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Las fronteras de la realidad y la ficción

Las fronteras de la realidad y la ficción

Cinco sugestivas lecturas. Tres libros de autores hispanos, dos de ellos, se podría decir autobiográficos, en la frontera entre la realidad y la ficción. El tercero, una ambiciosa novela, mezcla de western y relato histórico, ambientada en la Apachería. Para concluir, un inquietante thriller acerca de la investigación de un asesinato y sus consecuencias jurídicas, y la obra rescatada del olvido de uno de los grandes autores escandinavos de todos los tiempos.

Ordesa. Una de las revelaciones del año. Manuel Vilas cuenta su historia personal en una novela con la que no es difícil identificarse. Emotiva, desgarrada, conmovedora, reúne la suma artística del mejor libro basado en hechos reales. El lector apenas espera al siguiente salto de esta gran crónica personal e íntima para asombrarse con la sintaxis y el tono desprejuiciado, por mucho que Vilas nos tenga ya acostumbrados . Hay tanta piel en Ordesa que el simple roce lleva a retrotraerse en el tiempo de cualquier memoria familiar. De ahí la fácil identificación de que hablabla.

Mudar de piel. Aquí son nueve los narradores que se reúnen para contar algo de sus existencias que les marcó y parece relevante. En Mudar de piel encontramos historias de infancia y de adultos, pequeñas revelaciones, reflexiones íntimas, decepciones y pérdidas, un material literario de choque para un escritor que no ha abandonado la línea autobiográfica, consciente de que no existe una munición mejor para la escritura que la que uno ha utilizado en la vida, ni un decorado imaginario que supere al de la realidad. Marcos Giralt Torrente es también el autor de Tiempo de vida, uno de los libros más penetrantes de la última década.

Ahora me rindo y eso es todo. La de Álvaro Enrigue, uno de los mejores escritores mexicanos de la actualidad, no es sólo una estupenda novela histórica sobre los apaches, o el mito de Gerónimo, acaba convirtiéndose en una interesante reflexión sobre las relaciones entre el pasado y el presente, la frontera y el mestizaje. Otro ejemplo mayúsculo de la buena utilización de los mecanismos literarios en favor de un relato de no ficción que adquiere músculo al ser novelado de la manera en que lo hace Enrigue. Como él mismo escribe: "La escritura es un gesto desafiante al que ya nos acostumbramos: donde no había nada alguien pone algo y los demás lo vemos".

Nada más real que un cuerpo. La autora, Alexandria Marzano-Lesnevich, doctorada en Derecho por Harvard, es todavía una joven estudiante que trabaja en un despacho especializado en defender a condenados a muerte en Estados Unidos cuando oye hablar de uno de los clientes, Ricky Langley, un pedófilo convicto y confeso. La propia investigación y la reconstrucción de la vida del personaje le hacen replantearse situaciones que creía superadas de su pasado y convicciones aparentemente firmes como su postura contra la pena de muerte. Memorias, crónica criminal y ecos de Truman Capote en el conjunto de un relato tan desasosegante como sólido.

Devastación. Karl Ove Knausgard encontró a Celine en Tom Kristensen cuando leyó por primera vez Devastación (1968), una de las novelas escandinavas de referencia del siglo pasado. Kristensen cuenta en ella la autodestrucción de un crítico literario treintañero que se refugia en el alcohol, el sexo y el jazz para huir de la continua sensación de vacío en el Copenhague de los años veinte. Gran prosa perdurable.

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