué recuerda de aquella manifestación por la huelga general del 14 de noviembre de 2012?

Iba con un grupo de amigos, nos desplazamos a Paseo de Gràcia caminando desde el barrio La Verneda donde vivo. Al llegar, la manifestación ya había pasado y decidimos bajar de nuevo hacia plaza de Cataluña antes de marcharnos a casa. Allí nos cruzamos con un grupo de personas que pasaron corriendo y después llegaron tres furgones policiales. No había disturbios. 

¿Fue entonces cuando resultó herida?

Salí corriendo pero me di la vuelta para ver si mi compañero me seguía y entonces recibí el impacto del proyectil. Al principio ni me dolía, notaba ese lado de la cara entumecido, como si se me hubiera helado. Mi compañero me miró y me dijo que no podía ver el ojo, que estaba todo lleno de sangre. Una patrulla de la Guardia Urbana me atendió, avisaron a una ambulancia y me condujeron al hospital. Esa noche me operaron de urgencia por primera vez. 

El entonces conseller de Interior, Felip Puig, no se creyó lo que contaba…

Me generó mucha impotencia. No sé por qué no me creía. Dijeron que había sido un manifestante, después que me había caído. Hice un vídeo, incluso presentamos informes médicos, con peritos pagados de mi bolsillo y también del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Cataluña (IMLCFC), pero solo recibí negativas por su parte. Los Mossos le ocultaron información al conseller. He hablado con todos los consellers, pero nunca con Puig. 

Su caso, su lucha, acabó siendo decisivo para que el Parlament acordara retirar las pelotas de goma como material antidisturbios…

Fue mi lucha pero también la de otras muchas personas, de entidades como Iridia, de la plataforma Ojo Con Tu Ojo o del colectivo Stop Bales de Goma, que ya habían creado afectados por estas heridas. Y no pararemos. Seguiremos luchando para que se prohíban también en el resto de España las pelotas de goma y para que se eliminen asimismo los proyectiles de foam. 

¿Sigue sin saber si el proyectil que la hirió a usted fue una pelota de goma o un proyectil de foam?

Lo desconozco. Creíamos que era una pelota de goma pero no lo sabemos, quizá fue foam. Después de mi caso llegaron los heridos durante el 1-O y en la protestas contra la sentencia del procés. La Policía Nacional disparó pelotas de goma a pesar de la prohibición en Catalunya y los Mossos, proyectiles de foam. Ambas cosas pueden acabar haciendo el mismo daño. Hay que prohibirlas. 

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