Entrevista | Cristina Andino Valle Abogada de familia reconocida con la medalla de oro del Colegio de Abogados de Las Palmas

Cristina Andino Valle: "El juzgado no es la selva, es vital ser cordial con el resto de compañeros"

"No puedo asegurar a mis clientes el éxito, pero sí la lucha, y esa ha sido mi regla en este tiempo", asegura la abogada de familia reconocida con la medalla de oro de Icalpa

La abogada Cristina Andino después de recibir la medalla de oro a la trayectoria de Icalpa

La abogada Cristina Andino después de recibir la medalla de oro a la trayectoria de Icalpa / José Carlos Guerra

Cristina Andino Valle se licenció en Derecho por la Universidad de La Laguna en 1973. El 16 de mayo de ese mismo año se colegió y, desde entonces, ejerce la abogacía, gran parte de su trayectoria dedicada al ámbito de la familia. El 19 de mayo recibió la medalla de oro del Colegio de Abogados de Las Palmas por sus 50 años de trayectoria. El secreto del éxito, "la buena relación con los compañeros y el estudio en profundidad de los casos".

¿Qué supone para usted este reconocimiento después de esta larga trayectoria y siendo además la primera mujer a la que se le impone una medalla de oro del Colegio de Abogados de Las Palmas?

Bueno, soy la primera mujer del Colegio de Abogados de Las Palmas que recibe esta medalla de oro a la trayectoria profesional, sí, pero desconozco en los otros colegios, me imagino que en Madrid habrá muchas más o en Barcelona... Pero para mí es un grandísimo honor. La verdad que me he emocionado durante el acto en la sede del Colegio, estoy contentísima con esto porque lo que empezó siendo, desde luego, una profesión que quería, se convirtió en toda mi vida. He estado tantos años trabajando, pero a gusto, en el sentido de que no solo he estado trabajando, sino que he estado haciendo lo que me gusta. Todas las profesiones tienen sus sinsabores, he pasado momentos buenos, momentos malos, pero en general puedo decir que mis recuerdos son preciosos.

Lleva 50 años ejerciendo, imagino que son muchas vivencias pero también muchos cambios, ¿no?

De hecho, ha variado todo. Ha cambiado la legislación, ha cambiado la forma del procedimiento, han cabiado los compañeros, porque indiscutiblemente en unos momentos tienes más relación con unos que con otros. Pero he procurado siempre tener esa buena relación con ellos. De todas formas, yo inicié mi trayectoria en el 73, cuando no había salido la Ley de Divorcio -que salió en el 81-, y eso produjo mi especialización sin yo siquiera ser consciente de ello, porque salió la novedosa normativa y empecé a estudiarla, empecé a recibir gente que quería resolver problemas muy antiguos de divorcio, de gente que no estaba divorciada porque no existía esa figura, y en base a ello pues me metí en la profesión, y muy contenta con la decisión.

Cristina Andino, junto al decano del Colegio de Abogados de Las Palmas, Rafael Massieu, tras recibir el reconocimiento

Cristina Andino, junto al decano del Colegio de Abogados de Las Palmas, Rafael Massieu, tras recibir el reconocimiento / Lola Hernández

Y desde entonces hasta ahora...

Y hasta ahora, sí, que sigo haciendo familia (ríe). Aunque también alguna otra cosa, pero fundamentalmente familia, porque además el tiempo no te da para más. Y la especialización en este mundo de hoy, también en el ejercicio de esta profesión, es importante.

¿Cómo surgió su vocación por la abogacía?

Pues tanto mi abuelo como mi padre fueron abogados, y me inculcaron desde pequeña ese amor por el Derecho. Ha sido una pasada estar rodeada de aquellos antiguos que te hacen vivir lo que es la profesión. Esta pasión que tengo hacia mi trabajo viene un poquito también de ellos. 

Usted precisamente comentó, en esas pocas palabras que dio al recibir la medalla, la fortaleza que tienen los abogados, que es precisamente las relaciones entre ellos, y ahora también habla de esas relaciones y esos compañeros, algunos que se han ido, otros que vienen nuevos... Eso también, como destacó, es muy importante.

Es muy importante sentirte en un ámbito en el que puedes moverte y saludar a los compañeros sin rencillas, sin rivalidades. El cliente es lo primero, hay que atenderlo, pero los compañeros se quedan. Y con el compañero tienes que ser cordial. Esto no es la selva y yo creo que eso es vital, y que los que juraban entendieran que eso es igual de importante que el código deontológico porque no puedes ir pisando al que tienes al lado.

¿Qué es lo más complicado de mantenerse cinco décadas en esta profesión? 

Bueno, primero levantarte todos los días y decir «pues voy a trabajar» y por ahora sigo queriendo hacerlo. Y también no desmoronarte demasiado cuando te llegan los palos y tratar de decir: «Bueno, pues yo me esforcé todo lo que pude». Y esa ha sido mi regla. Yo no puedo asegurar a los clientes el éxito, pero sí la lucha. Y la lucha siempre está conmigo. 

A los jurandos que prometieron, ¿qué les dice para que puedan llegar a esos 50 años? ¿Cuáles son los secretos para tener éxito? 

Yo pienso que la buena relación con los compañeros, el estudiar profundamente los asuntos, tal y como dijo el decano en su discurso, no llegar allí el día que toca el juicio un poco en la inopia, sin saber a lo que va y siendo agresivo con el otro compañero, mal encarado o sin saludar. Eso no puede ser, porque crea en el juicio tensión, no cordialidad. Impide que puedas, a lo mejor, llegar a un acuerdo cordial. 

¿Usted se ve un referente, un modelo a seguir como le calificaron? 

Eso es una calificación realizada con mucho cariño por el decano. Lo que sí sé es que han sido 50 años dedicados a lo mismo y por ley de vida, cuando hablen de familia pues tienen que saber que yo estoy ahí, pero no es que sea un referente. Sí que me preocupo por los temas de familia y procuro estar al día y luchar.

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