Tribunales

La asesina confesa del compinche de El Lute dice ahora que no le mató

La acusada añadió que la noche anterior al crimen recibió “una paliza” por parte de Raimundo, que, según ella, había invitado a casa a dos chicas rumanas.

Las dos acusadas en el banquillo de la Audiencia de Zaragoza.

Las dos acusadas en el banquillo de la Audiencia de Zaragoza. / Andreea Vornicu

A.T.B.

Quinta versión de los hechos. María del Carmen Villa Fernández, acusada de asesinar a su esposo, el conocido como quinqui Medrano cuando era el compinche de El Lute, aseguró este lunes que ella no mató a su pareja sentimental. Una declaración ante los miembros del jurado popular que dista de la confesión que dio durante su detención por parte de la Policía Nacional tras la comisión del crimen, el 5 de enero del 2015 en Calatayud. Durante el primer día de un juicio que durará toda la semana, esta mujer afirmó que solo escuchó un disparo una vez llegó a casa después de hacer unos recados en la farmacia, la panadería y la gasolinera. “Hay que coger gasolina porque hay que cortar la leña”, trató de justificar Villa Fernández sobre la compra de este combustible que, casualmente, se empleó para quemar el cadáver.

La encausada estuvo acompañada en el banquillo de la Audiencia de Zaragoza por su hermana Isabel, quien, al parecer, la ayudó en el asesinato del marido de María del Carmen en enero del 2015 en Calatayud. La principal acusada afronta 26 años de prisión y la supuesta cómplice 10 años. María del Carmen Villa Fernández, afirmó que el día de los hechos, cuando regresó a su domicilio situado en la calle San Roque número 37 de la localidad bilbilitana, Raimundo le amenazó: ¡Te voy a pegar un tiro y te voy a matar!” 

Además, la acusada, defendida por José María Pedregal, añadió que la noche anterior al crimen recibió “una paliza” por parte de Raimundo, que, según ella, había invitado a casa a dos chicas rumanas.

¿Qué hechos se juzgan?

El crimen se produjo el Día de Reyes sobre las 10.00 horas en la vivienda familiar del matrimonio en la localidad zaragozana de Calatayud, mientras el marido de la principal acusada dormía en la cama del dormitorio. La mujer explicó a los investigadores que estaba harta de los maltratos y vejaciones a los que la sometía su marido, de Raimundo Medrano. Según la investigación policial, María del Carmen Villa cogió una pistola semiautomática Astra que había adquirido a una tercer persona y que ocultaba en la cocina de la vivienda y se dirigió al dormitorio, donde apuntó a la cabeza de su marido antes de intentar realizar un primer intento fallido de disparo.

La mujer salió del dormitorio para cargar la recámara del arma y volvió a entrar instantes después en el dormitorio, donde finalmente asesinó a su marido de un disparo en la cabeza. Tras el crimen, la hermana de la presunta asesina, conocedora de los planes de asesinato, se desplazó en taxi desde Peñalén (Guadalajara) a Calatayud para ayudar a su pariente a deshacerse del cuerpo de su cuñado.

Las dos mujeres arrastraron el cadáver de la víctima hasta el leñero de la vivienda, donde tras rociarle con la gasolina que había adquirido esa misma mañana la presunta autora del crimen en una estación de servicio de su localidad le prendieron fuego.

Ante la humareda ocasionada, las dos mujeres decidieron apagar el fuego por miedo a ser descubiertas por los vecinos y desplazarse a una ferretería de la población para adquirir siete metros de plástico de invernadero, dos paquetes de bolsas de basura y dos rollos de precinto, con los que envolvieron el cuerpo antes de ocultarlo definitivamente en el leñero.

María del Carmen Villa fue a denunciar la desaparición de su marido a la comisaría de la Policía Nacional de la ciudad. Explicó que el hombre había salido de casa por la mañana y no había vuelto a saber nada de él. Los primeros interrogatorios de la Policía a los vecinos les llevaron a poner en cuestión el relato de la mujer. Según coincidieron los interrogados, el hombre era casi ciego (fruto de un accidente que sufrió años atrás, mientras trabajaba en un taller en la prisión de Alicante) y tenía otros problemas de salud, como diabetes e hipertensión. Todo el vecindario, que no conocía la verdadera identidad de Medrano, les veía pasear siempre a ambos o a la mujer sola, nunca al hombre.

Ante esta información, los investigadores volvieron a interrogar a la mujer y, tras incurrir en algunas contradicciones, la mujer acabó por confesar que había asesinado a su marido, y les indicó dónde había ocultado el cuerpo, que fue encontrado.

El fallecido tenía tres hijos en común con su presunta asesina, quienes renunciaron a ser indemnizados, y una hermana que se encuentra en paradero desconocido. El fiscal responsabiliza a la principal acusada de un delito de asesinato y de otro de tenencia ilícita de armas, por los que pide, respectivamente, penas de 25 años y de 15 meses de prisión, y a su hermana de complicidad en el asesinato, por el que solicita una condena de 10 años de cárcel. En sus respectivos escritos, los abogados defensores, José María Pedregal y Francisco Javier Reguera, niegan la autoría de los hechos por parte de sus respectivas clientes y solicitan su absolución.