Caso Abierto - La Provincia - Diario de Las Palmas

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San Bartolomé de Tirajana

Las partes se acusan de imprecisiones en el juicio por agresión sexual en San Fernando

Defensa y acusaciones insisten en que los testimonios fueron contradictorios y ambiguos | La primera pide la absolución, mientras que las segundas solicitan 11 años de prisión

El acusado durante la sesión celebrada este jueves José Carlos Guerra

Las partes se acusaron mutuamente de contar con testimonios contradictorios en el juicio de agresión sexual que se ha celebrado este jueves en la Sección II de la Audiencia Provincial de Las Palmas. Según el testimonio de la víctima -negada de pleno por el acusado-, un vecino la violó en algún momento del verano de 2019 tras ser contratada para limpiar su domicilio, en San Fernando de Maspalomas.

Por estos hechos, tanto el Ministerio público como la acusación particular solicitan la pena de once años de cárcel para el acusado, al considerar que el testimonio de la víctima es suficientemente contundente y continuado en el tiempo, sin ambigüedades ni imprecisiones en lo que ha venido relatando en las diferentes fases del proceso. La defensa, en cambio, considera que no existe prueba de cargo suficiente que ampare la presunta agresión sexual y desvirtúe la presunción de inocencia, por lo que pide la absolución de su cliente.

La víctima relató durante la sesión que el acusado la contrató para que le limpiara su casa, por lo que le daría una retribución de 50 euros. Sin embargo, al llegar al domicilio para limpiar, el hombre se le insinuó en un primer momento, a lo cual le respondió que solo estaba ahí para limpiarle. Más adelante, pese a la negativa inicial, la llamó para que adecentara su dormitorio y, al llegar, se lo encontró desnudo y con un preservativo puesto. Trató de huir pero no pudo, el inculpado le agarró del pelo y la tiró sobre la cama, para luego intentar que le hiciera una felación. Después le penetró vaginalmente, lo intentó hacer analmente y, al no poder, volvió a hacerlo vaginalmente. La mujer no pudo recordar si llegó a eyacular o no, pero sí que no utilizó condón.

"No entendí a esa persona, nunca le di esa confianza como para que intentara tener relaciones conmigo", contó al tribunal la víctima, quien padece, a causa de estos hechos, una honda depresión. Entre lágrimas, expresó lo mucho que le ha cambiado la vida presuntamente por culpa del acusado, llegando a dejar de salir de su casa -si bien más adelante admitió que sí ha dado algún paseo con su nieto a petición de su hija-. "Ha hecho que deje de sentirme mujer, que no pueda estar con ningún hombre porque todos me dan asco", indicó.

Una cuestión de venganza

Por su parte, el acusado por estos hechos negó en todo momento que sucedieran, afirmando categóricamente que jamás entró en su casa, ni que la hubiera contratado para limpiar, porque lo hacían el resto de personas que vivían con él -hasta tres: su sobrino, su ex pareja y un tercer hombre-. A preguntas de las acusaciones, el hombre llegó a declarar que todo había sido un montaje perpetrado por "venganza" de una tercera persona que le había denunciado previamente por hechos similares pero cuyo litigio no prosperó.

El hombre explicó que esa tercera persona que le denunció lo hizo movida por "celos" y que, según le han dicho otras personas del barrio, "se lleva muy bien" con la víctima y su hija, por lo que pudieron verse influidas de alguna manera para "inventar" los hechos. Sin embargo, ellas negaron que eso fuera así. Según el relato de la mujer que presuntamente sufrió la agresión, la contó un año después de suceder los hechos porque fue entonces cuando "explotó", al conocer que también se lo había hecho a otras chicas del barrio, y ante las mofas que sufrió esa otra víctima por parte de la vecindad.

Según la Fiscalía, pese a los intentos de la defensa, no quedó acreditado durante la sesión que la mujer conociera a esa otra tercera persona, ni que se moviera por venganza, ni que hubiera detrás un móvil económico, como llegó a cuestionarle el abogado del acusado a la víctima durante su declaración. De hecho, preguntada sobre si quería optar a la indemnización que le correspondiese, la mujer, visiblemente nerviosa, llegó a señalar que si iban a pensar que lo que decía era mentira por el dinero, renunciaba a todo.

Esta supuesta intención pecuniaria se puso sobre la mesa durante la fase de instrucción, cuando una vecina que vivía con la víctima durante largos periodos de tiempo declaró ante el juez que instruyó las diligencias que le había comentado, supuestamente, que había denunciado al acusado porque necesitaba el dinero para subsistir, ya que se le iba a acabar la Prestación Canaria de Inserción (PCI) que percibía. Una premisa que rechazó la mujer y que las acusaciones tacharon de malintencionada.

Depresión

La perjudicada también señaló que padece una depresión que, si bien venía de antes de estos hechos por la reciente muerte de un familiar cercano, se vio incrementada por la supuesta agresión sexual de la que fue víctima. Una dolencia que ratificaron tanto las forenses como una psicóloga sanitaria del Servicio de Atención y Protección para víctimas de violencia de género de la Cruz Roja, que trató a la mujer una vez denunció los hechos.

El acusado responde a las preguntas de Fiscalía durante el juicio José Carlos Guerra

Sin embargo, el abogado defensor apuntó que ese padecimiento "venía de atrás" y que no están relacionados con estos hechos. "Los informes médicos que presentan las acusaciones se emiten solo cuando parece que a mi cliente le va bien en la causa: cuando sale de la cárcel o cuando la vecina testifica en contra de la víctima", abundó.

Tras la lectura de los informes finales de las partes, el juicio quedó visto para sentencia.

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