Tienen alma de piratas buenos y algunas tibias y calaveras con casco en el pecho. Se les conoce como los corsarios del aire porque, como aquellos piratas que actuaban con patente de corso de las autoridades, los aviones anfibios del 43 Grupo de las Fuerzas Aéreas pueden saltarse algunas normas en su lucha contra los incendios forestales. La urgencia de sus misiones les permite improvisar planes de vuelo, sobrevolar zonas pobladas o acercarse demasiado al suelo. En el incendio que se desató el pasado jueves en el norte de Tenerife han dejado huella y ayer se afanaron, con vuelos al límite, para atajar las llamas en la agreste ladera de Tigaiga, en el municipio de Los Realejos.

Su lema oficial es «apaga y vámonos»; el extraoficial, «donde pongo el ojo, mojo». Ambos definen la peculiar misión que desarrollan estos aviones anfibios de fabricación canadiense, también conocidos como botijos o apagafuegos, cuya capacidad de carga útil es de entre 5.500 y 6.000 litros. Con una envergadura de 28,6 metros entre punta y punta de las alas, su silueta amarilla y roja es inconfundible. Y se ha convertido estos días en una estampa habitual –sin dejar de sorprender– en el cielo, la playa de Las Teresitas y el puerto de Santa Cruz, la capital de la Isla.

Sus continuos vuelos cerca de tejados y torres, con una periodicidad de unos 25 minutos, obligan a levantar la mirada a los chicharreros, que cada vez que los ven regresar se sorprenden de la habilidad de sus pilotos. Capaces de rellenar su carga de seis toneladas de agua salada en el puerto, a escasos metros de los barcos de Naviera Armas y Fred Olsen que, simplemente, ven llegar y marcharse a estos corsarios del aire en aterrizajes y despegues sobre el agua que duran entre 10 y 12 segundos.

Aparecen entre los edificios a una altura a la que sólo ellos puedan volar y, en un abrir y cerrar de ojos, se marchan cargados de agua salada que ayer descargaron sin descanso sobre los focos que se reactivaron en la ladera de Tigaiga. Este es el frente más activo del gran incendio forestal del Norte.

Los ‘corsarios’ del aire atajan el fuego en la ladera de Tigaiga

Su sonido ronco, y su vuelo bajo, a entre 140 y 187 kilómetros por hora, han llamado la atención de todos en el área metropolitana, pero también en las comarcas de Acentejo y del Valle de La Orotava, por donde se les ha visto pasar decenas de veces en los días en los que han trabajado casi sin descanso para rematar un incendio que está perimetrado, pero se mantiene activo, especialmente en el frente de Tigaiga.

Los pilotos de los dos Bombardier CL-415 que están operando en Tenerife han dado auténticas lecciones de vuelo en un entorno muy difícil, peligroso y escarpado. Sus espectaculares sueltas de agua a escasa distancia de la vegetación han encogido el corazón de muchos testigos de su pericia. Resulta hipnótico verlos prácticamente rozar la ladera mientras descargan miles de litros de agua, inclinan sus alas y cambian de rumbo para regresar a puerto.

Incendio de Tenerife, imágenes aéreas

Incendio de Tenerife, imágenes aéreas Brifor

Las condiciones del mar en la costa norte de Tenerife no les han permitido recargar en las aguas más cercanas al Valle de La Orotava y, tras hacer algunas tomas en la playa de Las Teresitas, finalmente han optado por utilizar las tranquilas aguas del puerto de la capital como base de operaciones. Su frecuencia de paso se ha ido reduciendo de unos 35 minutos el primer día a apenas 25 en la jornada de ayer. Su autonomía ronda las cuatro horas y media en misiones de extinción.

Los denominados Foca se ubican durante la campaña de verano en las bases de Pollensa (Mallorca), Málaga, Salamanca, Zaragoza, Santiago de Compostela y en su sede permanente: la Base Aérea de Torrejón de Ardoz. Cada aeronave cuenta con una tripulación de tres personas, dos pilotos y un mecánico de vuelo. El 43 Grupo de Fuerzas Aéreas dispone en la actualidad de 18 aviones anfibios (14 Canadair CL-215-T y 4 Bombardier CL-415) y 150 militares, de los que 49 son pilotos y 25, mecánicos de vuelo. Se trata de una unidad del Ejército del Aire que depende orgánicamente del Mando Aéreo General, operativamente de la Unidad Militar de Emergencias (UME) y funcionalmente del Ministerio para la Transición Ecológica y Lucha contra el Cambio Climático.

Los ‘corsarios’ del aire atajan el fuego en la ladera de Tigaiga

Junto a los corsarios del aire han peleado también la decena de medios aéreos de extinción movilizados por el Gobierno de Canarias, como el Air Tractor 802F, un pequeño avión de carga en tierra con capacidad para 3.100 litros de agua, que ayer también dejó vuelos imponentes en Tigaiga. Y, sin duda claves, los helicópteros, que no han dejado de cargar en charcas muy cercanas a Tigaiga para no dar tregua a las llamas. Como el Bell 412, de tamaño medio e ideal para el transporte de brigadas y su apoyo mediante las descargas de agua; el PZL W3A Sokol, multifuncional y polivalente, destinados tanto para el rescate y salvamento de personas como para la extinción de incendios, o el Eurocopter AS350 Ecureuil B3, ideales para el transporte de brigadas y su apoyo mediante las descargas de agua. Tres modelos capaces de lanzar sobre las llamas entre 1.200 y 1.500 litros de agua. O el imponente Kamov, con capacidad para lanzar hasta 4.500 litros en cada pasada. Una aeronave de doble rotor muy valorada en la extinción de incendios por su capacidad de descarga, maniobrabilidad y potencia. De fabricación rusa, sufren en la actualidad los daños colaterales de la invasión de Ucrania, ya que este conflicto dificulta el acceso a los repuestos necesarios. El helicóptero de la Guardia Civil, en labores de coordinación aérea, también juega un papel clave en esta batalla contra el fuego desde el aire, ya que marca zonas de lanzamiento, zonas de entrada, niveles de vuelo, salidas y llegadas, o lugares de carga de agua.

Los dos aviones anfibios del 43 Grupo de Fuerzas Aéreas que operan en el incendio del Norte tienen una estampa inconfundible, amarilla y roja, que ha sobrevolado cerca de los tejados y torres de Santa Cruz, y también de la agreste ladera de Tigaiga, en el municipio de Los Realejos.