Sucedió en los tribunales: el hermano que se hartó del reguetón

El asesinato de un joven de 16 años a manos de su pariente de 15 generó en Agaete una ola extraña de solidaridad de la que no se evadió ni el juez

El condenado, José Juan M. G., a la salida del juicio que se celebró en su contra en octubre de 2005

El condenado, José Juan M. G., a la salida del juicio que se celebró en su contra en octubre de 2005 / Ángel Medina (EFE)

"Flaco favor le han hecho los que se movilizaron". Con esta contundente frase, el juez Francisco Ruiz-Jarabo critica el jaleo que se montó alrededor del joven José Juan M. G., quien con apenas 15 años asestó una puñalada mortal en el corazón a su hermano, Jesús Yerobe M. G., una mañana de verano en la tranquila Agaete. Unos hechos que conmocionaron a la pequeña villa marinera, y que hicieron movilizarse a alrededor de un centenar de personas a las puertas del juzgado para pedir la absolución del agresor, con la madre de ambos chicos -asesino y asesinado- al frente.

Todo ocurrió la mañana del último día de junio del año 2005. Los jóvenes, que vivían en casa de uno de sus abuelos y con una de sus tías, se encontraban en el interior, cuando el mayor -de 16 años- y un amigo se pusieron a escuchar música reguetón en volumen elevado, lo que provocó que su hermano menor se despertara. Tras una acalorada discusión en la que le recriminó su actitud y en la que llegaron a forcejear y repartirse sendos cabezazos, los primeros salieron de la habitación mientras el otro le gritaba a su pariente que mejor no regresara.

Pero más adelante, volvieron a encontrarse en otras dependencias de la vivienda y en esta ocasión el hermano menor ya portaba un cuchillo de 40 centímetros de longitud que blandió amenazante en la cara de su hermano, quien trató de arrebatárselo. Sin embargo no pudo, y tras una pelea en la que llegaron a caerse al suelo, su hermano se lo clavó en el tórax, a la altura del corazón.

Por buen chico que sea, debe pagar

El juez de menores Ruiz-Jarabo no dudó ni un instante en que debía condenar al acusado, pese a todo el alboroto que se formó alrededor del menor el día que se celebró el juicio en su contra en Las Palmas de Gran Canaria. Lo hizo a cuatro años de internamiento y dos más en libertad vigilada, tal y como solicitaba la Fiscalía. Y eso que la defensa y el equipo técnico del propio juzgado desaconsejaron que el menor terminara en un centro de menores de régimen cerrado, junto a otros delincuentes. "Es indudable que este tribunal conoce las numerosas carencias de los centros de internamiento, pero no hay motivos para otorgar por esa razón un régimen abierto. De acoger esa tesis, las deficiencias de los centros, tendríamos que sacar a todos los menores de allí", resolvió el juez.

Encarnación Martín, madre de los jóvenes, a su llegada al juzgado de Menores para el juicio

Encarnación Martín, madre de los jóvenes, a su llegada al juzgado de Menores para el juicio / Ángel Medina (EFE)

Ruiz-Jarabo también aseguró que, por buen chico que fuera José Juan, cometió la "conducta más grave" posible, un homicidio. En ese sentido, opinó que flaco favor le hizo toda la movilización que se creó en torno a él, con vítores y aplausos a su entrada a los juzgados, puesto que dio la "falsa apariencia de que lo que ha hecho en realidad no es importante o que incluso está bien hecho".

"Si hubiera querido matarlo, le habría apuñalado más veces"

Durante el juicio, el menor declaró ante el juez que, de haber querido matar a su hermano, "le habría apuñalado muchas más veces", tal y como recoge la crónica de este periódico el día de la vista oral. El adolescente aseguró que todo fue un desgraciado accidente tras un forcejeo con su hermano y, aunque nervioso por la situación a la que se enfrentaba, mantuvo la calma en todo momento.

La discusión, contó al juez, comenzó porque su hermano no quiso bajar la música que le estaba molestando. "Me dijo que no la bajaba para hacerse que era más hombre que nadie", señaló el joven durante el juicio, para luego añadir que su hermano le cogió por el cuello y comenzó a asfixiarle y que solo paró por la presencia de ese amigo suyo que se encontraba en la casa. Luego le amenazó con no dejarle salir de la casa, por lo que el adolescente cogió un cuchillo, según él para "asustarlo" porque le tenía "miedo" y quería que le dejara irse de allí. "Nunca fui a por él", afirmó.

El fallo judicial considera que los informes forenses son "contradictorios", desestimando sus recomendaciones

En ese sentido, aseguró que en ese forcejeo ambos agarraron el cuchillo que fue arma homicida y cayeron al suelo, momento en el que el fallecido dijo "¡Suéltame, que me desangro". Ahí es cuando se percató, según su versión, de que su hermano tenía el cuchillo clavado en el tórax, pero que fue él mismo quien, al caer, se lesionó. Una teoría que ratificaron en el plenario los médicos forenses que practicaron la autopsia a la víctima.

Sin embargo, el juez no estimó esta argumentación, y llegó a apuntar en su sentencia que lo que dijeron los forenses fue "contradictorio". Y, de hecho, llegó a anotar hasta 20 contradicciones que, en su opinión, desmontaban la versión ofrecida por el acusado en la vista. "Él creó la situación de riesgo, él la mantuvo, él eligió el arma, el decidió utilizarla contra su hermano y finalmente el instrumento por él empleado ocasionó la muerte de su hermano", concluyó Ruiz-Jarabo. Y lo hizo en base al que consideró un testimonio mucho más fiable, el del menor que acompañaba a agresor y víctima en ese momento, y que sembró serias dudas de lo que relató en sede judicial José Juan.

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