La supuesta pareja del hombre acusado de asesinar a esta mujer tras prenderle fuego a finales de 2020 en La Laguna padeció «un gran sufrimiento», del que fue en gran parte consciente.

Las quemaduras, de segundo grado profundo y tercero, se localizaron sobre todo en el tórax y la espalda, aunque afectaron al 85% de su cuerpo, llegaron a los huesos y son la causa de su fallecimiento doce horas más tarde en un hospital, donde fue inducida al coma desde el momento de su ingreso.

El juicio con jurado que se celebra en la Audiencia de Santa Cruz de Tenerife para esclarecer lo que ocurrió en la madrugada de aquel 23 de septiembre se ha centrado hoy miércoles en los análisis de los peritos y técnicos.

Los forenses apuntaron que la mujer, de algo más de metro y medio de altura y 55 kilos, sufrió lesiones por el calor en todos los órganos, desde la lengua al hígado, corazón y pulmones. Por ello resulta imposible determinar dónde empezó el shock: al desaparecer la piel a causa del calor, la víctima perdió todos los líquidos y se deshidrató.

No se detectó la presencia de productos tóxicos, más allá de restos de tranquilizantes, y las heridas que presentaba el cadáver son compatibles con haber ofrecido resistencia, aunque el sospechoso del crimen no tenía lesiones.

Los psiquiatras que analizaron al acusado ratifican que padece trastorno de personalidad, ha intentado suicidarse en, al menos, una ocasión y su carácter es depresivo. Aunque es propenso a la agresividad, tiene un carácter manipulador, agresivo y una concepción distorsionada de él mismo y del mundo, sabe distinguir entre lo que está bien o mal, sostienen los peritos.

Su historial médico recoge que era consumidor habitual de alcohol, cannabis, pastillas tranquilizantes y cocaína y que en una ocasión intentó desintoxicarse pero sólo lo consiguió por un tiempo.

Los policías que llegaron a la casa sobre las cinco de la mañana observaron que la vivienda no tenía electricidad, presentaba gran suciedad y olor a humo. Lo que más les llamó la atención fue el grupo electrógeno de gasolina utilizado para iluminarla y tres bidones repletos de 10 litros de este producto y otro más con unos cuatro litros. El techo y parte de los azulejos del baño estaban ennegrecidos y había restos de plástico en la bañera.

Todo apunta a que los hechos se desencadenaron a la entrada del baño, donde también se encontró el tapón quemado de un bidón, un machete de casi 60 centímetros y restos de haberse localizado el fuego. De hecho, los primeros agentes acudieron al lugar pensando que se trataba de accidente causado por un incendio.

Por la mañana se presentaron agentes especializados en ese tipo de percances y también observaron un desorden generalizado, suciedad extrema, orines, restos de comida, velas y los bidones de gasolina, uno de ellos sin tapón. También coinciden en que el fuego se originó a la entrada del baño, no en la bañera, como se creía, y se utilizó algún tipo de acelerante, lo más seguro gasolina, pero les resulta imposible determinar en qué cantidad exacta, tan sólo que debió ser «bastante».

La forma de iniciarlo fue probablemente un mechero, quizás alguno de los varios que estaban en el salón y la cocina. El origen se localizó a un metro y medio de altura, prácticamente lo que medía la víctima, aunque no desde la cabeza.

Los biólogos no encontraron restos de alcohol en el cuerpo de la mujer, seguramente por el tiempo transcurrido. Lo que sí hallaron fueron tranquilizantes de uso terapéutico y ketamina, que aparte de utilizarse como droga también sirve como anestesia.

Los peritos del Servicio Nacional de Toxicología encontraron en las uñas de la víctima ADN que tiene 2.500 billones de posibilidades de ser del sospechoso. Las muestras extraídas de la ropa de la mujer tenían restos de gasolina.

El juicio entrará mañana en su penúltima jornada con la lectura de los informes finales de la Fiscalía y de los tres abogados de la acusación, que mantienen sus peticiones de cárcel de 25 años e indemnizaciones de 150.000 para cada una de las dos hijas de la víctima.

La defensa insistirá en que es inocente, pero su abogado reconoce que lo hace por el relato que el acusado hizo el primer día y que él mismo desconocía. Intentará que no se tengan en cuenta los agravantes de parentesco y violencia de género.