Jay Slater huyó con drogas y cuchillos antes de morir en Tenerife: revelaciones que lo cambian todo
Un detective británico destapa detalles ocultos de la desaparición del joven británico que robó ketamina, temía represalias y caminó desorientado hacia su trágico final


La historia de Jay Slater, el joven británico de 19 años que desapareció en Tenerife tras asistir a un festival de música, dio la vuelta al mundo. Durante semanas, las redes sociales se llenaron de teorías sin fundamento, las autoridades mantenían un silencio incompleto y la familia clamaba por respuestas. Ahora, un giro inesperado llega de la mano del investigador Mark Williams‑Thomas, quien revela detalles inéditos en un podcast que ya está generando un nuevo impacto mediático. Lo que parecía un caso cerrado como un trágico accidente, se reabre con elementos hasta ahora desconocidos: drogas, miedo y una huida que acabó en tragedia.
Jay llegó a la isla canaria con amigos para asistir al festival NRG. Tras una noche de fiesta, acabó en un Airbnb junto a Ayub Qassim, un hombre de 31 años con antecedentes por tráfico de drogas, y otro acompañante. Fue allí donde, según nuevos testimonios recogidos por Williams‑Thomas, el joven tomó una decisión que marcaría su destino: robó una bolsa de ketamina del alojamiento. Qassim, quien no lo había declarado antes a la policía, explicó en el podcast que Jay se marchó al amanecer con la droga. Fue entonces cuando el joven, bajo el efecto de una mezcla de ketamina, cocaína y éxtasis, se armó con dos cuchillos de cocina, los escondió en su pantalón y le dijo a su amiga Lucy Law que no podía volver. Estaba, según sus propias palabras, “en una misión”.
Lucy Law, quien también habla públicamente por primera vez desde la desaparición, relata que Jay estaba muy alterado, con signos de paranoia y miedo. Él le confesó que llevaba los cuchillos “por si pasaba algo”. No podía regresar al lugar donde había robado. La tensión, el consumo de sustancias y una sensación de amenaza le hicieron huir sin rumbo. Antes de desaparecer, envió una foto desde la puerta del Airbnb a través de Snapchat, marcando su ubicación, y luego realizó dos llamadas: una a Lucy, diciéndole que estaba perdido y con el móvil sin batería, y otra a su amigo Bradley, describiendo que caminaba por un terreno pedregoso. Esa ruta, desde Masca hacia Playa de las Américas, es una travesía de más de diez horas a pie, por un terreno seco, sin agua y bajo el fuerte sol canario. Una caminata imposible en su estado físico y mental.

Infografía de la prensa británica del caso Jay Slater / La Provincia
Su cuerpo fue hallado semanas después al pie de un barranco. La autopsia reveló la presencia de varias drogas en su organismo, lo que refuerza la teoría del detective: Jay no fue asesinado, sino que sufrió un accidente fatal mientras huía desorientado y sin rumbo, condicionado por el miedo y el efecto de los estupefacientes. Mark Williams‑Thomas insiste en que no hay pruebas de que terceros hayan estado involucrados en su muerte, pero sí denuncia fallos graves en la investigación. Señala que la policía no localizó ni a Qassim ni a Lucy Law, testigos fundamentales para reconstruir los hechos, y que su ausencia en el inquest celebrado en Preston impidió conocer detalles vitales que ahora están saliendo a la luz.
Entre los elementos que más peso tienen está el mensaje que Jay envió a otro amigo, Joshua Forshaw, el mismo día de su desaparición. En él confesaba haber robado un reloj valorado en 10.000 libras. Este dato, sumado al robo de la ketamina y su estado mental, ayuda a entender por qué decidió escapar solo por una zona remota, sin medios ni orientación. El detective, con décadas de experiencia en casos de desapariciones, considera que estos nuevos testimonios aportan el contexto que faltaba para comprender el comportamiento errático de Jay en sus últimas horas.

Jay Slater / La Provincia
Debbie, la madre del joven, ha recibido estas revelaciones con dolor. En un primer momento pidió al detective no hacerlas públicas por temor a que afectaran la imagen de su hijo. Sin embargo, Williams‑Thomas sostiene que ocultar información relevante no ayuda a nadie, y que toda verdad, por incómoda que sea, merece ser investigada. Por ello, ha decidido hacer públicos los audios y testimonios que ha recogido durante meses de trabajo, con la intención de que tanto la justicia británica como las autoridades españolas reevalúen el caso con toda la información disponible.
La investigación judicial ha sido aplazado hasta que Qassim y Lucy comparezcan oficialmente. Mientras tanto, el nuevo material ya ha sido entregado tanto a la policía española como al tribunal de Preston. La pregunta ahora no es solo qué ocurrió con Jay Slater, sino por qué la verdad ha tardado tanto en salir a la luz. El caso, que fue cerrado inicialmente como un accidente, puede reabrirse con nuevos matices. Quizás el final no cambie, pero sí la forma de entenderlo. En lugar de un joven que se perdió en las montañas, ahora emerge la imagen de alguien que actuó empujado por el miedo, la presión y el descontrol, inmerso en un entorno del que no supo cómo escapar.
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