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Lourdes Santana, la periodista precoz

"A las mujeres nos someten a un escrutinio que los hombres no sufren", observa Lourdes Santana, "y sí, claro que hay machismo en las redacciones"

Lourdes Santana. José Pérez Curbelo

Si con 9 años te sientes responsable de tu familia; a los 16 ya trabajas y a los 25 eres jefa de sección de Canarias7; si a los 29 pones en marcha los informativos de la tele autonómica, a los 38 te haces cargo de TVE-Canarias y a los 40 eres directora regional de la Cadena SER, no debe ser tenido por extraordinario que a los 49 recibas el Premio Canarias de Comunicación 2019.

Tampoco que seas, además, la primera mujer en lograrlo. Aunque ella, todo hay que decirlo, no está muy conforme con la primicia: "Anda que no hay buenas periodistas en Canarias".

Lourdes Santana Navarro (Las Palmas de Gran Canaria, 1970) admite para empezar que quiso ser periodista "desde pequeñita", una temprana vocación de la que presume, tanto como del hecho de haber nacido en Las Canteras. También, de ser "una chica de barrio".

La Premio Canarias de Comunicación 2019 se crió en Miller Bajo -un vecindario popular de la capital grancanaria- , estudió en el Marpe, concertado y laico, y a los 9 años vivió como una herida la separación de sus padres. Corría el año 1979, ni siquiera había divorcio en España y en el colegio ser hija de padres separados era tan extraño que a veces era mejor silenciarlo.

Ella será de barrio, pero la primera llamada tras ganar el Premio Canarias es la de Carles Francino, uno de los periodistas más influyentes de la radio en España. Iñaki Gabilondo, al que no hay que poner adjetivos, es uno de sus amigos y del maestro Fran Llorente, con el que trabajó durante su etapa en RTVE, afirma: "Daría lo que fuera por volver a colaborar con él, encarna lo que tú entiendes que debe ser el periodismo".

Devota de las orquídeas y del anonimato, pero sobre todo de su hijo Miguel -Hernández, como el poeta-, habla aquí de hechos que marcan su vida. Lo primero, la separación. "Mi carácter, -soy muy peleona- me lo dio lo que viví. A una edad en la que todavía tenía que estar jugando, me sentí responsable de mi madre y de mi hermano, que tenía 4 años".

De estos tiempos le viene el arrojo para afrontar retos como fue el hacerse con Radio Club Tenerife -ella tan canariona y aquella tan tinerfeña-, y también la obsesión por la independencia económica. "Si no la tienes, lo demás es imposible". Así que desde que pudo, a los 16, compaginó estudios y trabajo.

Entonces el antiguo Santa Teresa de la calle Tomás Morales es su instituto, y en verano y navidades, los grandes almacenes de Mesa y López, su lugar de trabajo. Tratar con clientes es un antídoto contra la timidez.

1990-1995: Universidad Complutense. "Yo siempre estudié con becas, y en Madrid trabajé además haciendo encuestas por la calle".

Su primer piso de estudiante es un 14 piso en Aluche. Allá arriba un día las ventanas retumban porque una niña llamada Irene Villa acaba de ser víctima de un atentado. "Al principio no teníamos ni idea de lo que estaba pasando, después ya lo vimos por la tele. Todo ocurría delante de casa".

En Madrid se interesa por el mundo árabe y por el feminismo. "A nosotras nos someten a un escrutinio que ellos no sufren", observa, "y sí, claro que hay machismo en las redacciones". En segundo de carrera pide prácticas de verano en Canarias7 y sorprende al director, que entonces es Torró, con la pretensión de hacerlas en política o economía. ¡Pero si es una becaria!

Los siguientes veranos ya cuentan con ella como sustituta. Termina la carrera y se incorpora. A los seis meses es jefa de Comunidad Autónoma, la sección más importante.

Tiene 25 y estrena una precocidad que será lo habitual. "Siempre me cuestionaron esto, sin embargo cuando fui madre dijeron lo contrario: que era demasiado mayor,".

Tras el periódico, la tele autonómica. Tiene 29 y le encargan montar los servicios informativos. Acude a formarse a CNN +, donde coincide con una tal Letizia Ortiz, y a ETB. Aquí ensaya un invento que después sería marca de la casa: crea la primera redacción regional del Archipiélago.

La etapa en RTVE es intensa y fructífera y un domingo comprando orquídeas recibe la llamada de la SER. "Tuve una suerte tremenda: trabajar donde están los periodistas que han sido mis referentes. No pude decir que no porque la SER es la banda sonora de mi vida".

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