La confesión de Miguel, guardia civil jubilado, cinco años después de matar a su mujer en Gran Canaria: «Discutimos y la descuarticé»

Miguel Gallego Pousada, el guardia civil jubilado que esta semana confesó haber descuartizado a su mujer hace cinco años en el sur de Gran Canaria, ya está tras las rejas de la prisión de Las Palmas II (Juan Grande). Cinco años han pasado desde que el agente, que estuvo destinado en la agrupación de Tráfico y que llegó a la Isla en 2014, acabó presuntamente con la vida de María Dolores Illan en el apartamento de Playa del Inglés que compartían, y cinco años -pese a que siempre estuvo bajo sospecha- hasta que la Policía Nacional ha conseguido acorralarlo y detenerlo en un nuevo caso de violencia de género.

Este martes, Miguel reveló en un interrogatorio: «Discutimos y la descuarticé». Lo hizo, dijo, con una sierra que tenía en su casa. Luego, durante dos jornadas, esparció los restos por San Bartolomé de Tirajana y aseguró que su mujer había desaparecido voluntariamente. Esta semana, toda su historia se ha derrumbado.

La Policía Nacional citó el martes en San Bartolomé de Tirajana al que, en ese momento, era el principal sospechoso de hacer desaparecer a María Dolores Illan. Él acudió, en principio, como testigo, pero ya no volvió a salir de los calabozos de la comisaría del sur de la Isla. Con las pruebas que los agentes tenían contra él, a Miguel no le quedaba escapatoria. Ya jubilado y con 70 años, hizo frente a lo que ocurrió el 18 de marzo de 2020 en un apartamento de la calle Helsinki, en Playa del Inglés, donde en ese momento residía el matrimonio.

Miguel explicó que ese día él y María Dolores, de entonces 59 años, tuvieron una discusión, y que ella -siempre según su versión- le dio una bofetada. Él intentó apartarla o la empujó durante el forcejeo, lo que provocó que la mujer perdiese el equilibrio y se golpease la cabeza. Aseguró que falleció en el acto y que al ver que, pasados los minutos, no respondía la descuartizó con una sierra que tenía en la vivienda. Confesó que la había desmembrado, ayudándose de «una sierra, un cuchillo y un martillo» en «trozos pequeños, de unos cinco centímetros» y que se deshizo de ellos en varias ubicaciones.

Una de ellas fue en las inmediaciones del centro comercial Tropical, a solo un kilómetro de su vivienda. El miércoles los agentes peinaron la zona y localizaron huesos enterrados en parterres y semiocultos en la tierra que ahora serán analizados y de los que se tratará de extraer ADN, explican fuentes cercanas al caso consultadas por LA PROVINCIA/Diario de Las Palmas, para cotejarlos con el de María Dolores.

Prisión para el guardia civil jubilado detenido por matar, descuartizar y tirar los restos de su mujer en el sur de Gran Canaria

Esta mañana, el autor confeso pasó a disposición judicial. Al contrario de lo que ocurrió con la Policía Nacional, ante la jueza se acogió a su derecho a no declarar. Ella ordenó su ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza. También, en su compañía, se realizaron dos registros domiciliarios y la reconstrucción del crimen.

La primera entrada fue en ese apartamento de Playa del Inglés, donde la Policía Científica localizó sangre en diversas estancias de la vivienda, según ha podido saber este diario, pese al tiempo que ha transcurrido desde que se cometió el presunto asesinato machista. El otro fue en Juan Rejón, en la capital, donde vivía el ahora encarcelado. Allí se incautó documentación, su teléfono móvil y diversas herramientas que también se analizarán para comprobar si tienen restos biológicos y si fueron utilizadas en el homicidio.

Una carta manuscrita

Miguel y María Dolores –que este viernes, precisamente, coincidiendo con la resolución de su crimen habría cumplido 64 años– aterrizaron en Gran Canaria en 2014, debido a su traslado como guardia civil, tras años en Cataluña, donde se quedaron sus dos hijas. Es el 18 de marzo de 2020 la fecha oficial de su desaparición, pero el caso realmente empezó mucho después.

Miguel no denunció oficialmente ante la Policía Nacional de San Bartolomé de Tirajana hasta el 11 de marzo de 2021, casi un año más tarde. Ese día, el primero que se presenta en comisaría, dice que un año antes habían discutido, que ella lo había agredido y que él se fue de casa. Cuando volvió, María Dolores ya no estaba.

Argumentó ante los agentes, con el objetivo de cubrirse las espaldas, que esta sería una práctica habitual de su mujer, sobre todo, desde que se mudaron a Gran Canaria y se habría justificado diciendo que ella sufría episodios de «depresión». También dijo que en la vivienda, al regresar, halló una carta de María Dolores en la que le pedía que no la buscara y que se había marchado de manera voluntaria, por eso no había acudido antes a denunciar la desaparición. Fue tras un año, supuestamente, sin tener noticias de ella por lo que acudió a comisaría, argumentó.

La letra de esa carta, comprobaron los agentes, no se correspondía con la de María Dolores, quien tampoco figuraba en el registro de salida de ningún vuelo o barco. Por eso, Miguel se convirtió desde ese instante en el sospechoso principal y, la desaparición de María Dolores, en un presunto caso de violencia machista. Pero él se cubrió bien las espaldas y ató todos los cabos sueltos durante un lustro para que no lo pillaran.

Este martes, cinco años después de su desaparición y cuatro tras interponer la denuncia, Miguel fue detenido y el caso de su mujer, resuelto. La jueza ordenó su ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza. Cinco años después de matar a su mujer, Miguel duerme en la prisión de Las Palmas II (Juan Grande).