Óscar Piñón Casal, el Policía Nacional abatido: Un agente «solitario»

Fue decorado con la cruz al mérito policial en su paso por la comisaría del Sur de Gran Canaria | En 2018 decidió regresar a Galicia

Muere un policía tras robar una pistola y resistirse a su detención a tiros

Agencia ATLAS

Óscar Piñón Casal, el agente de la Policía Nacional de 48 años que en la madrugada de ayer fue abatido por la Guardia Civil en una gasolinera de Burgos, estuvo destinado durante más de una década en la Comisaría de Maspalomas, donde se encargaba de la seguridad del acceso principal al edificio. Quienes lo conocieron hablan de una persona “solitaria”, que apenas tenía confianza con los compañeros pese a que tenía contacto diario con todas las personas que accedían a la instalación.

Nacido en Ferrol, ingresó en el Cuerpo de la Policía Nacional en el año 2020. Pronto escogió como destino la comisaría del sur de la Isla, donde permaneció más de una década. Era conocido entre el resto de integrantes del cuerpo que sirven en Maspalomas, tanto por su carácter “seco” y “raro, como indicaron antiguos compañeros suyos; como por su labor en el interior de la garita por la que se accede a la comisaría donde era habitual verlo leyendo durante los tiempos de menos trabajo.

Su labor dentro del cuerpo fue reconocida en octubre de 2014, cuando se le impuso la cruz al mérito policial con distintivo blanco por orden del entonces ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz. En aquel acto también se celebró los 30 años de la Policía Nacional en Maspalomas, en el que se agradeció el trabajo que desarrolla el cuerpo de seguridad estatal en el municipio turístico.

Pese a su personalidad esquiva e introvertida, sus excompañeros nunca pensaron que fuera a estar involucrado en temas de narcotráfico -fue detenido el pasado mes de marzo durante una operación antidrogas en Galicia- ni tampoco que tuviera problemas psiquiátricos que derivaran en que fuera retirado del cuerpo. Piñón Casal, quien residió en el barrio de El Tablero, abandonó en 2018 su puesto de seguridad en el Sur para regresar a su tierra junto a sus padres.

Al poco de llegar a la Comisaría de A Coruña sufrió una brutal paliza. Ocurrió en febrero de 2019 cuando uno de los detenidos estuvo a punto de matarlo en el calabozo al asfixiarlo con una maniobra de estrangulamiento con la que consiguió huir, aunque finalmente fue interceptado. La Fiscalía solicitó hasta 17 años de prisión para el autor. Aquella agresión convirtió a Óscar Piñón en otra persona, atemorizada, que acabó cayendo en el alcohol y las drogas, y. finalmente, fuera del cuerpo, según informó ayer el periódico La Voz de Galicia. Hasta que el martes robó el arma de un compañero y acabó abatido en su huida.