El ‘crimen del contenedor’ mostró las costuras de la zona menos noble de la capital, en la que las drogas, la prostitución y las penurias campaban a sus anchas. En enero de 1994, el cuerpo descuartizado y desmembrado de una prostituta apareció en el Puerto, el suceso más macabro de la década en Canarias.

Muchas dudas quedaron sin despejar sobre lo que ocurrió la noche del 7 al 8 de enero de 1994 en la zona Puerto de la capital grancanaria. Sin embargo, lo que sí estaba claro fue la aparición del cadáver descuartizado y desmembrado de una joven prostituta, de apenas 23 años y de nombre María del Carmen Diepa, en un contenedor de la calle Albareda. Tras nueve años de investigación policial, se sentaron en el banquillo de acusados cuatro personas, que eran consideradas culpables del macabro suceso, que ha quedado en el imaginario colectivo como el crimen del contenedor, y que mostró las costuras de una ciudad escondida donde las drogas, la prostitución y las penurias estaban a la orden del día

El juicio se prolongó durante cinco sesiones en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Las Palmas en octubre de 2004, casi once años después de los hechos. La crudeza de los testimonios no dejó indiferente a nadie, y las crónicas de cada una de las jornadas del proceso fueron de lo más sonado de la década en el Archipiélago, pero también fuera de él. Lo macabro del relato, sobre todo de las testigos que vivieron los hechos, hizo tener pesadillas a muchas de las personas que hicieron seguimiento del caso, tanto en el mundo judicial como en el periodístico. También destacaron las incógnitas que no se resolvieron y que provocaron que el Supremo tuviera que dilucidar sobre la sentencia de la Audiencia, cuyo ponente fue Antonio Castro Feliciano. 

Una compleja investigación

Después de una ardua investigación policial, que estuvo liderada en sus últimos años hasta la resolución final por el inspector José María Díez, se detuvo a tres sospechosos, en un primer momento. Eran Eufemiano Fuentes, Antonio Sánchez y Andrés Medina. Sin embargo, según las principales testigos -dos prostitutas que acompañaban a María del Carmen Diepa la noche de autos- un cuarto hombre les acompañaba, versión que ratificó un trabajador que vio, días después del macabro hallazgo de la cabeza y extremidades de la víctima, cómo alguien de pelo largo, con coleta y ropa vaquera tiraba en otro contenedor la bolsa de plástico en la que se encontraría el tronco de la mujer. No fue hasta más adelante que fue capturado y acusado Alberto Barber -que finalmente quedó absuelto porque el tribunal entendía que no había pruebas suficientes en su contra-. 

En medio de una gran expectación mediática, el juicio arrancó el lunes, 25 de octubre de 2004, día en el que los acusados proclamaron su inocencia, y en la que aseguraron que no se encontraban en ese momento en la capital grancanaria, y que ni siquiera se conocían entre sí. Aquella noche, según los hechos probados de la sentencia, Eufemiano Fuentes entró en contacto con tres prostitutas -la víctima era una de ellas-, a través de Andrés Medina y fueron a un local en el que fumaron crack y otras estupefacientes. Después de esto, las llevó en su coche a un piso, «presumiblemente en López Socas», donde mantuvo una sesión de sadomasoquismo que se escapó de control. La violencia de los golpes fue creciendo y, ante la negativa de seguir de Diepa y las otras chicas, Fuentes se habría enfurecido, momento en el que la emprendió contra la víctima hasta provocarle la muerte. 

Según el fallo, que ratificó dos años después el Supremo, sería entonces cuando Eufemiano Fuentes llamó a Medina y Sánchez para que le ayudaran a encubrir el crimen, descuartizando a la víctima y seccionando sus extremidades, que luego depositaron en el contenedor de la calle Albareda en que se produjo el hallazgo. Días después harían lo propio con el resto del cadáver. Pero lo habrían hecho una vez estaba muerta, pese a que las forenses indicaron durante el juicio que la posibilidad de que estuviera viva y que la muerte se produjera por degollamiento era muy alta. Es por eso, que le impusieron una condena por homicidio y no por asesinato a Eufemiano Fuentes -12 años de cárcel-, mientras que a sus dos compañeros les condenaron por encubrimiento a tres años de prisión, quedando liberados en ese preciso momento al haberse cumplido más de dos tercios de la condena en prisión provisional. 

Uno de los momentos más complicados del juicio se produjo el segundo día, con las declaraciones de las dos prostitutas que acompañaron al piso a la víctima, y que narraron lo sucedido con pelos y señales, en medio de un gran nerviosismo y con el dolor de recordar lo que se propusieron no evocar nunca más desde aquella noche. El de Dunia, una de ellas, fue el que consideró más realista la Audiencia, y en el que se basó para imponer la condena. Pero más duro fue el de Nena, quien relató que, tras la sesión de drogas se quedó dormida por el «colocón» y que fueron los gritos desgarrados de Diepa los que la despertaron, para encontrarse cara a cara con el terror. «Decidí esconderme en el interior de un arcón congelador que había en el salón y esperar a que sucediera», contó.

Sin embargo, preguntas como si fue el 1A del número 11 de López Socas el piso en el que se mató a María del Carmen Diepa, si se la descuartizó y desmembró en un bar cercano, quién era ese cuarto hombre que, según varios testigos, tenía relación con los hechos o por qué nadie hizo caso a una joven desnuda y visiblemente aterrada que corría por las calles pidiendo auxilio quedaron sin resolver. El crimen del contenedor, que reflejó la parte oscura que nadie quiere ver de la capital, pero que existe y muestra lo peor de la sociedad.