Patricia Santana, una joven agricultora grancanaria, ha salvado la vida a un erizo canario que se había colado en una finca en la zona de San Lorenzo, dentro del término municipal de Las Palmas de Gran Canaria.

El pequeño mamífero se acercó a un estanque y se metió en su interior para beber, a pesar que la finca dispone de ellos para toda aquella fauna silvestre.

4

Salvan la vida a un erizo canario en San Lorenzo

Un ejemplar poco conocido en Canarias

El erizo moruno (Atelerix algirus) está presente en casi todas las Islas Canarias: frecuente en Lanzarote, Fuerteventura y Gran Canaria, más raro en Tenerife, ejemplares aislados en La Gomera y El Hierro, y todavía sin encontrar en La Palma. Sus hábitos nocturnos le hacen ser poco conocido.

Sólo lo vemos aplastado en las carreteras, a las que se acerca durante la noche atraído por los insectos que a su vez, se acercan al asfalto por el calor y las luces. Sus hábitos alimenticios son también poco conocidos: se sabe que su dieta es omnívora, se incluyen en ella sobre todo insectos, pero también algunos frutos.

Se trata de un erizo de pequeño tamaño, mide de media entre 20-25 centímetros y como máximo 28 cm. Los machos son un poco más grandes que las hembras. El cuerpo es redondeado y presenta púas cónicas de unos 2 cm tanto en el dorso como en la parte superior de la cabeza, si bien en la frente se disponen en dos franjas separadas por una zona de piel libre de púas. Tiene pelos largos blancos en la parte de abajo del cuerpo y en la cabeza, en la cara también se observan, pero los de esa zona son más oscuros. El hocico es alargado y en él se encuentran sus pequeños ojos negros y sus largos bigotes. Se caracteriza por tener las orejas grandes y redondeadas que se asoman por fuera del pelaje. Posee cuatro patas cortas, en todas ellas dispone de 5 dedos con uñas afiladas y almohadillas en la parte inferior. El erizo moruno es principalmente blanco y los jóvenes un poco más oscuros, de tono parduzco.

Si encuentras a este erizo hecho una bolita es debido a que se siente en situación de peligro. Al enrollarse sobre sí mismo consigue proteger las partes más sensibles de su cuerpo, como la cabeza y la barriga, y a su vez, erguir las púas para defenderse del enemigo.