El Juzgado de Instrucción número 2 de Arona, que se encuentra en funciones de Guardia, ordenó en la tarde de este jueves el ingreso en prisión preventiva, comunicada y sin fianza de Adrián, el joven acusado de acabar con la vida de su vecina, Dácil, de 62 años, el pasado martes en una vivienda de Llanos de Guaza, en el municipio de Arona, como presunto autor de un delito de homicidio.

La autoridad judicial estimó la petición de la Defensa y aceptó que el implicado en los hechos ingrese en el centro penitenciario de Salto del Negro (Las Palmas I), en Gran Canaria, con el objetivo de preservar su integridad física. Y es que, según la información ofrecida por el gabinete de prensa del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC), en la cárcel Tenerife II «podría haber ingresadas personas relacionadas con la víctima».

Dos hijos de la mujer fallecida son hombres conocidos por las fuerzas de seguridad debido a su presunta vinculación con la distribución de drogas en el Sur de Tenerife. Hace aproximadamente un año, la Policía Nacional realizó una operación en la que detuvo a ambos varones como presuntos autores de la citada actividad delictiva. Y, de hecho, en la vivienda en la que se produjo el homicidio el pasado martes se hizo una entrada y registro por parte de los agentes de estupefacientes. En dicha actuación de la Policía se intervino, al menos, un vehículo de alta gama de la marca Audi.

Sin embargo, los dos hijos de la víctima solo estuvieron en la prisión Tenerife II pocos días, ya que pudieron pagar la fianza y quedaron en libertad provisional a la espera del juicio. No obstante, la autoridad judicial adopta la medida de ingreso en la citada cárcel grancanaria con carácter preventivo.

Un hijo de Dácil, que se sentía muy apegado a su progenitora, protagonizó un serio altercado cuando llegó al lugar de los hechos tras tener conocimiento de la muerte violenta. De hecho, presuntamente llegó a insultar, proferir amenazas e, incluso, intentar agredir a integrantes de la Unidad de Seguridad Ciudadana de la Comandancia (Usecic) de la Guardia Civil y de la Policía Local de Arona.

Su estado de desesperación y rabia era tan elevado tras el homicidio de su madre que integrantes de las fuerzas de seguridad tuvieron que reducirlo y ponerle los grilletes hasta que se tranquilizó un poco más. Y, según explicaron vecinos y otras fuentes consultadas, dicho hijo dejó claro que «la cosa no va a quedar así».

Cabe recordar que la vivienda de la víctima y la del presunto autor están en la misma calle, la San Silvestre, enfrentadas y separadas por apenas nueve metros de distancia. Horas después de los hechos, para evitar altercados graves entre las dos familias, agentes de la Guardia Civil sacaron de la zona a los familiares del presunto autor en el interior de coches camuflados con los cristales tintados, con el objetivo de que los seres queridos de la fallecida no los atacaran o los persiguieran.

La relación entre ambas familias no era buena, sobre todo por los enfrentamientos que protagonizó el ahora acusado de homicidio con los dos hijos de Dácil mencionados, explicaron personas que residen en el lugar.

El juez sustituto del Juzgado de Instrucción número 2 de Arona tampoco puso objeciones este jueves a que Adrián, una vez que llegue a Salto del Negro, sea internado en el módulo de Enfermería.

Según la información ofrecida por el Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC), el juez autoriza que, sin perder su carácter de preso preventivo, el acusado sea trasladado a una unidad de psiquiatría hospitalaria de la sanidad pública para que se evalúe su estado, «pudiendo permanecer ingresado en esta» de forma transitoria, si así lo estiman los facultativos que lo reconozcan. Y es que tiene antecedentes de enfermedad psiquiátrica. De hecho, ayer, cuando pasó a disposición judicial, los guardias civiles también le llevaron a dicha sede judicial su tratamiento.

En las primeras horas de la tarde del martes, el acusado fue trasladado hasta la vivienda de su familia para realizar un trámite de reconstrucción de los hechos y, en un determinado momento, en un estado de alteración evidente, gritó: «Se hizo y ya está; no hay que hablar más nada». En dicho acto, Adrián supuestamente también dijo que había consumido un «porro» antes de cometer su acción.