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Atrapado en el tiempo

'Ventiladores Clyde' es una referencia ineludible del cómic independiente de los 90

Es posible que Gregory Gallant, más conocido como Seth, sea un hombre atrapado en el tiempo. Su imagen de gentleman sacado de una foto en blanco y negro de los años 50 concuerda con una persistente, quizás enfermiza, obsesión por la estética de esa década, que se plasma en toda su obra desde que comenzó a publicar su fanzine Palookaville. Un pueblo de medianías, en aproximada traducción, para reivindicar tiempos pasados que se sumaba, paradójicamente, a una corriente de renovación formal e insurgencia independiente que desde Canadá comandaban en los 90 el propio Seth junto a sus dos amigos Chester Brown y Joe Matt.

Un particular trío creativo que, desde planteamientos argumentales y formales muy distantes, se consolidaba como el motor de la publicación independiente norteamericana. Frente a sus dos colegas que practicaban una autobiografía militante en Yummy Fur y Peepshow, Seth siempre mostró un mayor interés por la experimentación formal, que se alejaba de aquellos planteamientos para seguir desde la ficción las enseñanzas de Chris Ware. Obras como La vida es buena si no te rindes (recientemente reeditada por Salamandra) establecen las claves de la obra de Seth: relatos que flirtean con la idea del mockumentary, con biografías imaginadas para reflexionar sobre vidas que no encajan en un presente acelerado y que definen una forma de entender el cómic que pronto se desligó de la publicación serializada, encontrando camino propio en las fundamentales Wimbledon Green o George Sprott, donde Seth construye página en la que la arquitectura formal se confunde con la arquitectura urbana. Sin embargo, en el desarrollo de la obra del canadiense quedaba un debe doloroso: Ventiladores Clyde.Una obra sobre una pareja de hermanos comerciales de electrodomésticos que se comenzó a serializar en 1998 y que el autor no consiguió acabar hasta casi 20 años después, en 2017. De alguna manera, Ventiladores Clydese erigía como una labor imposible, como una empresa titánica que finalmente mostrará a la perfección no solo la evolución artística del autor, sino sus claves e inquietudes, reflejadas con acierto con la metáfora de un ventilador: aspas que dan vueltas y vueltas alrededor de un punto. Apariencia de movimiento que es tan solo eufemismo de una estaticidad infinita y que Seth traslada a su idea del tiempo: el ser humano pasa su existencia dando vueltas y vueltas alrededor de lugares y temas tan eternos como repetitivos.

La metáfora gráfica es literal: Seth dibuja a los hermanos Abe y Simon Matchcard siempre en movimiento, andando alrededor de su casa, de la ciudad,... Alrededor, en realidad, de sus miedos y fracasos, que los encadenan a un eje imaginario del que es imposible escapar. El dibujante extiende ese concepto del argumento al dibujo e incluso la composición: las páginas de la obra se plantean muchas veces desde una sencilla composición de 9 viñetas que se disponen como una especie de espiral que muestra a los personajes moviéndose esa espiral sin fin en un tiempo que no avanza, que no fluye, que atrapa al ser humano en órbita eterna alrededor de momentos y lugares. Cada ser humano, como hacen Abe y Simon, decidirá dónde pone el centro de su prisión circular: en el trabajo, en la persona amada, en el hogar,...O en la década de los años 50, como ha elegido Seth.

Recopilado por fin en una cuidada edición de casi 500 páginas publicada en nuestro país por Salamandra Editorial, con traducción de Esther Cruz Santaella, Ventiladores Clyde es una referencia ineludible del cómic independiente de los 90, una sorprendente reflexión sobre el tiempo y el ser humano y, de rebote, un testimonio de la evolución artística de uno de los dibujantes más sugerentes del cómic moderno.

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