El hombre acusado por la Fiscalía de haber asesinado en la madrugada del 23 de septiembre de 2020 a su pareja en La Laguna, a la que presuntamente quemó, ha negado este lunes en la primera sesión del juicio con jurado los hechos y ha asegurado que fue ella misma quien se prendió fuego.

A causa de las quemaduras, la mujer de 51 años falleció pocas horas después en un hospital tinerfeño y el acusado, de 42, fue trasladado a la Unidad de Quemados de Sevilla por las heridas que también sufrió.

Según el testimonio del hombre, aquella noche discutieron porque ella quería empadronarse en su casa y quedarse a vivir allí y negó que fueran pareja y que solo se acostaron en una ocasión.

El hombre ha señalado que a veces la dejaba quedarse en su piso porque sus familiares la habían echado de la casa por los problemas que causaba su adicción a las drogas duras mientras que él ha reconocido que era alcohólico y que de vez en cuando fumaba porros, tal y como ocurrió aquella noche.

En la vista oral, el hombre ha señalado se produjeron sobre las 3:30 de la madrugada, momento en el que la amenazó con quemarla y por ello puso una botella de gasolina a la entrada del baño que utilizaba para alimentar el equipo electrógeno que iluminaba la casa.

Él le dijo “vétete o te quemo” a lo que ella respondió “si no eres mío no serás de nadie” y al volver de la cocina a donde fue para coger una cerveza se encontró la bañera llena de gasolina y a ella ardiendo dentro, según su relato.

Contó el acusado que apagó el fuego con su ropa en apenas cinco segundos y esa es la razón por la que se quemó el 69% de su cuerpo.

Los vecinos alertaron a la policía por el ruido que causaban las peleas y el humo que salía del piso, lo que permitió que se personasen con rapidez en el edificio situado en la calle Princesa Iballa de La Laguna.

La policía acudió pensando que se trataba de un caso de violencia de género y al llegar subieron hasta el piso que estaba con la puerta abierta y en el que había bastante humo y del que salió una mujer gritando de dolor con los pechos totalmente quemados.

La víctima no paraba de gritar: “¡Fue él, me quiso matar!”, a lo que él respondía, “cállate, fue un accidente”.

Los vecinos alertaron a la policía por el ruido que causaban las peleas y el humo que salía del piso, lo que permitió que se personasen con rapidez en el edificio situado en la calle Princesa Iballa de La Laguna.

La policía acudió pensando que se trataba de un caso de violencia de género y al llegar subieron hasta el piso que estaba con la puerta abierta y en el que había bastante humo y del que salió una mujer gritando de dolor con los pechos totalmente quemados.

A. ha relatado que a la víctima la había “recogido de la calle” y que se conocían desde hacía diez años y según ha dicho, se llevaban bien excepto cuando ella se drogaba, momento en el que se ponía muy agresiva, tal y como, ha agregado, ocurrió aquella noche en la que había consumido heroína y crack.

Ambos conseguían dinero pidiendo por la calle o a la puerta de algún supermercado y él además cobraba una pequeña ayuda; el piso era de la familia y se encontraba muy sucio y sin luz porque le pedían mucho dinero para montar la instalación y por eso usaba un grupo electrógeno alimentado con gasolina que estaba situado en el patio y cuyo ruido había causado las protestas de los vecinos.

En el domicilio había también un cuchillo de grandes dimensiones en el suelo que él usaba por si acaso alguien entraba en la vivienda ya que no tenía cerradura sino un candado, aunque el hombre ha afirmado que nunca amenazó a Ramona con el machete.

Según relató en el juicio, toma tranquilizantes porque padece trastorno de la personalidad, de conducta y depresión, ha intentado suicidarse en hasta seis ocasiones, se drogaba desde los 15 años y el pasado verano el Gobierno emitió un certificado de incapacidad.

En el lado de la acusación se encuentra la fiscal, un abogado por cada una de las dos hijas de la fallecida, el representante del Instituto Canario de la Mujer y su defensa.

El Ministerio público y el resto de letrados de la acusación coinciden en que se trata de un asesinato que se llevó a cabo a traición y con especial crueldad.

Por ello, piden 25 años de cárcel y que se indemnice a cada de las hijas con 150.000 euros.

El relato común es que A. llevó a la mujer hasta la bañera en la que previamente había puesto gasolina y allí le prendió fuego, motivo por también resultó con heridas. Apuntan como agravante que eran pareja y la defensa habla de que actuó bajo el efecto de las drogas y el alcohol.