Investigación

El precinto inmediato del baño de Sutton, clave para hallar restos biológicos de Alves

Los Mossos comenzaron a trabajar antes de que la mujer presentara una denuncia, dos días decisivos para hallar indicios que se habrían perdido

Dani Alves, junto a la imagen de un mosso d'Esquadra.

Dani Alves, junto a la imagen de un mosso d'Esquadra.

Guillem Sánchez, J. G. Albalat

Los Mossos d'Esquadra preservaron el baño de la discoteca Sutton en el que supuestamente ocurrió la supuesta violación cometida por el futbolista Dani Alves la misma noche de los hechos. Lo hicieron dos días antes de que la joven de 23 años denunciara los hechos, el 2 de enero. Colocar ese precinto policial –una simple pegatina adosada a la ranura de la puerta que se hubiera roto si alguien la abría– garantizó a los investigadores que nadie contaminara ese espacio. Así, la policía científica halló indicios biológicos –restos de semen y huellas dactilares– que ya han permitido a la jueza y a las acusaciones saber que Alves estaba mintiendo en sede judicial el pasado 20 de enero y que, presumiblemente, serán también decisivos para probar si se trató de una agresión sexual –como siempre ha denunciado la víctima– o fue un encuentro sexual consentido –como señala ahora la defensa del jugador–. 

El escrito del tribunal de la Audiencia de Barcelona, que ha confirmado la prisión preventiva para el futbolista esta semana, calificaba la investigación policial, a cargo de la Unitat Central d'Agressions Sexuals (UCAS), de "minuciosa" –defendiendo con ese adjetivo una tarea de las investigadoras (son mujeres un 70% de los agentes de esa unidad) que Cristóbal Martell, abogado de Alves, había descrito como "tendenciosa"– y subrayaba que esa investigación policial hubiera comenzado antes de que la joven denunciara lo ocurrido

Horas que cuentan

"Entre la violación y la denuncia pueden pasar meses" porque hay mujeres que necesitan meditarlo mucho, remarcan fuentes policiales. Ese intervalo de tiempo juega en contra de la víctima y a favor del agresor. Porque durante ese tiempo pueden perderse pruebas que serían de gran ayuda para demostrar los hechos, remarcan las citadas fuentes policiales. Por ese motivo, la UCAS, una unidad creada hace tres años, comienza a investigar las agresiones sexuales en cuanto tiene conocimiento de estas, de oficio, sin esperar a que la víctima presenta una denuncia que sí será indispensable para perseguir judicialmente el delito. 

Aquella madrugada del 30 de diciembre, cuando los primeros agentes de los Mossos atendieron sobre las cuatro de la madrugada a la joven y, vieron el estado en el que se encontraba, activaron a los investigadores, que dieron la orden de preservar el baño. Y la UCAS, antes de que la víctima denunciara y, por lo tanto, antes de actuar bajo tutela judicial, actuó de oficio y envió a los agentes de la policía científica a inspeccionar el espacio en busca de los indicios biológicos. Los agentes hallaron hasta siete huellas dactilares de la víctima que proyectaron una serie de posiciones que había ocupado su cuerpo dentro de ese cubil que cuadraban con su denuncia. Descubrieron asimismo restos de semen en el suelo. La víctima denunció el 2 de enero.

Esos restos biológicos se habrían perdido si el baño no hubiera sido precintado: otras personas habrían entrado a usarlo y, sobre todo, trabajadores de mantenimiento lo habrían limpiado horas después.

La carga de prueba

La joven, aquella misma noche, mucho antes de tomar la decisión de denunciar a Alves, fue también conducida al Hospital Clínic, centro de referencia en Barcelona al que deben acudir sin dilación las mujeres que hayan sufrido una agresión sexual, donde los sanitarios, en aplicación del protocolo existente, le practicaron un examen forense que recogió muestras de semen de su ropa interior y también del interior de la vagina. Los resultados del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses confirmó semanas después –con una muestra salival que se le tomó a Alves en su declaración en sede judicial del 20 de enero– que el semen era del futbolista. El parte médico refirió asimismo que la joven tenía una lesión en la rodilla. 

Todos esos indicios, los obtenidos de la inspección ocular del baño y del examen forense de la denunciante, han permitido hasta la fecha comprobar que Alves ha mentido. La última de las tres versiones que ha dado, tras verse acorralado por la jueza y las acusaciones, consistió en asegurar que él se encontraba en el baño de Sutton, haciendo sus necesidades, cuando la joven entró y le practicó una felación. Pero esta última versión tampoco ha cuadrado con la lesión de la víctima en la rodilla, ni con las huellas dactilares detectadas por la policía científica, ni con la presencia de restos de su semen en la vagina de la víctima. 

La víctima, según su denuncia en sede policial y su declaración en sede judicial, explicó que lo que sucedió en ese baño fue que Alves se sentó en el retrete y a ella se la sentó encima por la fuerza. Ella le pidió que parara y suplicó que la dejara marcharse. Él se negó. La tiró al suelo, la agarró por el cuello, la abofeteó e intentó que le hiciera una felación por la fuerza –a lo que ella se negó–. Después la levantó, la colocó contra el lavamanos y, por último, la puso contra el retrete y la violó hasta eyacular. Esta versión de la víctima sí ha cuadrado con indicios que, en parte, se obtuvieron gracias a la decisión de comenzar a investigar antes de la denuncia y de preservar el baño justo después de los hechos.

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